Capitulo 25

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Jimin



Yoongi: Sólo necesito como diez minutos más.

Jimin: ¿Alguna conjetura sobre si me he puesto o no bragas esta mañana?

Yoongi: Estoy sentado con mi papá en este momento. No necesito una erección.

Jimin: Sin bragas. Mi gatito está demasiado dolorido por cabalgar tu enorme palo.

Yoongi: Chico, ¿estás ignorando intencionalmente mis instrucciones?

Jimin: No me digas lo que tengo que hacer. Creía que ya lo habíamos establecido.


***

―¡Jimin! Vámonos.

Mi cabeza da vueltas al escuchar la voz autoritaria de Yoongi, ladrándome como si trabajara para él. Como si no fuera mi "día libre" y no hubiéramos pasado toda la noche follándonos a tope. Sacudo la cabeza y abro los ojos hacia Daesoo.

―Deberíamos escondernos de él ―dice Daesoo, soltando al instante la tiza.

Hemos adornado todo el camino de entrada con corazones de todos los colores, formas y tamaños.

Asiento con la cabeza.

―Por supuesto que sí.

―¡Lo sé! ―Desliza su mano por la mía e intento no pensar en lo pegajosa que está. Me río por lo bajo y lo sigo mientras me arrastra detrás de un gran pozo que hay junto a la casa. El cemento asoma entre las capas de piedra y las viejas vigas de madera se elevan por encima. Hay un cubo colgado de una cuerda, pero tiene pinta de estar en desuso.
Es encantador, y simbólico, y huele a pedernal mojado, o al patio después de una tormenta.

―¡Hola! ―Daesoo asoma su carita por la abertura, cacareando cuando su saludo le devuelve el eco.

Me hundo en el suelo y le arrastro conmigo.

―Cállate, diablillo. Nos va a escuchar.

―Ah, sí. Claro. ―Daesoo se ríe más. Un niño tan feliz y bobalicón, aunque su capacidad de atención deja mucho que desear―. ¿Eh, Jimin?

―Hola, Daesoo ―respondo secamente, ya que la parte de estar callado obviamente no le ha llegado.

―A veces desearía que fueras mi padre.

Parpadeo al ver al chico, demasiado aturdido para hablar, así que él continúa.

―¿En esa fiesta de cumpleaños? ¿Donde me retuvieron bajo el agua? Me dijo que no le gustaba ni a mi padre.

Quiero empujar a ese niño al agua otra vez.

―Bueno, no sólo me gustas, Daesoo. ―Mi voz sale cargada de emoción, pero no estoy seguro de que él la capte―. Te amo.

―¿Sí? ―Su sonrisa es tímida... tentativa.

―Sí. Y ese chico es un gran imbécil.

Su mano le tapa la boca y sus ojos se abren de par en par antes de susurrar―: Y yo también te amo.

Al instante lo atraigo hacia mí, sintiendo su pequeño cuerpo apretarse contra el mío justo donde estamos arrodillados en el suelo.

―¡Daesoo! ―La voz de Yoongi está más cerca esta vez―. ¡Jimin! ¿Por qué parece que el día de San Valentín vomitó por toda la entrada?

Me tapo la boca con una mano para contener la risa. Por supuesto, así es como lo vería Yoongi. Maldito pesimista.

―Ustedes dos se creen graciosos, ¿no?

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