Simone Biles. Nastia Liukin. Gabrielle Douglas. Siempre he tenido pósteres de ellas en mi habitación. No había espacio para nadie más, para nada más. Sigue sin haberlo. No puedo imaginar mi vida sin la gimnasia, no tendría sentido. Algunas personas no tienen la suerte de poder dedicarse a lo que quieren. Yo sí la tengo. Sin embargo, lejos de estar feliz, ni siquiera me siento normal. Siendo franca, a duras penas me siento una persona.
Giro la cabeza cuando oigo unos golpes suaves en mi puerta.
—Pasa si no eres Jennifer —digo alzando un poco la voz.
Estoy en la cama con el pijama ya puesto, bajo el edredón. Y hasta hace unos segundos, llevaba al menos media hora mirando a un punto fijo en mi pared.
Dos cabezas se asoman por la puerta y sonrío. Alzo una mano como saludo.
—Hola —dice Ariel, mientras Charli cierra la puerta—. ¿Cómo estás, Nones?
—Estoy bien. No dormí mucho ayer, y ya sabéis cómo me pongo cuando estoy cansada. Se me va la olla.
Ariel ríe un poco, pero Charli está más seria, y no parece convencida.
—¿Estás segura? —cuestiona de brazos cruzados, para luego apretar los labios.
—Sí, no tenéis de qué preocuparos. No sigáis alimentando mi ego. ¿Por qué no me contáis qué tal vuestros días? ¿Ariel, qué tal en la orquesta? ¿Charles, el entreno?
Mis hermanas se miran entre ellas.
—En realidad... —empieza Ariel, de puntillas—Habíamos pensado que podríamos ver una peli. Ya sabes, las tres juntas. Eso siempre nos anima.
Estoy a punto de decir algo cuando Charli se me adelanta.
—No es sólo para ti —me asegura, con actitud—, yo también he tenido un mal día. Créeme: octavo curso no es una broma.
Río por primera vez en todo el día.
—No, no lo es. Vale, veamos una peli.
Las dos sonríen satisfechas y se acomodan junto a mí en la cama, cada una a un lado. Charli me pone el portátil encima y acurruca su cabeza contra mi hombro, que es lo más cariñoso que le verás hacer. Ariel se abraza a uno de mis cojines. De pronto jadea, emocionada.
—¡Deberíamos ver esa peli del chico y la chica que fingen ser novios en fechas especiales!
Charli exhala con dramatismo, haciéndome reír.
—Agh, no puedo —le suelta.
Ariel se ofende.
—¿Qué pasa?
—Siempre quieres ver pelis románticas, qué asco.
Mis hombros se sacuden de la risa.
—Ya cambiarás de opinión —le digo yo, lo cual la asquea todavía más.
Y las miro a las dos, y la poca energía que me queda va directa a quererlas con todo lo que tengo. No sé qué haría sin ellas. No soy nadie por mi cuenta.
Charli niega con la cabeza.
—Nunca.
Espero a Sasha al final del mini pasillo. Estamos en su centro de rehabilitación y su último ejercicio de hoy es andar por un pequeño pasillo entre dos barandillas mientras se sujeta a estas. Digamos que ni ella ni las barandillas lo están pasando bien.
Ella gruñe, intentando que sus brazos no tiemblen.
—¡Vamos, Sasha! —la animo yo, sacudiendo un puño en el aire con entusiasmo. Sujeto su silla de ruedas para cuando llegue—¡Ya casi lo tienes!
—Por favor, deja de hablar.
—Está bien.
La chica que asiste el proceso de rehabilitación de Sasha le echa una mano para que pueda terminar el ejercicio. Finalmente, se deja caer en la silla. Yo la alabo con entusiasmo, aplaudiendo. Somos las últimas que quedan en la sala de rehabilitación.
—¡Lo has conseguido!
—Con la ayuda de Winnie —farfulla Sasha, regalándole como puede una sonrisa de agradecimiento a esta.
Le aprieta el hombro con la mano.
—Buen trabajo por hoy, Sasha —le dice—. No desistas, lo estás haciendo muy bien. Nos vemos la semana que viene, ¿vale?
Sasha le da las gracias y hacen un saludo con la mano antes de despedirse. Tomo el control de la silla de Sasha, causando que esta abra los ojos como platos. Rio y niego con la cabeza mientras la saco de la sala, deslizándola por el pasillo del hospital.
—Tranquila, Mendoza. No voy a matarte.
Entonces suspiro, con una gran sonrisa. Gira la cabeza para mirarme con desconcierto.
—¿Por qué sonríes tanto?
Me encojo de hombros. Ella saca un pequeño cartón de zumo de naranja de su bolsa.
—¿Por qué no iba a hacerlo? Tu rodilla va progresando adecuadamente y por si eso fuera poco, todo en mi vida va bien ahora mismo.
Sasha ríe con ironía. Tras sorber por la pajita, dice:
—¿Ah, sí? Porque que yo sepa, tu ex está con otro tío, eres el hazmerreír de Philly y tu puesto en el equipo de LeBlanc pende de un hilo. Pienso reclamártelo, ¿sabes?
—Qué maja. Vale, sí, Mac y yo no estamos en nuestro mejor momento. Y la cagué un poco en su día, pero... ni siquiera tu negatividad va a arruinarme el humor. ¿Vamos a por cafés? Invito yo, le diré a Xander que se venga.
Mi mente va a la velocidad de la luz ahora mismo. Estoy contenta, y no estoy dispuesta a aceptar un no como respuesta. Ni hoy, ni nunca. Sasha consigue librarse de mi agarre y empuja las ruedas de su silla, girando hasta quedar de cara a mí.
—Masipag, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? Aprecio mucho que me estés ayudando, pero no somos amigas.
Ruedo los ojos.
—Vale, ¿esperas que me crea eso cuando solíamos tener custodia compartida de una Bratz?
Me mira con una ceja alzada.
—Eso fue hace años. Antes de que cambiaras. Puede que tuvieras al resto de chicas del equipo comiendo de tu mano, pero a mí no me engañas.
Suspiro con dramatismo, echando la cabeza hacia atrás. Tengo las manos en los bolsillos de la chaqueta.
—Pero ¿de qué estás hablando? El equipo siempre fue falso que te cagas. Todas estábamos dispuestas a hacer lo que tuviéramos que hacer para llegar a la cima, y eso fue lo que hice yo. Ni más ni menos. Se trataba de convertirnos en las mejores, de eso iba todo, para todas.
—Ya —contesta ella—. Para mí no.
Me la quedo mirando, confundida. ¿Qué está intentando decir? ¿Acaso Sasha esperaba algo más de mí en esos tiempos? Estoy bastante segura de que todas sabíamos dónde nos metíamos.
—Pero no te preocupes —añade, alzando las manos, y suena despreocupada de verdad—. Todo vale en la gimnasia y la guerra, ¿no? Sobre todo si consigues un contrato de los gordos y eres Nova Masipag.
Ladeo la cabeza.
—Sasha.
Todo lo que dice a continuación, lo dice con paz e imperturbabilidad.
—Tranquila. No eres el centro de mi vida ni mucho menos. Simplemente... no me gusta ser falsa. Nos vemos la semana que viene.
Pensativa, me quedo quieta mientras Sasha se dirige a la salida. Antes de irse, mira hacia atrás una vez. Yo también la estoy mirando.
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Infame
Teen FictionNOVA MASIPAG no es una buena persona. Sin embargo, sí es una de las gimnastas con más promesa de los Estados Unidos. Con su talento y ambición, iba en camino de las Olimpiadas. Pero cuando sufre un accidente en televisión nacional, Nova se ve obliga...