Capítulo No. 37

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Después de varios minutos, la cerradura del departamento sonó.

Hyun inhaló profundo.

Saeng se sobresaltó al momento que abrió la puerta y encontró las luces encendidas. Young al ver a Hyun corrió a los brazos de su padre.

—“¡Papi!”
Exclamó con la mirada iluminada.

Los latidos del corazón de Saeng aceleraron su ritmo al observarlo; frunció el ceño sin entender cómo estaba en su apartamento.

—“Hyun, ¿qué haces aquí?”
Preguntó Saeng, enarcando una de sus cejas.

Él se llevó las manos a la cabeza. Saeng lo conocía bien, sabía que ese gesto denotaba nerviosismo.

—“Discúlpame por haber ingresado sin tu permiso. No quiero que pienses mal, ni malinterpretes las cosas, mi presencia es necesaria”.
Se disculpó mirándolo a los ojos con ternura.

La forma en la que Hyun lo observó estremeció cada poro de la piel del joven, sin embargo, no comprendía aún el motivo de su presencia.

—“¿Sucede algo?”
Dijo, sintiendo un ligero temblor en todo su cuerpo.

—“Espera aquí por favor”.

Saeng observó con confusión como él caminaba por el pasillo hacia las habitaciones, entonces fue por el omma del joven.

Heo HeeChul temblando de nervios, se dirigió a paso lento hasta la sala, su pecho subía y bajaba, las lágrimas nublaban su visión, entonces del brazo de Hyun se aproximó a su hijo.

Saeng se cubrió con ambas manos la boca, mientras las lágrimas se amotinaron en sus ojos y el corazón amenazaba con salir de su pecho.

—“¡Omma! ¡Papacito mío!”
Exclamó sin poder creerlo aún, se acercó a él, ambos estallaron en llanto, las palabras no brotaron de sus bocas ante la emoción que los embargaba; los dos temblaban.

HeeChul tomó de las manos a su hijo.

—“Si soy yo, tu omma. ¡Cómo estás de bonito!” 
Exclamó observándolo con ternura de pies a cabeza. En ese momento los dos se abrazaron sin parar de llorar, no se soltaban ni un segundo.

—“¡No lo puedo creer! ¡Estás aquí papito hermoso! Pensé que no te volvería a ver más. No imaginas cuánto te he extrañado”.
Exclamó gimoteando Saeng y con rostro empañado de lágrimas. Recordó que había dejado de enviarle dinero, que le debía muchas explicaciones, pero en ese instante no tenía el valor para contarle, que era omma soltero y que por eso huyó de la casa de su tía, lo que sí hizo fue postrarse de rodillas ante HeeChul.

—“¡Perdóname papacito! ¡Discúlpame por ser un mal hijo!”

Hyun observaba aquella escena, envuelto en una amalgama de emociones que iban desde el remordimiento, hasta la dicha de verlos  juntos El joven Kim permanecía de pie sosteniendo de la mano a Young evitando que fuera interrumpir aquel instante entre ambos, consideró que aún no era el momento.

HeeChul no permitió que Saeng siguiera postrado en el piso, enseguida lo hizo poner de pie.
–“No tienes nada de que pedirme perdón, soy tu omma. Además, Hyun ya me explicó todo, sé que tienen un hijo, que se separaron por un tiempo, que viven juntos y que no quieres casarte con él, porque yo no estoy presente”.

Saeng parpadeo, y abrió sus labios, sorprendido, observó a Hyun, arrugando su nariz confundido, no comprendía nada, todo lo que su omma decía no era cierto.

El joven Kim se acercó a él y lo tomó de la cintura. Saeng se estremeció al sentir las manos de él en su cuerpo.

—“¿Tú trajiste a mi papacito?”
Preguntó nervioso girando su rostro hacía él, mirándolo con sus ojos llenos de dudas, el joven iba a hablar, pero fue interrumpido.

Lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora