Capítulo 16: Eso que no se Puede Evitar

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🩸Dominick🩸




~Día 390~




Observo como Amber camina hasta donde está el imbécil colgado por las manos, y por un segundo este le sonríe, consiguiendo que se me nuble el juicio, pero, cuando ella levanta el puño y le propina un golpe que no esperaba ver, me quedo petrificado en mi lugar.

En definitiva, nunca haré que esta mujer se enoje tanto conmigo, ya que ni muerto recibo uno de esos golpes que le dio a él y salgo ileso.

Una sonrisa de satisfacción aparece en mi rostro al ver cómo se comporta nuestra chica.

Enseguida se gira para mirarnos y juro que por un segundo dejo de respirar por su expresión.

—¿Desde cuándo está aquí? —inquiere.

—Desde... —me aclaro la garganta —. Desde el día en que te lastimo —parpadea.

—No fue difícil secuestrarlo —acota Aquiles.

—¿Y no me habían dicho nada? —levantamos las cejas al mismo tiempo —. ¿Cómo le hicieron?

—Una nota —contesta Sebastian —. Se ilusionó tanto y es tan idiota que ni siquiera se aseguró de que era tu letra la del papel que le hicimos llegar.

—Hijo de puta —contesta Martín y Amber no tarda en voltear.

—No los insultes, eso solo lo hago yo —notamos como camina hasta una esquina del sitio, hasta que se detiene y toma algo del suelo.

Es el bate que tenía planeado usar esta noche.

En segundos le propina un golpe certero en la pierna derecha y él suelta un grito de dolor, así que sabiendo que no es bueno que haga ruido, Aquiles se encarga de atarle algo en la boca.

—Bueno, ya que ese no hará más ruido, diré algo —esos ojos que adoramos ver, nos observan —. Quiero que sea la última vez, que me oculten algo así.

—Te íbamos a decir —nos defiendo, cruzándome de brazos.

—Era tu último regalo y te lo íbamos a mencionar antes de que nos dijeras que ibas a salir a explorar —añade Sebastian —. Tú cambiaste los planes que es distinto.

—Si así lo dicen —hace que el bate produzca un sonido seco cuando lo suelta y enseguida se estira, haciendo que su camisa muestre un poco sus muslos desnudos —. Es el mejor regalo que me han dado —murmura para nosotros —. Gracias cuarteto.

Luego de sus palabras se acerca a Sebastian y le da un beso que dura segundos. Enseguida sigue conmigo y cuando me separo de su boca pasa a Killian.

El último es Aquiles que hace hasta lo imposible por aplazarlo todo lo que puede.

Cuando los cinco salimos de nuestra burbuja de afecto, oímos que el colgado, zarandea sus manos y grita cosas que no entendemos.

—Creo que le ardió que nos besaras —comenta Aquiles con burla.

—Lo que opine, me vale mierda —mira sus uñas de manera despreocupa —. Pero, mejor ya hagan algo para que se calle el hocico, quiero ir a dormir.

Con Killian nos encargamos de hacer lo que hemos hecho durante estos días para que su presencia pase desapercibida y a los segundos, cuando ya está todo listo, subimos las escaleras, dejando la puerta más que asegurada.

X - ENS: Las Cinco Bases © - Saga: X - ENS - Libro #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora