CAPÍTULO

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(27)

Taylor:


<<¡Esa desgraciada no se cansa de joderme!>> Se disculpa con Denzel y Arnaldo para levantarse e irse por un pasillo, ya fué. Me levanto cabreado por ese show que se montó al venir hasta acá así.

—Taylor —Escucho el llamado de Davide, pero más que un llamado es una advertencia—.

Entra al baño de mujeres, me aseguro que no haya nadie que nos vea o nos moleste para poder entrar. Solo se está checando en el espejo, da un giro en seco encarándome mientras pone su dedo índice en mí pecho mandando una señal de advertencia.

—No quiero pelear —Tomo su muñeca mientras aprieto mí mandíbula—.

—No quiero pelear, te quiero arrancar ese vestido ahora mismo.

La tomo por la cintura pegándola a la pared cuándo nos empezamos a besar, mis manos viajan por distintas partes de su cuerpo <<Nunca me voy a cansar de esto>>.

Se separa bruscamente de mí con un empujón, se vá de nuevo al espejo limpiándose su labial corrido, la tomo, pero se zafa de nuevo.

—No, Taylor —Me llega a mirar mal—.

—Vamos, bebé —Tomo un mechón de su pelo para jugar con él—. Mira cómo me tienes.

—Tienes manos —No deja que siga tocando su cabello para salir del lugar—. O sino ahí está Zamyra.

Paciencia, paciencia maldita sea.

—¿¡De verdad quieres que me coja a Zamyra que tanto me la recuerdas!? —Me exaspero—. ¡Ya, Flor. Córtala ya!.

—¿Cómo quieres que la corte cuándo te la has pasado toda la noche con ella cómo sí yo no existiera? —No rompe el contacto visual—.

<<Eso me pone más cachondo>>.

—¡Ah pues, ahí tienes al lado a Denzel Nobéli!.

—¿¡Por qué será!? —Su voz fuerte retumba en mí cabeza—. ¡Él sí no me dejó botada, él puede ser muy hijo de puta cómo tú dices, pero no un desgraciado que deja a su pareja a un lado cómo sí no existiera yéndose con otra que solo lo que quiere ella es coger con él hombre!.

—Roma… —Me paso las manos por mí cabello—.

—Nada. ¿Cómo quieres que esté tranquila cuándo sé que ustedes tuvieron pasado?.

—Fué solo sexo.

—Y te recuerdo que lo de nosotros empezó así y venos aquí cómo estamos —Sale del baño sin más—.

Entran varias mujeres viéndome de arriba hacía abajo, no les hago caso y salgo también del lugar. Al parecer una tormenta está arrasando afuera, reviso mí reloj y apenas son las once de la noche.

Los pocos niños que están presentes aquí sueltan gritillos al escuchar cómo los truenos retumban por todo el lugar. Ahora tenemos que esperar para poder salir de ésta “fiesta” de mierda.

Tomo el asiento de Arnaldo al ver que esté no está. Ella se remueve incómoda cuándo más truenos salen a la luz, me le acerco a su oído.

—¿También les tienes miedo, niña? —Me vé con una cara nada bonita, está enojada y eso me prende más—.

—Soy sensible a los sonidos fuertes —Me responde cortantemente—.

Arnaldo llega y me echa una de sus miradas para ocupar el puesto que yo antes ocupaba. La mujer a mí lado se sigue moviendo incómoda con los sonidos.

Entre Mí CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora