Capítulo 20.

5 4 0
                                    

Ya le han dado a mi padre fecha para el estreno de la obra, en un mes y medio tendrán que enfrentar los nervios y la alegría de poder representar la obra al mundo y yo estoy feliz por ellos. Estos días he estado pasando tiempo con Enzo y con mi padre a la vez, ya que ha venido en varias ocasiones a casa para hablar sobre la obra y sobre sus planes de futuro. Yo solo les escuchaba y de vez en cuando participaba en la conversación aunque no demasiado siendo sincera.

También he quedado para cenar con Lu, quien me estuvo contando de forma enamoradiza lo bien que le va a ella y a Facundo juntos. Me alegro por ella, se merece una persona sana y buena al lado que la haga feliz, como ella me ha hecho feliz a mí durante todos estos años. Ella me pregunta por Enzo todos los días, cree que me gusta y yo aunque se lo niegue a todas horas, sigue insistiendo en que desde que le conocí parezco otra persona. Quizás tenga razón, pero no me gusta, no hay hueco en mi cabeza ni en mi corazón para una relación ni para pensar en si me gusta o no alguien, eso ya pasó y mi vida se basa ahora en mí misma y en mi futuro, dejando al lado cualquier tipo de relación que no sea como la que comparto ahora con Enzo, una posible amistad.

A pesar de todos mis esfuerzos por sanar mentalmente creo que nunca podré hacerlo del todo, siempre me acompañará el recuerdo del pasado y el dolor que he tenido que vivir. Eso nunca va a desaparecer y siempre de una forma u otra va a ser parte de mí, por mucho que yo quisiera ser de otra forma, no puedo. Los miedos y las inseguridades están ahí, en el interior de mi mente y no van a irse nunca.

-¡Enzo!-grito desde mi habitación para que logre escucharme desde el salón.

-¿Qué necesitas?-me dice apoyado en mi puerta.

-¿Tienes planes esta tarde?-le pregunto.

-Eh...Con tu padre, tenía cosas que hacer, íbamos a ir a comprar decoración para la obra, ¿por qué?.

-No, por nada, era solo curiosidad, no te preocupes. Puedes irte-le digo.

-¿Seguro?-me pregunta.

-Segura, vete-digo más seria que antes.

Había pensado en preparar un picnic en el retiro después de montar en las barcas. Me apetecía hacer un plan diferente, ya que hace buen tiempo. Me ha molestado que me diga que ya tenía cosas que hacer con mi padre aunque no entiendo el motivo de que eso me moleste, Enzo no me debe nada y no tiene porque pasar tiempo conmigo, en realidad con quien más debe pasar tiempo es con mi padre, ya que tienen la obra a medias y tienen que preparar todo.

Me tumbo en la cama y apoyo mi cara en la almohada, estoy enfadada y no entiendo porque, no debería.

-¡Eh! ¿Dónde quieres ir?-dice Enzo.

Levanto la cara de la almohada y le miro, como acto reflejo la cojo y la tiro contra su cara.

-¿Qué haces?-dice mientras vuelve a tirarme la almohada.

-No quiero ir a ningún sitio, déjame sola-digo.

Enzo camina hacia mi cama y con toda la confianza y libertad del mundo se sienta a mi lado, pero no me siento incómoda en absoluto.

-Es que eres una arisca, no sé porque me caes bien de verdad-me dice riéndose.

-Largo, vete, no quiero hablar contigo-le digo volviendo a tumbarme en la cama.

-Vale, vístete, nos vamos, tienes diez minutos-dice levantándose de la cama.

Refunfuño para mis adentros y me levanto de la cama para hacer lo que me dice. Cojo lo primero que encuentro, un vestido largo blanco y me pongo unas sandalias a juego con el bolso beige.

-Ya estoy-digo apareciendo en el salón.

Mi padre se asombra al verme vestida así ya que no es algo muy común ni normal.

-Estás increíble cielo-me dice sonriente.

-Gracias. ¿Nos vamos?-le pregunto a Enzo.

-Vamos-me responde.

-Espérame fuera, ya voy.

Cojo rápido lo primero que encuentro en la nevera que pueda servirme, después busco por los armarios. Odio tener que hacer todo con prisas y sin organizarme bien.

-Es la primera vez que te veo nerviosa desde hace mucho tiempo-dice mi padre.

-Papá déjate de tonterías por favor, no estoy nerviosa, estoy enfadada más bien. Adiós, me voy.

Salgo por la puerta y me reencuentro con Enzo, quien sonríe al ver mi cara de enfadada.

-No me hace gracia, que lo sepas-digo.

-Estás adorable cuando estás nerviosa, que lo sepas.

-Eres insufrible a todas horas-le digo adelantándole para no tener que hablar más con él.

Llegamos al retiro después de un largo paseo. Al final he decidido disfrutar del día y no seguir enfadada ya que es una tontería. Al final ha decidido venir conmigo y eso es lo que importa.

-¿Quieres que montemos en las barcas?-le pregunto.

-Podría ser divertido, preferiría ver cómo te caes y te comen las pirañas, pero vale, montemos en las barcas-dice guiñándome el ojo.

Doy un golpe en su hombro en modo vacile y caminamos a comprar las entradas para poder montarnos y pasar un rato agradable.

Al montar a la barca pierdo el equilibrio y tengo que agarrarle fuerte a Enzo del brazo.

-Que torpe eres por favor-dice.

-Cállate o te tiro al lago sin pensarlo ni un segundo-le digo.

Por fin después de mi pelea con la barca para montarme, Enzo coge los remos y empezamos nuestro paseo. Jugamos a salpicarnos el agua sucia del lago y nos reímos mientras que escuchamos las canciones tristes que tiene Enzo en su móvil. Si alguien escuchase el tipo de música que tiene, pensaría que es imposible que una persona tan alegre y feliz pueda oír música tan deprimente. Las canciones son bonitas, casi todas hablan de amor y son en inglés.

-¿En qué piensas cuando escuchas este tipo de música?-le pregunto.

-Está música abre mi mente y me relaja mucho, deberías escuchar más canciones de este tipo, te vendría bien-dice.

Veo como los músculos de Enzo se tensan cuando coge el remo y yo me quedo inmóvil mirándole en cada movimiento. Está bastante sexy haciendo esto y me dan ganas de invitarle más veces a este plan. Es guapo, cada vez que le miro observo la belleza que tiene tan natural pero visible a simple vista. Por ese motivo cada chica que pasa se le queda mirando, las entiendo en el fondo. Pero Enzo es más que eso, es una bellísima persona, es gracioso, amable y cariñoso en su cierta medida. La chica que consiga tener el corazón de este hombre, sin duda alguna, tendrá una gran suerte en la vida.

Después de las barcas nos tiramos en el césped y preparo en una pequeña manta que he metido en mi bolso los alimentos y bebidas que he cogido de casa. Enzo se queda fascinado porque todo lo que conseguido le gusta bastante, lo cual me pone feliz.

Jugamos a tirarnos comida y a adivinar con los ojos cerrados que estamos comiendo, haciendo mezclas extrañas y algunas bastante asquerosas. Riéndonos entre conversaciones y juegos. Me apoyo en su abdomen con la cabeza y buscamos nubes con formas.

-¿Eres feliz?-me pregunta Enzo.

-Si, dentro de todo lo que puedo serlo, lo soy-digo.

-¿Me lo juras?

-Yo no juro nunca. Me parece algo demasiado sagrado y serio. Jurar algo significa un compromiso eterno y no hay nada más sagrado como la palabra de alguien.

-Vale filosofa, a parte de arisca, eres filosofa también, maravilloso. Aunque debo darte la razón, lo más importante es la lealtad y la palabra-dice.

-¿Nos vamos? Se está haciendo tarde-digo.

-Vale, te invito a cenar a mi casa. A mis padres no les importará.

-¡No voy a ir a cenar a tu casa! Me muero de vergüenza.

-Vivo solo Irina, no tienes que conocer a nadie-me guiña el ojo.

La Saga Destino: Conocerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora