Capítulo 14: Pena de Muerte

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🩸Amber🩸




~Día 385~




Trato de mantener mis expresiones lo más neutras posible, mientras camino por los pasillos que me llevaran a la oficina de Conrad. Tengo una charla pendiente con él, y obviamente no anunciaré mi llegada, ya que si hago eso es posible que no me reciba.

Han pasado tres días desde que estuve con Dominick por su cumpleaños y luego de eso no he dejado que ninguno me tocara por dos días para poder reponerme.

Nunca he sido floja, pero antes solo tenía encuentros sexuales con una persona, y antes de esa persona el sexo en mi vida era algo esporádico.

Con dieciocho años, cuatro malditos locos de diecinueve, me follan como si no se cansaran, pero como a ellos no les duele, como a mí, no les preocupa.

De todas formas, ya les dejé claro ciertas cosas, pero de aun así me arrepiento de haber dejado que Killian se metiera en mi recámara ayer.

Todo lo que hizo o hicimos solo empeoraron la situación y ahora cojeo un poco con cada paso que doy, cosa que trato de disimular lo mejor posible.

Incluso lo único que quiero en este momento es quitarme las botas de tacón y caminar descalza para sentir el suelo frío.

Para cuando llego al piso donde sé que está Conrad, avanzo a la puerta que Isa me indicó y ahí veo su nombre y apellido grabada en una placa de metal dorado.

Antes de que toque la madera con mis nudillos, escucho un gemido grueso que viene de adentro. Parpadeo, confundida y enseguida, sin dar aviso, abro la puerta, encontrándome una escena que no esperaba ver.

Conrad está robándole el oxígeno a alguien que está sobre su escritorio y como ellos, en definitiva, aún no me han notado, solo me aclaro la garganta, sobresaltándolos.

—Disculpen la molestia —los dos se separan —. Oí un sonido y pensé que estaban matando a alguien. Ya saben, es la reacción típica cuando uno piensa que alguien está en peligro —sonrió, solo por joder y recién ahí tomo en cuenta que la persona a la que el doctor le estaba metiendo la lengua es alguien del cuerpo de seguridad de la base.

—Puedes irte. Luego te llamo —le dice Conrad al sujeto y él sale luego de darme un asentimiento de cabeza en señal de saludo.

Una vez ya estamos los dos, me cruzo los brazos y lo miro con una ceja enarcada.

—¿Qué necesitas, Amber?

—Tú sabes a qué vine, Conrad —doy un paso haciendo ruedo con mi calzado.

—¿Si te dijo? —se sienta en su silla y toma un lapicero que lo mueve entre sus dedos. Eso sin duda me hace saber que está nervioso —. La verdad pensé que iba a guardar la situación en lo más profundo de sus pensamientos.

—No me lo dijo, yo me di cuenta —aparto la silla que está desocupada delante de él y me siento —. No parezco idiota y mucho menos lo soy. Primero le pide disculpas a Isa, luego se queda en ese laboratorio para disculparse contigo y cuando regresa, se lo ve normal, pero por ratos su mirada se perdía. Luego, al llegar a la casa, se enceró en mi recámara al instante, para que los chicos no lo vieran. Es obvio.

X - ENS: Las Cinco Bases © - Saga: X - ENS - Libro #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora