Capitulo 36

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Yoongi


Yoongi: ¿Qué estás haciendo? ¿Trenzandote el cabello?

Jungkook: No, pulirme las uñas.

Yoongi: Vamos a llegar tarde.

Jungkook: Amigo. Tu evento ni siquiera es hasta mañana. Tómate un respiro.

Jungkook: ¿En serio estás fuera de mi casa tocando la bocina ahora mismo?

Yoongi: Sí. Hacer esperar a la gente es de mala educación.

Jungkook: No puedes apresurar la perfección.

Yoongi: Nada en ti es perfecto.

Jungkook: No. Pero este cartel que te hice sí lo es.

***


―Desearía que te dieras prisa y tuvieras ya este bebé. Estoy tan emocionado. ―Taehyung rebota en su asiento en la parte trasera de mi camioneta. Prácticamente puedo ver la emoción que desprende por el retrovisor.

―Tae. Ata tus caballos. Estoy embarazado de tres meses ―responde Jimin desde detrás de mí.

―No ha dejado de hablar de ello. ―Jungkook se ríe mientras sus dedos tamborilean en la puerta del asiento del copiloto, justo encima de donde ha encajado protectoramente la cartulina que ha creado para mi evento de mañana. Es brillante y se lee: No está mal. Para un viejo.

Maldito Idiota.

―Pero va a ser el bebé más bonito. Estoy tan preparado para ser el tío genial.

El revuelo en torno al nuevo bebé no ha cesado en absoluto desde que lo supimos todo. Todo el mundo está encantado. Pero nadie más que Daesoo. Cuando nos sentamos y se lo contamos, lloró de felicidad. Y yo también.

Me hormiguea el puente de la nariz sólo de pensar en cómo mi vida ha vuelto a cambiar tan deprisa. Tan inesperadamente.

Es un maldito tema para mí en este punto.

―Hombre. ―Jimin golpea a mi hermano en el hombro―. Lee entre líneas. Deja de marear la perdiz y haz que nuestros hijos crezcan como mejores amigos.

La cara de Jungkook se vuelve seria y sacude la cabeza con solemnidad, pero veo ese tic perturbador de sus labios. El mismo que me delataba cuando era niño.

―No sé qué decirte, Jimin. Seguimos practicando y practicando, y practicando, y nunca pasa nada. Es agotador, ¿sabes? Tengo que preguntarme si es por todos los anticonceptivos que estamos usando.

―Cómete una polla, chico. ―Tomo mi turno, golpeando una mano contra el pecho de mi hermanito.

―No, cariño ―dice Taehyung― es que tú no tienes una manía reproductora.
―Él ni siquiera puede pronunciar las palabras sin resoplar y jadear.

―Nunca voy a olvidar eso, joder. ―Aprieto los dientes para no sonreír.

Lo que escucho de vuelta es un coro de "no" de todas las personas de mi camioneta. Pero también siento la mano de Jimin deslizarse sobre mi hombro para darme un pequeño apretón. Levanto la mano y la pongo sobre la suya, sabiendo que, bromas aparte, los dos estamos entusiasmados con esto.

Estamos sorprendidos y un poco desprevenidos, pero felices. Muy felices.
Nunca me he sentido mejor siguiendo la corriente. Aunque suene cursi, nunca me he sentido más en paz. Pasé años sintiéndome abandonado. Enfadado. Sintiendo que todo el mundo a mi alrededor lo tenía todo a su favor y yo estaba atrapado en la rutina de la responsabilidad.

Y entonces el huracán Jimin llegó a la ciudad y lo puso todo patas arriba de la mejor puta manera.

Aprieto su mano y me la llevo a los labios, apretando un beso en los nudillos del hombre que elegí, de la vida que elegí.

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