Capítulo 49.

5 4 0
                                    

Pedimos un Uber desde la puerta del hotel hasta el barrio rojo, no podía caminar tanto con los tacones que me he puesto y mucho menos podía ir en metro tal y como voy vestida. El camino se hace ameno, disfrutamos de las vistas y conversamos con el chofer, quien para nuestra sorpresa, habla perfectamente en nuestro idioma.

-Es aquí señores, que disfruten de Paris. Hacen una pareja preciosa-nos dice.

Enzo y yo nos reímos pero no le respondemos, si no que le damos las gracias y bajamos del coche. Es normal que piense que somos pareja, tenemos una relación muy cercana y supongo que quien no nos conoce puede llegar a confundir nuestra amistad con una relación amorosa, pero nos hace mucha gracia que nos lo digan así tan natural.

-Pareja-repite Enzo.

-Pareja preciosa de hecho-le corrijo riéndome.

Caminamos hacia el Moulin Rouge, que es todavía más impactante verlo también en persona. Los colores rojos, el molino con sus grandes aspas, la gente haciéndose miles de fotos y riendo a carcajadas. El sonido es agradable, hasta los coches resultan diferentes y bonitos si están aquí en Paris. Nos compramos unas crepes mientras que caminamos por la calle principal. Observamos y analizamos todo al detalle, Enzo no para de hacerme fotos y yo a él también le hago unas cuantas, aunque nada que ver con las suyas a mí. Pedimos a la gente que nos hagan juntos para tener el recuerdo también toda nuestra vida, pienso hacer un álbum de fotos en cuanto estemos de nuevo en Madrid.

No quiero que este viaje acabe nunca, pero para nuestra desgracia, mañana a estas horas estaremos cada uno en su casa, yo por supuesto le hablaré a mi padre de este viaje durante días y semanas sin parar. Enzo terminará de preparar la obra y en pocas semanas, el estreno llegará por fin.

Me da miedo que una vez acabe la obra y yo el negocio nuestra amistad se enfríe, esos dos motivos son los que nos han unido y me da miedo que después, ya no queden razones por las que seguir siendo amigos.

Cuando la gente se va del Moulin Rouge, nosotros nos acercamos para hacernos fotos, en solitario y juntos, como llevamos todo el viaje haciendo.

-¡Levanta una pierna!-me dice Enzo.

-No pienso hacer eso, voy a caerme con estos tacones.

Pongo los ojos en blanco y levanto la pierna como si perteneciera al interior del espectáculo, espero que no me vea mucha gente haciendo el ridículo, porque es algo vergonzoso ver mi imagen ahora mismo.

Enzo me imita en sus fotos y ambos nos reímos por la situación. Le devuelvo su teléfono y se queda parado delante mía, sin decir ni una palabra, me mira y sonríe. Se acerca y me da un beso en la frente.

-Sé que no me lo vas a jurar, pero...¿Me juras que eres feliz?

-Lo soy, no te lo voy a jurar como bien sabes, pero lo soy.

Le abrazo y él me aprieta con fuerza, como si no quisiera despegarse de mí. Volvemos a la zona de nuestro hotel y caminamos por la torre, todo lo cerca que podemos ya que no se puede pasar dentro a estas horas. La vemos iluminada y es todavía más bonita que por el día.

-Irina, yo...

-¿Está todo bien?

Enzo me mira y parece estar pensando qué decir, veo cómo se pone nervioso y le tiembla el labio. Le cojo la mano para tranquilizarle.

-¿Qué pasa Enzo?

Se acerca a mí, demasiado para lo que podría imaginar, más cerca que nunca. Sus ojos se cierran lentamente y yo me quedo quieta, como si no pudiese moverme o articular palabra. Le miro analizando cada detalle de su rostro en cuestión de segundos, viendo como se le marca la mandíbula por los nervios y como su nariz se infla más de lo habitual, notando como su respiración y pulso se aceleran.

¿Va a besarme? No puede ser, un beso no puede arruinar nuestra amistad, no puedo permitir que una confusión arruine todo esto, por mucho que en otro momento le hubiese besado y por mucho que me hubiese gustado que ciertas cosas fuesen diferentes entre nosotros.

Cojo su mano y con mi otra mano le paro presionando despacio su pecho, apoyo mi frente en él y niego con la cabeza.

-No estropeemos esto por una confusión-le digo susurrando en su pecho.

-Lo siento, yo...No sé en que estaba pensando, me he dejado llevar por la situación y por el ambiente y no debería, perdóname no volverá a ocurrir.

-No tienes que pedirme perdón por esto Enzo, no pasa nada.

No me responde y comienza a caminar a unos pasos alejados de mí, yo le sigo por detrás. Una parte de mí se lamenta por no haberle besado cuando quizás sí que me apetecía y la otra sigue firme con la decisión de haber frenado el momento.

Entre Enzo y yo no puede pasar nada, no estaría bien, no sería lo correcto.

La Saga Destino: Conocerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora