Capítulo 32.

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El restaurante es agradable, con ambientación mexicana, como si de verdad estuviéramos en un restaurante de México. Tiene hasta el mínimo detalle, todo bien cuidado, con un olor increíble y con una decoración maravillosa.

Los camareros van vestidos como mariachis, todos natales de allí y super agradables. Han reconocido a mí padre en cuanto hemos entrado por la puerta y nos han sentado en la mejor mesa de todo el restaurante, alejados del resto, divididos por una cortina y con una gran televisión conectada a un equipo de música para que pongamos lo que queramos mientras cenamos.

-¿Dónde está mi empresaria favorita?-dice Lu abriendo las cortinas.

Me levanto corriendo para abrazarla y vuelvo a derramar alguna lágrima de felicidad, al igual que ella.

Sabía que esta noticia la haría feliz y querría compartirla conmigo, al igual que yo con ella. Es una gran amiga, tiene sus cosas como todo el mundo, pero es maravillosa. Quizás un poco distante a veces ya vive en su mundo, pero cuando la necesitas, está ahí la primera siempre. Tengo mucha suerte de tenerla.

-Te lo mereces amiga mía, más que nadie en el mundo-me dice mientras sigue abrazada a mí.

-Gracias Lu, esto es muy importante para mí.

Le indico a Lu cuál es su silla después de presentarle a todos los chicos, menos a Enzo, al que tuvo la oportunidad de conocer aquella noche en el pub donde trabaja su novio como DJ.

Lu se sienta a mi lado izquierdo, Enzo está a mi otro lado. Los demás están situados como han querido, todos en la mesa circular donde nos han sentado. Hablan entre sí y parece que están disfrutando. Mi padre tenía razón, son un gran grupo de chicos, muy diferentes entre sí, pero comparten dos cosas todos ellos, la pasión por el teatro y el respeto hacia mi padre como para haber dejado sus cosas personales para venir a celebrar que mí me han dado un local para cumplir mi sueño.

-¿Ya saben lo que van a pedir?-nos dice el camarero con su gran acento.

Todos pedimos lo que queremos, Enzo y yo vamos a compartir unos nachos y unos tacos de pollo y verduras con salsa picante.

Esperamos a que nos traigan la cena mientras disfrutamos de una gran conversación, al menos para mí, ya que les estoy contando todo mi proceso de cómo decidí querer ser autónoma y tener mi propio negocio. Enzo me mira sin pestañear, aunque ya sabe la historia más o menos resumida, escucha atento como si fuese la primera vez que me oye hablar de esto, como si de verdad le importase todo esto.

-¿Quieres que después vayamos a mi casa?-me pregunta Enzo.

-Claro-le digo.

Probablemente hoy sea uno de los mejores días de mi vida, por fin después de tanto tiempo me siento feliz  y siento también como voy recuperando las ganas de volver a ser yo y de poder vivir vivir una vida tranquila y buena.

Sé que Enzo tiene mucho que ver con todo esto y también sé que no es muy normal que una persona a la que apenas conozco haya puesto mi vida patas arriba y haya conseguido en tan poco, lo que mi padre y Lucía llevan intentando mucho tiempo. Es increíble, ni siquiera sé describirlo con palabras, porque tampoco sé el motivo por el que Enzo ha conseguido este avance en mí misma.

Después de la maravillosa cena, hablando y riendo todos, nos levantamos y pago la cuenta feliz, porque todo el dinero ha merecido la pena con tal de pasar este rato tan agradable.

La Saga Destino: Conocerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora