Capítulo 11.

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Love the hell out of you – Lewis Capaldi

Paul.

La noche de la exhibición de las nuevas piezas de mi colección se pronosticaba a ser un éxito. Durante casi un año estuve trabajando demasiado para poder mantenerme ocupado. ¿Qué otra cosa podría hacer más que ahogarme en diseños? Till también se había ocupado en darme muchas más actividades. Durante estos meses, había logrado que mi negocio creciera mucho más de lo que esperaba, tanto como para darle pelea a un par de marcas de renombre. Incluso había logrado hacer que actores internacionales portaran algunas de mis piezas para pasarelas en la semana de la moda en Milán. Me habían invitado a la semana de la moda en Nueva York pero todavía no había decidido si ir o no.

Vanessa, la organizadora de la exhibición de esta noche, me había comentado que su hermano le había pedido venir, accedí porque la verdad la mitad de las personas a las que vería aquí no las conocía. Cuando llegué todos me saludaron amablemente y me felicitaron por la creación de una línea tan elegante.

Till caminaba alrededor del museo como si fuera un pavorreal, su esposa lo acompañaba llena de orgullo. Lo felicitaban también porque él tenía sus propias piezas. Me daba gusto saber que nuestras noches de desvelo, nuestra creatividad e imaginación rindieran frutos.

Caminaba por el salón cuando noté en la fila de los obsequios que dos de mis asistentes se detenían a conversar sobre alguna invitada que no había respetado las reglas de etiqueta del evento. Alcé la mirada para ver de quién se trataba y entonces la encontré.

Ella caminaba por ahí, danzando entre los pasillos de la exhibición como si supiera algo de lo que nadie más se enteraría. Podía ver cómo bailaba las canciones que se escuchaban al fondo del salón disimuladamente y reí cuando me di cuenta del color de sus zapatos. Resaltaba, aunque no quisiera hacerlo. Llevaba el cabello más corto, pero la sonrisa que tenía en su rostro me aseguró que se trataba de la misma chica que había visto alguna vez con mi pijama de dinosaurios y que juraba estar enamorada del Samurái X y Danny Phantom.

Como un imán me dirigí a ella, estaba parada justo donde necesitaba que estuviera, frente a la pieza principal de la exhibición. Cuando estaba por llegar, un hombre se paró a su lado y puso una mano sobre su hombro. ¿Y este?

El hombre no podría ser menor de 35, lucía como si estuviera dispuesto a lo que sea porque ella le pusiera atención. Pero esa mirada que le echaba, como si fuera un pedazo de carne próximo a devorar no me gustaba. No me gustaba en lo absoluto. ¿Quién era ese? ¿Quién lo había invitado? ¿Por qué venía con ella? ¿Qué diablos hacía con ella?

No me quedó más remedio que dar un par de pasos hacia atrás. Tomé una copa de vino de la bandeja que el mesero sostenía y esperé.

Durante mucho tiempo estuve tratando de descifrar cómo cambiar el anillo que me había regresado. No había manera de poderlo rehacer y que tuviera otro significado, así que simplemente lo destruí. No necesitaba saber más de él.

Recuerdo haber pasado demasiadas noches tratando de entender su molestia conmigo. Al final, me di cuenta de que lo único que ella necesitaba era que yo le permitiera estar preparada para una sorpresa de ese tipo, una sorpresa de la que no le advertí. Quise disculparme con ella, pero creía que lo que necesitábamos era tiempo para sanar. Tiempo para pensar lo que era mejor para nosotros, incluso si lo único que podíamos ofrecer era espacio.

Cuando diseñé el corazón de Nerea fue casi como un sueño. Primero la técnica vino a mí, después el material... pero el nombre de la pieza... eso era lo único que supe desde un principio.

Seguí admirándola, pero la alegría que ella tenía hace un momento desapareció. Se estaba poniendo pálida. Miró a su alrededor como si le faltara el aire. De inmediato apresuré mi paso. El hombre la sacudía como si fuera una muñeca de trapo. Vanessa se acercaba con una botella de agua. Sin pensarlo dos veces me interpuse entre todos y la tomé del rostro.

El Corazón de NereaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora