CAPÍTULO

35 3 0
                                    

(15)

Flor:

Vamos camino al estacionamiento, entonces abro la boca antes de subirme a mí auto.

—Papá, ¿Qué quiere mí abuelo conmigo? —A veces lo llamó de ambas formas a él ya que no me ha dado motivos para tratarlos cómo los otros dos—. No entiendo para nada lo que quiere.

Suspira, mí tío solo vé a mí papá esperando que me responda.

—Es algo que él solo te lo puede decir —Habla—. Solamente te pido que sí no estás de acuerdo con lo que te diga dile qué no, no le tengas miedo.

Ok, sí antes no entendía nada ahora estoy peor, no digo nada solamente me subo al Lamborghini yéndome de la empresa, veo la hora son las una de la tarde ya.

—Vicky, cuánto es la duración de aquí al campo de golf de los De Mayo.

—Una hora y media, Srta. Flor.

—Gracias, dame la dirección, vamos hacía allá.

Tengo que prender camino de una buena vez para no llegar tarde. Veo por el espejo retrovisor, mí papá viene detrás de mí.

Coloco música, pero ésta se es interrumpida cuándo en la pantalla sale una llamada entrante de ciertos ojos amarillos.

—¿Desea algo. Sr. Nobéli? —Le pregunto aguantándome una sonrisa—.

—¿Qué haces? —Pregunta con ese tono relajado que en pocos momentos escucho—.

—Yendo al campo de golf, los De Mayo tenemos uno al parecer —Le informo mirando la carretera —. ¿Y tú qué haces?.

—Pasando la imagen de tí con el collar una y otra vez por mí cabeza —Menos mal que no me puede ver porque mis mejillas se encendieron—. Qué todo el mundo se entere que eres mía.

Niego, no sé porqué me gusta cuándo dice que soy de él <<Estoy loca>>.

—Para eso fué que me lo regalaste —Reprocho—. Tranquilo, ahora mismo me lo quitaré.

Suspira fuerte, ya está enojado.

—Sí lo haces no querrás saber que te haré yo —Me ahogo la risa—. ¡Y no te rías que ésto no es un juego!.

No aguanto, me río escuchando sus maldiciones por el otro lado de la pantalla, es que a veces se comporta cómo un niño.

—Estás en serios problemas, Roma —Sigue—.

—Taylor —Trato de calmarme—. No lo haré, no te pongas histérico.

—Tú haces que me ponga así.

—¿Lo siento? —Sonrío—. Y no tienes nada qué hacer que me andas molestando.

—¿Te estoy molestando? —Pregunta serio—.

—Desde que te conocí, pero no sé porqué te aguanto —Le soy sincera—.

—Una vez que me conoces es imposible separarte de mí.

—Deja tú ego a un lado.

—Jamás, Roma.

—Pensándolo bien —Hablo—. Un collar no define por completo que soy tuya.

Lo escucho volver a suspirar.

—¿Qué estás pretendiendo, Flor?.

—Nada, solo digo.

—Después no te andes quejando de mis actitudes.

Corta la llamada, niego con la cabeza burlona por sus cosas. La hora y media pasa rápido, en la gran entrada del campo se encuentran varios hombres de seguridad, se acercan a mí auto, bajo la ventana para que me vean.

Entre Mí CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora