Capítulo 24.

5 4 0
                                    

Al salir del ensayo cada uno se va en dirección hacia sus casas, incluyendo mi padre que me deja a solas con Enzo en la calle justo en la puerta de la escuela.

-¿Entonces vamos a cenar?-me pregunta Enzo.

-¿Qué hago aquí si no? Me muero de hambre, así que vamos por favor-le digo dando un golpecito en su brazo.

Caminamos por las calles del centro de Madrid en busca de un restaurante de sushi que nos guste. Hay muchos pero ninguno que nos guste de momento, hasta que de repente vemos uno que toda la entrada son plantas en forma de enredaderas y todo es de madera. Parece bonito y tiene buena pinta así que decidimos entrar en él. La decoración de dentro es semejante a la de fuera, todo de madera y lleno de plantas, algunos rótulos de neón con letras japonesas y pegatinas en forma de sushi por las paredes.

Esperamos a ser atendidos en la recepción hasta que viene un camarero japonés para dirigirnos a nuestra mesa, donde cenaremos esta noche.

El amable camarero nos sienta al fondo del restaurante en una esquina. la mesa está en el centro y alrededor en vez de sillas, hay sofás, lo cual resulta agradable y acogedor. Enzo me invita con la cabeza a que sea yo la primera en sentarse y le obedezco mientras que observo como se sienta él después.

El camarero nos entrega la carta y ambos nos quedamos fascinados por la gran variedad de platos que hay en el restaurante, aunque lo que más nos impresiona es que el precio es bastante económico para la calidad que parece tener la comida.

-Necesito probar este arroz al curry, tiene una pinta deliciosa-me dice Enzo señalando al plato de la carta.

Después de un rato largo para decidirnos, al final acabamos pidiendo al camarero todo lo que nos ha parecido buena opción para cenar, en el fondo creo que hemos escogido demasiada comida y que no vamos a ser capaces de comernos todo, pero Enzo ya me ha dicho que tenía hambre y que él normalmente suele comer en grandes cantidades, lo cual me alivia un poco.

-El día del retiro te pregunté si eras feliz y me dijiste que dentro de lo que puedes lo eres y quería preguntarte, si ahora también lo eres-me dice Enzo.

-Es complicado Enzo, mi felicidad no es como puede ser la tuya. Ya te he dicho que cargo muchas dentro y eso siempre se interpondrá entre yo y la felicidad plena-le digo.

-Puedo ayudarte a trabajar en ello, si así lo quieres-me dice.

-Enzo, no quiero parecer borde, pero no necesito tu ayuda ni te necesito a ti para ello, valoro tu compañía de verdad y valoro también que quieras ayudarme, pero puedo sola-le digo de la forma más amable posible que puedo.

-Todo el mundo necesitamos algo Irina, todos alguna vez necesitamos ayuda-me dice.

-¿Por qué te preocupas tanto por mí cuando apenas me conoces?-pregunto extrañada ya después de ver tanta preocupación por su parte.

-Le debo a tu padre más de lo que te puedas imaginar, estoy en deuda con él y no creo que haya más importante para él que tú, su hija-dice.

-¿Me estás queriendo decir que te has acercado a mí solo por mi padre?-digo un poco molesta.

-¡No! No es es eso, esa es una parte por supuesto, pero los pocos momentos que he pasado contigo me han servido para darme cuenta de que eres una buena mujer y que te mereces la felicidad plena. Lo siento si ha sonado de otra forma, no quería decir eso-dice.

-¿Sabes lo que creo Enzo? Que detrás de todas esas palabras o actos, hay un chico que en el pasado no era tan bueno como ahora y quiere salvar a todo el mundo que está a su alrededor para sentirse en deuda con lo que hizo en el pasado.

Enzo me mira y no dice nada, se queda perplejo ante mis palabras, como si analizase cada una de ellas. Deja de mirarme y es ahí donde empiezo a entender todo, su acercamiento conmigo, su deuda con mi padre, su amabilidad tan profunda y sus grandes ganas de vivir al máximo.

-Me parecería justo que ambos nos hiciésemos una pregunta sobre la vida del otro, así nos conoceríamos más-me dice.

-¿Por qué estás tan interesado en conocerme? No lo entiendo.

-¿Esa es tu pregunta?-me pregunta alzando las cejas.

-No. ¿Quién era el Enzo del pasado, con el que intentas estar en paz?-le pregunto extendiendo los brazos en la mesa de forma interesante.

Enzo coge aire y me mira. Suspira y se muerde el labio nervioso.

-Cuando era un crío era todo lo contrario a lo que soy ahora, era conocido en el barrio por ser bastante problemático y por darle a mis padres más disgustos que alegrías, llegué a pasar varias noches en calabozos de menores, por cualquier tipo de gamberrada que se me ocurría. Mis compañías no eran buenas, y eso también afectaba mucho a mi comportamiento. Cuando tu padre me encontró yo estaba haciendo una obra de teatro en la calle porque me lo habían pedido como trabajo social para entretener a niños-hace una pausa para mirar hacia el techo y coger aire-Tú padre me lo dió todo, me abrió las puertas de la escuela y me trató como a un hijo, teniendo una paciencia infinita conmigo y sobre todo me ayudó a volver a recuperar la relación con mis padres. Así que estoy en deuda con él, porque nunca me juzgó por lo que era, sino, que confió en lo que podría llegar a ser.

Miro boquiabierta a Enzo, analizando todo lo que acaba de contarme. Nunca jamás hubiese pensado que su pasado hubiera sido complicado, al revés, pensaba que era un niño de papá y que siempre había tenido todo lo que quería, pero claro, no conocía esta parte de él y en el fondo sé que todavía me quedan muchas cosas de conocer sobre este chico misterioso que tengo delante mía cenando sushi. Me sorprende que mi padre no me haya advertido sobre Enzo ahora que sabe que paso gran parte de mi tiempo con él, pero supongo que entre ellos habrá una conexión real y que mi padre no ve a ese Enzo del pasado, sino que ve al hombre bueno y amable que es ahora, al que yo he conocido.

-Lo siento-digo-No quería que te sintieses incómodo al tener que contarme esto-digo en voz más baja.

-No te preocupes, a día de hoy ya no es algo que me avergüence, al revés, me hace sentirme orgulloso de lo que he conseguido. Pero ya hablaremos más sobre mí, ahora me interesa conocer un poco sobre tu historia-dice sonriendo.

-Es complicado, yo lo soy, porque mi historia no ha sido fácil-digo bajando la cabeza.

-No creo que haya sido peor que yo en el pasado, así que soy todo oídos para escucharte-me dice.

-¿Te lo cuento mientras damos un paseo?-le digo intentando evadir el tema de conversación.

La Saga Destino: Conocerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora