Capítulo 50.

5 4 0
                                    

No me quito de la cabeza el pensar que anoche casi nos besamos. Al llegar a la habitación ninguno dijo ni una palabra y nos dormimos en seguida, sé que Enzo salió un par de veces a la terraza de la habitación a fumar, supongo que sus pensamientos eran exactamente iguales que los míos...¿Qué habría pasado si llegamos a besarnos?

Todo hubiese cambiado, nuestra amistad se hubiese estropeado y nosotros nunca funcionaríamos, pero si hay algo que no me quito de la cabeza desde ese casi beso, es que probablemente sienta más cosas por Enzo de las que pensaba y de las que estoy dispuesta a admitir.

El miedo me frena en todos los aspectos de mi vida, siempre me ha pasado y sabía que el enamorarme no iba a ser fácil nunca, pero tampoco esperaba ni estaba en mis planes encontrar al hombre más perfecto que podría haber imaginado. Cualquier mujer querría estar con él, es atento, cariñoso, bueno, detallista y nunca pide nada a cambio, simplemente, es Enzo.

He salido de la ducha y me he vestido con lo primero que he cogido, Enzo se ha vestido con sus pantalones vaqueros favoritos, una camiseta negra y sus zapatillas blancas. Ambos estamos listos para irnos a desayunar y pasar el día por Paris.

-¿Estás lista?-me pregunta.

-Si, vamos.

Salimos del hotel y caminamos un largo recorrido hasta ver ciertas cosas que nos faltaban por descubrir. En Paris hay varios rincones preciosos que no son tan conocidos, hay una plaza que está llena de palomas y de músicos tocando y hemos decidido sentarnos en unas escaleras a disfrutar del buen día que hace. Lo que más gracia nos hace son los que intentan estafar a la gente con el típico juego de "¿dónde está la bolita?".

Nos compramos unas palomitas y una botella de agua para seguir disfrutando y le damos de comer a las palomas. No son animales que me agraden mucho, pero Enzo es tan animalista que es imposible tener un mal comentario hacia ningún tipo de animal, aunque sea una araña o una cucaracha.

Paseamos por una calle que está llena de tiendas y una llama mi atención. Me apetece tener un gesto bonito con Enzo por lo que entro directa y me acerco al comprador, intentando comunicarme con él lo mejor posible, usando el traductor del móvil.

-Quiero un casco de moto negro con una inicial.

El dependiente me pregunta que inicial sería y le indico que sería la "I" de mi nombre. Quiero que me lleve siempre con él, quiero que cuando no esté conmigo me recuerde y siempre sepa que puede contar conmigo. Enzo se ha quedado en otra tienda probándose camisetas de recuerdo de Paris.

-Son doscientos euros.

Me parece horriblemente caro, pero lo pago sin dudar, Enzo acaba de regalarme un viaje a Paris que seguramente haya costado el triple que esto y además, si se trata de él, no importa lo que cueste, lo único que importa es que quiero hacer algo por él.

Me indica que tardará un poco en hacerlo y que puedo pasarme en media hora. Abandono la tienda y vuelvo con Enzo para probarnos camisetas y hacernos fotos en los probadores.

-Quería darte las gracias otra vez por este maravilloso viaje-le digo sincera.

-No tienes que dármelas, ya lo sabes.

No quiero que esto acabe, no quiero volver a la realidad y no quiero que nada cambie entre nosotros nunca.

-Enzo yo...Yo...Te...

Enzo me mira sorprendido y extrañado a la vez, esperando a que termine la frase.

-Te agradezco mucho lo que haces por mi.

No sabía muy bien que estaba haciendo. ¿Decirle que le quiero? No puedo. ¿Decirle que me hubiese encantado conocerle en otro momento de mi vida y poder estar con él ahora sin miedos? Menos todavía.

No podía hacerle esto, no a él. No puedo condenarle a una vida de dudas y de miedos, él merece que le amen tanto como sé que él me ama a mí.

El amor duele, por eso quizás esté sintiendo esta presión en el pecho al pensar que algún día Enzo dejará de esperar por mí y conocerá a una persona que le ame.

Salgo de nuevo para ir a buscar el casco de moto. Enzo espera fuera.

-Esto es para ti.

Enzo coge el casco y lo mira asombrado, feliz y con los ojos lagrimosos.

-Es precioso Irina, es increíble, no tendrías porque haberlo hecho.

-Lo sé, pero quería que tuvieses algo que te recuerde siempre a mí.

-Irina, no necesito un casco para acordarme de ti, siempre te llevo conmigo, aquí-dice poniendo mi mano en su corazón.

Sonrío y le abrazo, él me aprieta más fuerte y nos quedamos un par de segundos sin movernos, dejando que el tiempo pase.

La Saga Destino: Conocerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora