X - ENS: Las Cinco Bases © - Saga: X - ENS - Libro #3

Capítulo 28: Entre los Secretos

🩸Aquiles🩸

~Día 427~

Es horrible presenciar a Amber en ese estado, a nada de parecer desmayarse.

Sé que habla, pero no entiendo sus palabras y el ver como rompe su vestido para poder respirar, me pone alerta aún más de cómo se ha de sentir.

La prenda queda arruinada a sus pies, quedándose con nada más que ropa interior del color de su piel, y en un intento de ella por sostenerse, se sujeta de Dominick, haciendo que él se tambalee, pero que haga de todo por agarrarla.

—No dejes que me encierre —dice abrazándose al ojinegro —. No lo dejes, por favor.

Miro a Dominick, el cual niega sin entender.

—Amber —la llama Killian —. Respira ¿Sí? —ella lo mira, demostrando que en su mirada solo hay miedo —. Inhala y exhala —ella niega.

—No pue... Puedo —murmura, tratando de tomar una bocanada.

—Sí puedes. Siempre has podido —toma su mano, al mismo tiempo en que la castaña toma aire por la boca —. Eso, así es —le sonríe, pero ella se concentra en respirar —. Continúa así.

—¿Qué fue lo que pasó? —le pregunto a Sebastian, cuando sé que Amber no nos escucha.

—¿Qué hizo antes de aparecer así? —frunzo los labios —. Exactamente —añade cuando ve mi expresión —. Fue a ver al mal parido y regresó alterada. Lo que sea que le haga dicho o hecho, no se va a comparar con lo que yo le haré —sisea e intenta avanzar.

—Ahora no. Tenemos que ponerla como prioridad a ella y ya luego le arrancamos los ojos a Martín.

—¿Ya respiras más calmada? —miramos a Dominick al escucharlo.

—Me duele... El pecho aún —toca el área —. Y los ojos los siento extraños. Es extraño —tartamudea.

—Tómate unos minutos más —le digo, quitándome el blazer de mi traje y entregándoselo —. Colócate eso —lo toma sin entender y enseguida sus ojos se abren.

—No, no, no —se agacha para tomar lo que daño —. Mi vestido. Lo arruiné.

—Solo buscabas poder respirar, está bien —contesto —. Además, tienes más para elegir.

—Sí, pero este era el vestido perfecto —toca los detalles bordados.

—Tenías más opciones y todas se te veían de maravilla —indica Killian, haciendo que se ponga mi blazer —. Ve a buscar el que más te guste y póntelo. Te esperamos aquí —noto como sus manos tiemblan.

—¿Quieres que alguno te acompañe? —pregunta Sebastian.

—No, Simón. Iré sola —contesta, relaja y respirando tranquila.

Camina sin dejar de ver el vestido que arruino y sube las escaleras tomándose su tiempo.

—Ninguno bajará al sótano hasta después de la fiesta. Creo que ya va siendo hora de que matemos al saco de mierda atado —dice Dom, con una voz fría.