CAPÍTULO

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Por tí morí tres años...

Taylor:

"Por nosotros morí dos minutos".

Apago el auto cuándo llego a mí destino, bajo rodeando el auto para tomarla de nuevo cómo sí de una niña se tratase, me da a entender que está muy mal cuándo no hace ninguna acción para quejarse por lo que estoy haciendo.

Las personas en la recepción al percatarse que llegué llevan su atención a otro lugar por miedo a que les diga algo. El ascensor me deja en mí pent-house voy al baño de mí habitación para sentarla en el lavabo y limpiar la sangre seca que yace por debajo de su nariz.

—¿Qué sientes? —Le pregunto y cierra los ojos de golpe—.

—Dolor de cabeza —Me responde sin abrir sus ojos—.

Me separo un rato de ella yéndome a buscar una píldora para entregársela con un vaso de agua, espero que se la tome para quitarle el vaso y tomarla dejándola en mí cama con suavidad.

-Son cosas que me quedaron del accidente, así que no te pongas histérico -Me informa con un tono desganado antes de yo abrir la boca-.

Me agacho quedando frente a frente con ella, al ver que no levanta su mirada tomo sus manos y así llamo su atención.

—Que quede claro que mis palabras a continuación no serán para empezar una competencia porque esto jamás sería algo así —Ejerzo más fuerza en sus manos al ver cómo empiezan a temblar levemente—. Moriste por nosotros dos minutos, pero yo por tí morí tres años, mí amor.

—Ederic... —Intenta hablar, pero la callo—.

—¡Eres tú y siempre serás tú. No habrá nadie más quién habitará mí corazón cómo lo haces tú! —Exclamo entre dientes volviendo a tiempos atrás cuándo me llega distintos recuerdos—. ¡Y sí, anda. Ahora sí puedes decir que son palabras románticas porque sí lo son!.

Se queda en silencio dándome el permiso para que hable.

—Me jode hasta lo más profundo el saber que éstas con otro hombre que no sea yo, y no Flor, no... Clara no es nada para mí —Levanto mí mirada para conectarla con ella sintiendo cómo un líquido baja por ambas mejillas—. Me enamoré de tí, estoy enamorado de tí y siempre lo estaré, pero recuerda que un día te dije que iba a cumplirte todo lo que me pidieras y sí lo que quieres es que te deje en paz yéndome de tú vida pues eso haré, porque yo sí soy un hombre de acciones.

Intento levantarme, pero ella intensifica el agarre de nuestras manos queriendo decir algo, suelto sus manos para limpiarle las lágrimas que han estado bajando por sus mejillas.

—Déjame ver qué hago, pero no te vayas de mí vida, por favor —Su voz se vuelve en súplica—.

—Con solo decírmelo lo haré, en la vida nunca me tendrás que suplicar —Me levanto inclinándome un poco para dejarle un beso en la frente—.

—Se pone de pie en el colchón para estar a mí altura y así rodearme en un abrazo—. Desde el año pasado estuve viviendo con un miedo pensando sí en la vida jamás iba a estar a tú lado.

—Somos una condena —Le recuerdo, no la veo, pero sé que está sonriendo encima de mí hombro izquierdo—. Además que no tengo que mover cielo y tierra cuándo estás condenada a mí.

Entre Mí CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora