EPÍLOGO

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Jimin

Yoongi: Voy a estar en el campo, en la zona oeste hoy.

Jimin: Okay. No hay problema.

Yoongi: ¿Crees que deberías seguir enseñando tan cerca de tu fecha de parto?

Jimin: Que yo sepa, no se sabe que enseñar a tocar la guitarra estimule el parto.

Yoongi: No te hagas el sabelotodo.

Jimin: Estoy embarazado. No discapacitado.

Yoongi: No es gracioso.

Jimin: Tampoco es su perversión de reproducción. Pero aquí estamos.

Yoongi: Llámame si pasa algo.

Jimin: ¿Ignoras mi broma?

Yoongi: No quiero perderme el nacimiento de mi hijo.

Jimin: Creo que después de mis clases te haré una mamada en el patio.

Yoongi: Estás loco. Pero te amo.

Jimin: Yo también te amo.

***

―¿Cuáles son mejores? ―le pregunto a Daesoo desde el otro lado de la isla de la cocina con una mueca de dolor. Llevo días con las putas contracciones falsas de Braxton-Hicks y he estado haciendo galletas para entretenerme. El bebé da patadas y me siento como una ballena varada. Quienquiera que dijera que el embarazo es hermoso puede morir de muerte ardiente, por lo que a mí respecta.

En los últimos días, he pasado de estar emocionado a desear poder emitir una orden de desahucio. Daesoo es lo que me mantiene cuerdo ahora mismo.
Daesoo es el que me hace sonreír.

En cuanto se bajó del autobús escolar, nos dirigimos a la casa y saqué dos platos de galletas.

Ahora mismo tiene macadamias de chocolate blanco en una mano y smarties de mantequilla de cacahuete en la otra, y va dando mordisquitos alternativamente como si fuera un auténtico entendido en galletas.

Y supongo que después de estos dos últimos días, lo está. Nos hemos estado lavando mucho los dientes para compensar la ingesta de azúcar.

Cierra los ojos y levanta un dedo de forma dramática. No puedo evitar reírme de él.

―Smarties ―anuncia.

―Sí. Creo que tienes razón. ―Gimo mientras me subo al taburete junto a él y le doy un mordisco a uno.

―Oye, Jimin ―dice, volviéndose hacia mí.

―Hola, Daesoo ―Le guiño un ojo.

―¿Puedo preguntarte algo?

―Siempre.

Sus grandes ojos azules adoptan una expresión de incertidumbre y sus labios se aprietan.

―¿Cómo te va a llamar el bebé?

―Bueno, los bebés no hablan, Daesoo, así que imagino que balbucearán un montón de mierda al azar.

Se burla de mí y pone los ojos en blanco, como si fuera su padre.

―Me refiero a cuando puedan hablar. ¿Te llamará papá?

Mis ojos recorren su cara mientras mastico. No hace ni un año que lo conozco y todavía me maravillo de lo mucho que ha cambiado.

―Imagino que sí.

Un suspiro levanta y luego deja caer sus pequeños hombros mientras mira su galleta.

―¿Crees que...? ―Me mira de nuevo―. ¿Crees que estaría bien si yo también te llamara papá?

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