La Última Pieza.

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En plena mañana, los rayos del sol se filtraban a través de las ventanas del salón del Club del Ocultismo, bañando el espacio en una luz cálida y reconfortante

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En plena mañana, los rayos del sol se filtraban a través de las ventanas del salón del Club del Ocultismo, bañando el espacio en una luz cálida y reconfortante. Los miembros del club se encontraban reunidos, expectantes, en torno a una mesa circular, con expresiones de confusión pintadas en sus rostros.

En el centro del salón, un hombre de aspecto peculiar estaba sentado en el escritorio de la habitación. Su presencia era inesperada, y su sonrisa emocionada solo aumentaba la perplejidad de los presentes.

El ambiente estaba cargado de intriga y desconcierto. Los miembros del club intercambiaban miradas confusas, tratando de descifrar qué estaba haciendo allí ese hombre. Algunos murmuraban entre ellos, tratando de formar teorías sobre sus intenciones, mientras que otros permanecían en silencio, tratando de absorber cada detalle de la escena para encontrar alguna pista que pudiera arrojar luz sobre el enigma.

El hombre en el escritorio permanecía imperturbable, como si estuviera disfrutando de la confusión que había sembrado entre los presentes.

El hombre en el escritorio permanecía imperturbable, como si estuviera disfrutando de la confusión que había sembrado entre los presentes

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— Y así, a partir de hoy, voy a ser el asesor del Club de Investigación de lo Oculto. Por favor llámenme Azazel-sensei. Gobernador también está bien.

El hombre que se hacía llamar Azazel-sensei irrumpió en el cuarto del club con una presencia que instantáneamente capturó la atención de todos los presentes. Su figura alta y esbelta estaba envuelta en un traje desgastado pero elegante, cuyos pliegues revelaban los años de uso y las experiencias que había vivido. Los tonos oscuros de su atuendo contrastaban con la luz suave que se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, creando una aura de misterio a su alrededor.

Sin embargo, a pesar del estado de su traje, Azazel llevaba su indumentaria con una dignidad innegable, como si cada arruga y cada rasguño fueran parte integral de su identidad. Su declaración envió ondas de sorpresa entre los presentes, quienes se miraban entre ellos con expresiones que oscilaban entre la incredulidad y la confusión.

— Disculpa, puedes repetir eso otra vez.. ¿Por qué estás aquí?

Tocando su frente con la mano, Rias estaba en un estado perplejo. Incluso a ella la había tomado por sorpresa la noticia, y realmente dudaba que le agradará ese cambió tan significativo dentro de su zona de trabajo y vida.

El Tesoro del Infinito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora