𝟓

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01/03/2022 - Granada, España.

ENZO

A veces no me paraba a pensar en lo bonito que eran los paisajes de sitios a los que iba por primera vez. Aquellas montañas de nieve que veían mis ojos mientras subía en el teleférico eran hermosas. Su cumbre era blanca, se encontraba nevada, pero al bajar empezaban a asomarse pequeños rastros de color marrón oscuro. Tras las montañas, se veía el sol, iluminando más fuerte que de costumbre, con el cielo azul despejado. Hacía frío, pero el contacto directo con el sol podía llegar a quemar pieles.

El paisaje me recordaba a mi niñez, cuando pasaba los inviernos con mis padres cerca de los Andes. A ellos siempre les ha gustado la nieve, pero en Uruguay es muy extraño que haya. Por ello, la mayoría de los inviernos los he pasado en zonas cerca de la frontera entre Chile y Argentina.

Recuerdo las mañanas frías, cuando íbamos a pasear y el vaho salía de mi boca por la humedad que había en el ambiente. Las tardes que estábamos al rededor de una mesa jugando a las cartas o a cualquier juego de mesa mientras la chimenea nos calentaba. Aquel hermoso paisaje que podía contemplar a través del cristal del teleférico, me hacía recordar todos esos momentos de los que estoy totalmente agradecido.

Hay veces en las que uno quiere volver a su niñez, solo para volver a vivir aquellas cosas que tanto le gustaron o marcaron. En mi caso, me encantaría retroceder años, llegar de nuevo a esa edad y disfrutar de las montañas, del paisaje, de la paz... tanto como lo estoy haciendo ahora.

Claro que algo tenía que interrumpir mi momento reflexivo. Un estornudo, seguido de otro, y otro. En un rápido movimiento saqué mis pañuelos del bolsillo más pequeño de mi mochila y me soné. No sentía la nariz, pero sabía que estaba aguada y roja. Principalmente porque había estado desde anoche con mocos, tos y dolor de garganta. Tenía el leve presentimiento de que me había resfriado.

Subía en el teleférico solo. Esa mañana le escribí a Bayona comunicándole que llegaría tarde al set. Había pasado una mala noche, me había despertado en muchas ocasiones seguidas por la gripe que comenzaba a tener, además, la cabeza me empezaba a doler. Dormí más horas esta mañana, por ello, llegué más tarde a rodar hoy.

Me bajé del teleférico una vez llegué al sitio. Guardé los pañuelos, esta vez, en mis pantalones. Caminé un poco hasta llegar al set, donde se encontraban algunos de mis compañeros fuera de escena, descansando. Bayona estaba rodando, y quienes estaban en escena eran Matías, y Tomás.

—¡Enzo! ¡Has venido! — exclamó Francisco, dirigiéndose hacia mí con los brazos un poco abiertos, tenía intenciones de darme un abrazo, a lo que yo di un paso hacia atrás, alejándome.

—Perdón Fran, pero no te aconsejo que te acerques mucho a mí, estoy medio resfriado.

—Ay... — recogió los brazos y los cruzó sobre su pecho. —Entonces, ¿por qué viniste?

—Es que no quiero que os retraséis por mi culpa.

—Pero no sería tu culpa, Enzo. Esto es algo que no puedes controlar, y ahora lo importante es que tú descanses para que te pongas mejor.

—Gracias, pero creo que podré aguantar el resto del día. — Fran no se lo creía, y la verdad era, que yo tampoco, ¿a quién pretendía engañar?

—Está bien. — aceptó dando por finalizado el tema de conversación. —Pero ni necesitas algo, dímelo. Aunque sea volver al hotel, yo iré contigo.

—Tú lo que quieres es volver a tu cama calentita. — dije con un poco de humor. Él soltó una pequeña risa.

—Tengo sueño, ¿vale?

𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈Ó𝐍 𝟏𝟎𝟑 - 𝐆𝐞𝐧𝐞𝐳𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora