Capítulo 57.

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Dentro de dos días es el estreno y yo no he vuelto a hablar con Enzo. Mi padre no ha querido preguntarme nada del tema y tampoco es que yo le haya dejado hacerlo ya que no he salido de la habitación en estos días. No he tenido ganas y tampoco fuerzas para enfrentarme al mundo real sin Enzo. Me duele el corazón y estoy triste, no imaginaba que perderle me dolería tanto como me está doliendo.

Sabía que Enzo era importante para mí, pero no pensaba que llegaba a este extremo como para sentir que me falta todo sin él, esta sensación ni si quiera la tuve cuando mi relación con Álvaro se terminó. La última vez que sentí este dolor en el pecho fue cuando mi madre y Fran murieron.

Hoy tengo que ir a la tienda, me llegan unos pedidos y tengo que ir a recibirlos porque aunque se lo he pedido a mi padre no ha podido hacerlo él ya que están con los ensayos finales.

Me pregunto cómo estará Enzo, si estará lo suficientemente concentrado en los ensayos o si le estará pasando lo mismo que a mí. No me saco de la cabeza que mis últimas palabras hacia él fueran de odio y rabia.

Me levanto de la cama y me doy una ducha, porque huelo horrible, a perro mojado más bien. Estos días no me he cambiado ni de pijama y tengo unas pintas horribles.

El agua cae sobre mí y me apoyo en la pared a relajarme. Después de un rato largo salgo para vestirme con lo primero que cojo del armario.

Unos leggins negros y una sudadera gris a juego con mis Adidas Campus. Una vez lista me hago un moño y salgo por la puerta después de coger mi bolso.

Camino oyendo música con los cascos, intentando olvidarme del mundo y de todo lo malo que ha pasado con Enzo.

Al llegar a la calle de la tienda me apresuro al ver que ha llegado el camión del pedido. Me quito los cascos y los guardo en el bolso.

-¡Señorita!

Me giro al escuchar una voz masculina chillarme.

-¿Si?-preguntó extrañada.

-Se le ha caído la cartera.

Un hombre rubio de ojos azules, alto y de buen ver, me entrega la cartera en la mano dedicándome una sonrisa. No sé si es por la vestimenta tan elegante que lleva o por su forma tan correcta de hablar pero parece tener unos cuatro o cinco años más que yo. Es bastante más alto que Enzo y un poco más delgado también, pero es guapo, bastante para ser rubio, ya que no me atraen mucho.

-Gracias, podrías habértela quedado-digo vacilando.

-No sería capaz.

-Perdóname pero tengo cosas que hacer, gracias otra vez por la cartera.

-Adiós-me dice.

Salgo corriendo hacia el camión y le pido disculpas por tardar después de explicarle lo sucedido. El repartidor deja todo en la tienda y veo los montones de cajas que me toca deshacer ahora para colocar.

Me siento en el suelo a ver todo lo que tengo que hacer y al rato oigo que llaman a la puerta. Una parte de mí desea que sea Enzo y me levanto corriendo, pero para mí sorpresa es el chico de la cartera.

Abro la puerta extrañada y le miro.

-Espero que no se me haya caído otra cosa-digo vacilando.

-No. No es por eso, es que he visto que entrabas aquí y quería ver qué era lo que había dentro.

-Bueno, como puedes ver ahora hay un montón de cajas pero pronto habrá una tienda de ropa.

-Vaya, ¿tú eres la dueña?

-Eso parece. Aunque lo malo de ser la dueña es que todas esas cajas tengo que recogerlas sola.

-No tengo nada que hacer, si necesitas que te ayude estoy preparado para ello.

La idea de que una persona que no sea Enzo me ayude en esta tienda me aterra y la rechazo al momento.  A parte de que no conozco de nada a este hombre y a saber qué clase de persona es.

-No te preocupes, aunque me queje me gusta hacer las cosas sola.

-Claro lo entiendo, por cierto, soy Daniel-dice extendiéndome la mano.

-Yo Irina-digo haciendo lo mismo.

-Bueno Irina, pues suerte con el trabajo, ya nos veremos por ahí.

-Claro, que tengas un buen día.

Desaparece en la calle y yo vuelvo a mi trabajo.

La Saga Destino: Conocerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora