Capítulo 9.

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Mi padre sigue sentado en el mismo sitio donde estaba antes, leyendo lo mismo y con la misma expresión de admiración hacia su propio trabajo que antes.

Sonrío al verle y pienso en todo el daño que le hice cuando pasó lo de Álvaro, en cómo fui capaz de dejarle solo cuando él también estaba pasando un mal momento porque no sabía si tendría que cerrar la escuela, ya que el teatro no tenía tanto éxito como antes. Fue entonces cuando un grupo de jóvenes llamó a su teléfono y le pidieron entrar a la escuela y que fuera su profesor. Esos chicos salvaron a mi padre e hicieron que la escuela tuviera más éxito todavía. Poco a poco han ido entrando y saliendo más gente, ahora tiene un grupo bastante bueno, como dice él, tienen potencial y sobre todo, pasión por lo que hacen, que es lo más importante.

Mi padre habla de sus alumnos como si fueran sus propios hijos, cada vez que me cuenta cosas de ellos lo hace de una forma tan especial que alguna vez ha hecho que me sintiera cercana a ellos, es como si les conociera de toda la vida y eso que ni siquiera les he visto en persona nunca, no sé ni cómo es cada uno y ya hasta se me han olvidado sus nombres.

-Irina, tengo que pedirte un favor.

Cuando mi padre me llama por mi nombre no es nada bueno, casi nunca se dirige a mí de esa forma, siempre usa motes cariñosos y palabras de amor. Oír mi nombre de su boca hace que me provoque escalofríos, no estoy acostumbrada y no me gusta.

-¿Qué pasa papá?-le pregunto.

-Tienes que hacerme el favor de ir hoy a la escuela por mí, tengo un trabajo que hacer fuera de la ciudad, en Toledo y no puedo ir a la escuela hoy-dice.

-¡Papá!-digo.

-Antes de que vayas a decir cualquier cosa, déjame hablar. No tienes que hacer nada, solo abrir la puerta, quedarte allí dos horas y cerrar cuando terminen. Esta obra es importante, lo era para mamá y lo es para esos chicos, están motivados y es importante, por favor cielo-dice mi padre apenado.

-Tenía cosas que hacer hoy papá, joder, vale vale iré, da igual-digo.

Ver la cara de mi padre es lo que me acaba convenciendo. Sé que si me pide esto es por un motivo importante y también sé que antes de pedirme esto habrá intentado mil formas de que no llegase a pasar el tener que pedirme que vaya hoy a la escuela por él sabiendo lo que odio todo esto.

-Gracias tesoro, eres la mejor.

-Iré a cambiarme y a prepararme, más te vale que sea la última vez-le digo vacilando.

Cualquier cosa que este hombre me pida lo haría sin pensarlo, pero me cuesta ir hoy, lo primero porque no me gusta este mundo y lo segundo porque por fin me había convencido de dar el paso de devolver a Álvaro sus cosas.

Escribo un mensaje a Álvaro y otro a Lucía para avisar a ambos de que hoy no va a poder ser.

Abro mi armario para cambiarme la parte de arriba de la ropa, pero en vez de eso encuentro un chaleco vaquero corto que es del mismo color que el pantalón y me lo pongo por encima de la camiseta negra. Cambio mis deportivas por unas botas cowboy negras también y cojo un bolso grande largo. Me suelto la coleta y recojo mi pelo en una trenza despeinada lateral. Me pinto un poco las pestañas y aplico un poco de colorete anaranjado en mis mejillas y para darle el toque final, un brillo labial.

Me miro al espejo un par de veces y vuelvo a salir de la habitación para prepararme algo de comida. Dejo el bolso en el recibidor, en el perchero.

Cojo un paquete de macarrones y unos taquitos de bacon de la nevera para preparar una carbonara.

-¿Vas a comer?-le pregunto a mi padre.

-No cielo, tengo que irme ya, te veré por la noche.

-Papá si se te hace tarde, no conduzcas muy de noche, quédate en un hostal y vienes mañana, ¿vale? Ten mucho cuidado por favor-le digo.

-Si cielo, lo tendré, cualquier cosa me avisas. Te llamaré cuando pueda, te quiero.

Me dice mientras que me abraza. Sale de la cocina y me quedo sola. Oigo el ruido de la puerta, por lo que ya se ha ido.

La Saga Destino: Conocerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora