Capítulo Cuarenta y Cuatro (Parte II): La cita de Sam (Parte Cuatro)

8.5K 540 28
                                    

Capítulo Cuarenta y Cuatro (Parte II): La cita de Sam (Parte Cuatro)

¡Esto era perfecto!

Sentí un par de brazos rodeándome por detrás, y me recosté en mi pareja.

-Pensé que te gustaria relajarte esta noche, cariño. Han sido unos días emocionantes para ti -susurró Sam, besando mi mejilla y mordisqueando mi lóbulo de la oreja.

Dándome vuelta en sus brazos y sin pensar en nada más, aplasté mis labios contra los suyos, asegurándome de que mis acciones expresaran lo que sentía. Tomando la iniciativa, mordi su labio inferior pidiendo permiso para entrar, lo cual él, no tardó ni un segundo en darme. Me aferré a su lengua, chupándola furiosamente. Sentí sus manos bajar por mi cintura hasta mis glúteos, apretando y luego bajando hasta mis muslos. Repentinamente, se escapó un pequeño chirrido mientras me sostenía por el musio de atrás, mis piernas instintivamente rodearon su cintura. Antes de poder atacar esos deliciosos y jugosos labios nuevamente, Sam se fue directo a mi cuello, sentí sus colmillos extendiéndose y rozando uno de mis puntos, lo cual lo hizo gemir en voz alta.

Diosa, ¿por qué se sentía tan bien?

Bajó besos por el lado izquierdo de mi cuello mientras yo iba hacia el lado derecho de su cuello, besando y aferrándome a un punto que marcaría como mío una vez que obtuviera a mi lobo. Me aferré, chupé y mordi el área, tirando de su cabello y echando su cabeza hacia atrás, luego fui dejando besos desde la base de su cuello hasta donde estaba esa hermosa manzana de Adán que brincaba. En el momento en que succioné su manzana de Adán, él gimió y apretó mis glúteos, probablemente dejando marcas.

Podía sentir su m*****o duro frotándose contra mi muslo, ajustándome mientras chupaba su manzana de Adán; su m*****o rozaba mi centro. Haciéndome gemir y morder el costado de su cuello de placer. Mi coño goteaba jugos que resbalaban por mis musios. Pero ya había llegado a un punto en el que no me importaba todo lo que me importaba era correrme.

-Por favor, Alfa -supliqué mientras me frotaba contra su m*****o, pero de repente Sam sujeto mi cadera con fuerza impidiéndome moverme.

Gimoteé.

-¿Recuerdas lo que Zeke dijo ayer, bebé? Tienes que pedirlo -dijo mientras rozaba lentamente su m*****o sobre mi coño cubierto.

Gimoteé, tratando de que aumentara el ritmo, pero volvió a detenerse, esta vez ganándose una mueca de desaprobación de mi parte.

-Todo lo que tienes que hacer es pedirlo, bebé -dijo Sam, continuando esa tortura lenta y placentera.

Mi timidez no valía la pena. Necesitaba correrme y solo el podía ayudarme.

-Por favor, Alfa, hazme correr -dije mientras el sudor caia por mi frente.

Sam se rio.

-Tus deseos son órdenes para mi, mi luna -dijo Sam.

Luego, en un abrir y cerrar de ojos, fui arrojada sobre la manta más mullida, pétalos de rosa volando por todas partes mientras miraba a mi hermoso compañero alfa.

-¿Confías en mí, cariño? -me preguntó Sam, acariciando mi mejilla.

Asentí sin pensarlo dos veces. No solo confiaba en ellos, sino que estaba segura de que tenía sentimientos por ellos. Al ver mi respuesta instantánea, el rostro de Sam se iluminó y se lanzó sobre mis labios. Cuando soltó mis labios, me miró y acarició de nuevo mi mejilla.

Cuatrillizos Alfa Y Su Princesa De Hielo Perdida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora