Pecado de llamas violetas [MAQUIAVLICA LIBRO I]

👑 Capítulo: 39⚔️

Me dejo guiar nuevamente por los serpenteantes pasillos de piedra hasta la oficina de Zafille, aunque ya había memorizado el camino no era necesario que las brujas lo supieran, creo que una parte de mi siempre esta a la espera de que se tuerzan las cosas incluso entre mis aliados.

No quiero que lo sucedido con Alfaget se repita pues duele más un golpe si viene de un lugar inesperado.

Una vez en la oficina, la bruja relata lo ocurrido en el aquelarre del sur con mucho detalle hasta llegar al momento en que le había dicho que teníamos que retirarnos.

—No sabía que la raza de los demonios podía teletransportarse de esa manera, no tenemos en nuestras bibliotecas ningún registro de eso —me dice de pronto Zafille interrumpiendo su propio relato.

—Los demás no pueden hacerlo, soy solo yo, es una habilidad particular o al menos eso me explico Seire el asistente de mi padre —

No había mucho que pudiera decir al respecto, entendía hasta cierto punto como funcionaba mi habilidad, cuando la habilidad se manifestó por primera vez, apenas y me permitía moverme de una habitación a otra, recuerdo haberle preguntado a Seire si sabía algo al respecto y su respuesta en ese entonces fue que algunos demonios nacen con habilidades únicas, nadie podía enseñarme porque era algo que solo yo poseía. A diferencia de mi otra habilidad particular la cual escondía casi de forma inconsciente, la habilidad de moverse a través de puntos muy distantes en el espacio en menos de lo que dura un pestañeo me resultaba muy útil.

—Es una suerte, que ningún otro demonio pueda hacer eso —dice Azqit. Tal vez poniendo en palabras lo que las otras brujas presentes en la sala pensaban.

—La magia suele ser caprichosa al elegir a sus portadores —agrega Azqit mientras me observa, mientras observa algo a través de mí que nadie más parece ver; que yo no puedo ver.

No es la primera vez que escucho esas palabras, cuando se habla sobre magia en presencia de los demonios más antiguos, los que son tan viejo como el antiguo Rey, usan esas palabras como si fueran la respuesta para todo, como si entender su significado te hiciese merecedor de desentrañar los enigmas del mundo antiguo, el mundo antes de ser separado.

Zafille nota el desconcierto en mi cara porque atrae a Azqit jalándola un poco hacia su asiento y luego empieza a acariciar cariñosamente los mechones rojos de su cabello. Viéndola así ahora sí me parece una niña de 10 años.

—Espera un momento, ¿Dijiste Seire? ¿Te refieres al ave dorada que siempre estaba con el Rey de los demonios? —pregunta de repente con algo parecido a la sorpresa en su voz.

¿Un ave dorada? su cabello es como finos hilos de seda de araña dorada, pero no es un ave y sobre estar siempre con mi padre, bueno no podía negar eso.

—Bueno, supongo que si hablamos del mismo Seire —digo pero sin estar muy segura de que mis palabras sean ciertas.

—Nuestros antiguos libros de historia lo mencionan como la criatura más hermosa sobre la faz de la tierra, siempre me causo curiosidad saber a que se refieren con exactitud —

Para describir la clase de belleza inquietante que posee Seire sin dudas hay que inventar otra palabra. Una figura esbelta, de facciones andróginas, con aquel destello dorado en su finísimo y largo cabello que cae hasta la base de la cadera. Su forma de andar es tan delicada que parece flotar y al mismo tiempo con un toque descuidado que lo hace parecer algo simple pero tan intangible como la luz.

—Si, debe ser más hermoso de lo que dicen sus libros de historia —afirmo ahora con la seguridad de que estoy diciendo la verdad.

—¿Sabes dónde está ahora? —pregunta Ayury dejando entre ver que ella también siente curiosidad sobre Seire.

—Debe estar en el mundo demoniaco —

—¿Estás segura? Él también tenía una forma de llegar a este mundo sin necesidad de cruzar las puertas —dice Zafille.

—¿De qué hablas? —Es la primera vez que escucho que Seire puede viajar entre los dos mundos.

Hasta donde tenia entendido solo mi padre quien creó el conjuro de sangre y yo que de cierta forma pertenezco a los dos mundos nos podemos mover entre ellos con libertad, si bien los susurros de algunos demonios pueden abrirse camino entre el intrincado hechizo y seducir a aquellos humanos dispuestos a escuchar y ser arrastrados a nuestro mundo. Salir del mundo demoníaco es otra historia.

—Nuestros ancestros le confiaron al ave dorada el ancla de conjuro de sangre, el objeto físico con el cual se creó el hechizo —me explica Zafille otra parte de la historia de la cual soy ignorante.

—Los libros no mencionan qué forma tiene el ancla como una medida para mantenerla a salvo, pero es 100% seguro que existe —dice Ayury.

—En vista de que el conjuro de sangre sigue intacto está bien asumir que el ancla también está intacta, es la tercera y última parte del conjuro de sangre —añade Zafille.

—Deberías buscar a Seire —Sugiere Ayury.

—No me parece tan seguro juntar todas las partes del conjuro de sangre en un solo lugar —dice Azqit mirándome fijamente.

Al igual que ella me guste o no, yo también soy una de las partes del conjuro de sangre (la sangre pura del rey de los demonios). Si de verdad Seire tiene en sus poder la el ancla del conjuro de sangre y si realmente está en este mundo, es algo bueno.

Desconozco cuántos de los demonios amotinados saben de la existencia del ancla, pero mientras más lejos esté de ellos mejor, por otro lado, ¿Con quien esta Seire en este momento? ¿Está solo? ¿Qué pasa si cuando comience la invasión van tras él?.

En mi mente pongo un una balanza las razones por las que debería buscarlo y las razones por las que no.

—Debería buscarlo —digo después de pensarlo con detenimiento y llegar a la conclusión que solo estaré tranquila si está en un lugar donde pueda vigilarlo.

—¿Lo vas a hacer justo ahora? —cuestiona Ayury.

—Si —digo simple empezando a concentrarme para rastrear su energía.

Seire tiene una diferencia con otros demonios, algo que lo hace más parecido a mí que a los otros, la imposibilidad de usar magia, en su caso para ser exacto es la imposibilidad de crear magia. Como si le faltara aquello que mueve a otras criaturas, el núcleo mágico de Seire se dice no es más que un cascarón vacío.

—No lo hagas ahora y menos sola, hace apenas unas horas caímos en una trampa, hay que ser más cautelosos a partir de ahora. Ve a descansar y mañana puedes reunir un equipo e ir a buscar al ave dorada —dice Zafille como una sugerencia pero con la autoridad que solo sabe ejercer aquel que está acostumbrado a dar órdenes.

Con mi nueva misión de dar con el paradero de la mano derecha de mi padre, vuelvo hasta la ciudad cuando casi es medianoche. Llego directo a la azotea del edificio y bajó hasta mi departamento. Aun con las luces apagadas puedo verlo todo, mis ojos que poco a poco se han acostumbrado a vivir bajo la brillante luz del sol, aún reconocen la oscuridad como su verdadero hogar.

Me quito las botas antes de entrar a la habitación y me deslizo con agilidad felina hasta el interior donde un joven humano yace en mi cama como si fuera suya, en el que ha reclamado como "su lado".

Me deshago de mi ropa sucia con sudor, sangre, lodo y restos de jungla. Aunque sé que debo tomar un baño, solo me dejo caer en la cama y dejo que las suaves mantas acaricien mi piel, que los músculos de mis brazos y mi espalda constantemente tensos por el peso de los brazaletes se relajen.

Estos últimos días mi cama tiene un olor a flores que me hace quedarme dormida tan solo tocar la almohada, siempre me duermo con la idea de preguntarle a David de donde proviene el aroma pero cuando me despierto a la mañana siguiente, lo olvidó por completo.

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