👑Capítulo: 59⚔️

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—NOOOOO —Un grito desgarra el tenso aire y hace que todos se queden estáticos por un momento, tardo en comprender que ese grito que escuchó sale de mi propia garganta

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—NOOOOO —Un grito desgarra el tenso aire y hace que todos se queden estáticos por un momento, tardo en comprender que ese grito que escuchó sale de mi propia garganta.

Las piezas de mi conciencia que se habían quebrado y desperdigado en lo más profundo de mi ser, empiezan a unirse y al instante deseo que no lo hicieran. Me traen de vuelta en el peor momento. Un golpe de realidad rompe mi corazón, los humanos son frágiles y mueren con demasiada facilidad.

Mis emociones vuelven de golpe.

Siento frío y calor.

Estoy temblando, siento que el mundo está temblando, pero en realidad sería imposible definir con exactitud que siento. Hace un segundo estaba en un letargo oscuro y de pronto me he despertado a una realidad, quizás mil veces más siniestra, cuando un humano muere, es el fin, no hay nada más.

No hay nada.

Me derrumbo, mi vista está nublada, son lágrimas que se acumulan y se aferran a mis pestañas, nublando tanto mis ojos como lo están mis pensamientos.

Siento como algo se rompe, aquel hilo vuelve a ser visible para mí, justo a tiempo para verlo romperse... Ese hilo dorado que siempre estuvo bailando tan alegremente a su alrededor, que llegaba a mí como si fuera infinito e inquebrantable.

Duele.

Siento un dolor que nunca había sentido, al menos no con esta intensidad. Desesperanza e impotencia. Perdida, he perdido algo importante, pero de pronto es como si lo hubiera perdido todo. 

Alfaget saca con brusquedad la espada del pecho de David, me observa mientras lo hace y sonríe satisfecho.

"Es mentira", me repite una vocecilla en mi cabeza impregnada de la más pura locura, "lo que estoy viendo es mentira, mis ojos me han de estar engañando" y la vocecilla se ríe frenéticamente mientras yo empiezo a llorar. "Esto no está pasando, no, no está pasando".

La sangre fluye como si fuera un río, uniéndose al mar de sangre que ya cubre el campo de batalla. Siento que el tiempo pasa exageradamente lento, las lágrimas ya corren por mis mejillas, pero el cuerpo de David que va cayendo aún no toca el suelo. Está muerto, él está muerto.

Cuando por fin lo comprendo un estallido como veneno empieza a corroer cada parte de mi alma, cada una de las piezas de mi conciencia que apenas lograron juntarse de nuevo, ira, la ira que solo quiere consumirlo todo.

Todo a mi alrededor parece desvanecerse o atenuarse, mis ojos se centran en aquel que alguna vez estuvo a mi lado, alguna vez no hace tanto tiempo, comió y bebió en mi mesa, pero hoy sonríe con suficiencia y satisfacción por causarme dolor.

—Alfaget, hijo de puta —me abalanzo contra él con el deseo latente de matarlo, de desmembrarlo y luego quemar sus pedazos hasta lograr que no queden ni siquiera cenizas.

Lo golpeo tan fuerte que lo mandó a volar unos 300 metros arrasando los árboles a su paso, pero eso no es suficiente, lo persigo dándole una seguidilla de golpes, con la intención de volverlo menos que polvo, quiero que desaparezca hasta que no quede nada que recuerde su existencia.

Pecado de llamas violetas [MAQUIAVLICA LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora