X - ENS: Las Cinco Bases © - Saga: X - ENS - Libro #3

Capítulo 23: La Castaña y la Pequeña Rubia (Parte 1)

🩸Aquiles🩸

~Día 407~

Muevo el cuello de un lado a otro, con el fin de liberar tensión, mientras paseo lejos de las bancas donde están sentados los chicos. No sé cuánto tiempo llevamos aquí, pero para mí ha sido una eternidad. Solamente quiero que esa persona que se llevó a Amber en una camilla, regrese y nos diga que todo salió bien.

Aitana cayó rendida hace media hora luego de llorar por no ver a su mamá, y ahora Dominick es el que la tiene sobre su pecho, ya que no quiso quedarse en el coche.

—Dijeron que no se iban a tardar tanto —murmuro repiqueteando los dedos en la pared, ya que ahora me encuentro dándole la espalda a la misma.

—Dijeron que el procedimiento duraría alrededor de una hora —acota Sebastian —. Y la hora se cumplió apenas hace dos minutos —bufo —. Mejor siéntate que me marea verte caminar.

—Estoy bien así —miro la puerta que tenemos delante de nosotros y siento como en unos segundos la garganta se me seca.

Así que, necesitando agua, voy por un poco y cuando termino el primer vaso del líquido, escucho como las bisagras producen un sonido el cual me hace regresar hasta donde están los chicos.

—Hola chicos. Por sus caras, veo que quieren noticias —habla la persona que está acompañado de Hanna y solo esperamos a que vuelva hablar —. Pueden relajarse, todo salió bien y ella ya se encuentra en su habitación aún dormida, ya que el efecto de la anestesia aún no pasa.

—Cuando Amber despierte, podrán pasar a verla —acota la científica y asentimos, mientras ella le dice al otro doctor que se retire —. No tienen de que preocuparse, chicos. Es la mejor opción que Amber pudo tomar. Ella tiene en claro que su bienestar es primero.

—¿No ocurrió nada en el quirófano?

—No, todo marcho de maravilla —indica y cuando observa a Aitana dormida, sonríe de manera leve —. Pueden esperar aquí si gustan, pero las sillas no son nada cómodas.

—Nos dimos cuenta —hablo —. Pero, no nos moveremos hasta verla.

—En ese caso, los dejaré para que esperen y yo me retiraré —la vemos salir de la sala de espera y los cuatro volvemos a sentarnos en la primera fila de sitios libres.

—Oigan —nos llama Killian luego de un rato —. Supongo que tendríamos que adaptar un sitio para ella en la planta baja de la casa ¿Verdad? —nos mira —. No puede subir y bajar escaleras en unos días.

—Es cierto —me levanto de mi sitio —. Debimos dejar eso listo antes de que la operaran.

—¿Cuánto creen que tarde en despertar de la anestesia? —pregunta Dominick.

—Un rato —ellos se levantan de sus sitios —. Creo que mientras sigue dormida, deberíamos arreglar eso para que no haga esfuerzo cuando salga de aquí.

—De acuerdo —contestamos los tres al mismo tiempo y dudando salimos de ahí para ir a la casa.

No sabemos de qué manera hicieron la cirugía, ya que nos explicaron varios métodos y la encargada de elegirlo fue ella, pero de todas formas queremos que todo sea comodidad una vez regrese.