Devil in a Dress – Teddy Swims
Paul.
La sesión se terminó. Después de elegir las fotografías que más me habían gustado, me entregaron las piezas que llevé de muestra. Las resguardé en sus respectivas cajas de seguridad y después eché todo a mi portafolios. Fui a la siguiente habitación, me quité la ropa que me habían prestado para la sesión y cuando estaba terminando me di cuenta de que todavía llevaba el corazón de Nerea.
Lo observé colgando alrededor de mi cuello. La verdad es que era la pieza más hermosa que alguna vez imaginé crear. Sin duda, era el mejor regalo que ella pudo haberme dado, la capacidad de imaginar algo así para alguien. Esperaba que le gustara tanto como a mí. Lo retiré de mi cuello y cuando lo puse sobre la mesa, noté que Nerea estaba en la puerta, observándome.
Ella no decía nada, solo estaba ahí, no sé qué estaba pensando, pero por la forma en que me veía... parecía que no podría decirlo en voz alta. Sonreí y ella se acercó a mí, cuando estuvo a tan solo un paso de distancia, abrí los brazos y ella hundió su rostro en mi pecho. Me envolvió en un abrazo, cerró los ojos y se detuvo a escuchar el latido de mi corazón. El cual, debo admitir que estaba vuelto loco. Casi lo podía sentir en mi garganta.
Puse mis brazos sobre sus hombros, pues ella era mucho más pequeña que yo. Besé su cabello y ella respingó con un gemido.
—¿Quieres hacer algo esta noche? —dijo aún entre mis brazos.
—Pensé que cuidarías de Demian.
—Me llamó Ellis hace un rato, se quiere quedar porque sus primas están haciendo una pijamada —me abrazó más fuerte y yo recargué mi rostro en su cabello. Había echado de menos esa embriagante fragancia a sandía.
—¿Cómo qué quieres hacer conmigo? —pregunté cerca de su oído.
Noté cómo su cuerpo se estremecía, sonreí y se separó un poco para poder alzar la cara frente a mi rostro. Sus ojos se habían oscurecido un poco debido a la luz de la habitación. Una sonrisa maliciosa se abrió paso entre sus labios y debo admitir que provocó que me sonrojara un poco.
—¿Qué? ¿Son cosas tan indecentes que ni siquiera las puedes pronunciar en voz alta? —ella se carcajeó y asintió con seguridad—. Está bien, acepto. Pero antes tengo que ir a resguardar todo, ¿te parece si voy por ti a las nueve? —ella observó su reloj de muñeca, faltaba poco más de una hora.
—Me parece bien. ¿Sabes a dónde iremos? Porque la última vez, me llevaron a una exhibición de joyería, muy lujosa y fui con Converse —sonreí y luego arqueé una ceja.
—Cierto, había olvidado que habías tenido una cita hace poco... —ella apretó los labios— con otro chico.
—Un compañero de trabajo —respondió encogiéndose de hombros.
—Ah, qué tranquilidad, o sea... que lo ves todos los días —se separó de mí y me veía con diversión.
—¿Estás haciéndome una escena de celos? —arqueó una ceja y yo aclaré mi garganta, volví la vista a mi mochila y no pude evitar sonreír.
—No.
—Ah —se sonrió y ambos vimos hacia la puerta, pues ahí se encontraba su hermano.
—¿Te vas con él o... te irás con nosotros? —preguntó a Nerea quien avanzó hacia donde estaba.
—Contigo —se giró para despedirse con una sonrisa y alzó una mano. Me guiñó un ojo y yo solo sonreí caminando detrás de los dos hacia la salida del estudio.
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El Corazón de Nerea
RomanceSu paso por mi vida había sido como el de un huracán: Había durado pocos segundos, pero había hecho un desastre de mí.