capítulo 14.

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Tras cerrar Vinyl Prix, me pongo los cascos para abatir el silencio. "Do You Wanna Touch Me" de Joan Jett y los Blackhearts comienza a sonar y no puedo evitar asentir al ritmo. Xander tenía razón, este álbum es muy yo.

Me pongo a bailar por la acera, canturreando la poca letra que me sé. Subo en bancos y luego salto, moviendo mis pies. Me pongo bien la bufanda, ahora animada por la canción. Puede que haya sido un mal día, pero momentos así ayudan.

Dejo de cantar cuando me entra un mensaje. Y no cualquier mensaje.

Es Mac.

q te parece quedar mañana para el plan q hablamos? cita doble?

Rio sin dar crédito, negando con la cabeza. Pienso: luego soy yo la que está desesperada. Tecleo con mala leche, farfullando lo que escribo.

Pues claro que estaremos ahí.

Exhalo, poniendo las manos en los bolsillos. Tal vez esta sea la manera de devolvérsela al Hombre. O a uno de ellos, por lo menos.


Tengo la radio puesta mientras termino de retocarme el pintalabios, en mi cuarto. Me echo el pelo para un lado, mirándome en el espejo. Me estoy poniendo mi chaqueta larga de cuero cuando oigo a Charli decir:

—La abuela Babs siempre decía que el pintalabios es para putas.

Boquiabierta, me giro hacia ella. Está apoyada en el marco de mi puerta. Entonces ladea la cabeza.

—Peeero, cuando lo piensas, la abuela Babs también decía que Trump haría América genial otra vez, así que ¿qué sabría esa vieja?

Me río con ganas, negando con la cabeza.

—Ahora en serio, vas muy guapa —concede—. Muy elegante para tu cita falsa.

—Gracias —Entonces la señalo—. Y no te pases.

Paso por su lado después de coger mi bolso y le revuelvo todo el pelo. Ella resopla, pero no se peina. Nunca le ha preocupado mucho su aspecto, lo cual revienta a Jennifer, porque no puede arrastrarla hasta el centro comercial como excusa para comprarse zapatos nuevos. A pesar de ello, Charli siempre luce de lo más guay. Ojalá yo hubiera sido así a su edad, en lugar de llevar sombra de ojos azul y aparatos.

Cuando llego al último peldaño de la escalera, Jennifer actúa sorprendida.

—Casi no te había reconocido con lo pintada que vas —me dice.

—A la próxima me esforzaré más. ¡Hasta luego!

Estoy dirigiéndome a la puerta cuando me interpela de nuevo.

—¿A dónde te crees que vas?

—Al súper, ¿quieres algo?

Ella ríe entre dientes por mi sarcasmo, y yo hago lo mismo.

—Ya te gustaría poder ir tan lejos. Tienes que cuidar de Charli, ¿recuerdas?

Gruño, echando la cabeza hacia atrás. Kiwi, el gato, se pasea por la cocina. Caigo en la cuenta de que Ariel no está porque se queda a dormir en casa de su mejor amiga, Kim.

—Te dije que esta noche no podía, tengo planes.

—Pues cancélalos —resuelve, encogiéndose de hombros.

—Que los cancele...

Estoy a punto de abalanzarme sobre ella cuando papá me sujeta, evitando que pueda moverme de mi sitio. Charli aparece a nuestro lado.

—Mamá, deja que Nova vaya. ¡Estaré bien! Ya casi tengo quince años.

—Los cumples dentro de un año —replica papá, sin dar crédito—. Y sabes que eso no te hace mayor, ¿verdad?

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