𝟔

1.3K 83 317
                                    

Antes de empezar el capítulo les voy a suplicar que lean la notita final. Por favor.

——————————————————————————


02/03/2022 - Granada, España.

MATÍAS

Odio que me despierten cuando duermo, no hay excepciones, lo odio.

Es por eso que odié el hecho de haberme olvidado de poner el teléfono en silencio antes de irme a la cama. El tono de llamada me despertó. Medio soñoliento me incorporé sobre la cama y me rasqué los ojos, luego, miré hacia la ventana para encontrarme una agradable sorpresa, era de noche.

¿Quién me estaba llamando a esta hora?

El móvil dejó de sonar. Chisté con la lengua molesto y miré el reloj que tenía en la muñeca, eran solamente las dos y media de la madrugada. Ni siquiera me importaba saber quién me estaba marcando a estas horas de la noche. Mientras refunfuñaba me volví a meter dentro de las sábanas, cerrando los ojos con fuerza intentando dormirme de nuevo. Sabía que ahora me iba a costar mucho reconciliar el sueño.

Cuando por fin estaba volviendo a quedarme dormido, el maldito teléfono comenzó a sonar de nuevo.

—Esto tiene que ser una broma. — comenté susurrando, empezando a enfadarme.

Me destapé suspirando cansado y estiré mi brazo hasta la mesa de noche, agarrando el móvil, descolgando y poniéndomelo en la oreja, sin ver quién me estaba llamando.

—¿Qué? — hablé con el tono más borde posible.

—Que maleducado eres a veces, hijo.

Abrí los ojos como platos y me senté sobre la cama, casi a la velocidad de la luz. Miré la pantalla encendida del móvil, era mi madre. Volví a colocarme el teléfono en la oreja, a pesar de todo, seguía enfadado porque me había despertado.

—Mamá, ¿qué haces llamándome a las dos de la mañana?

—En Argentina son las nueve, y además, era el único momento que encontré libre para avisarte. — se excusó.

—¿Avisarme? ¿De qué?

—Ya hice la reserva para el restaurante que vimos hace un tiempo, ¿lo recuerdas?

—¿El lujoso ese de cinco tenedores?

—Ese mismo. El día tres a las siete de la tarde.

—¿¡Qué!?

—¿Qué ocurre? Y estarías aquí, sería como una celebración de que has vuelto.

—Pero yo en ningún momento te dije la hora a la que llegaba al avión.

—¿A qué hora aterrizáis en Argentina?

—A las diez de la noche está planeado que lleguemos. — silencio. Mi madre se quedó callada unos segundos.

—Hijo, dime que es una broma.

—No lo es, mamá. No voy a poder ir, es imposible.

—¿¡Sabes lo que me ha costado la reserva!? — ya se había enfadado, lo supe en cuanto empezó a levantarme la voz. Algo que yo odiaba, era que me gritaran.

—¡Pide devolución! — exclamé, dándole soluciones.

—¡Matías, no las dan! ¡Por algo es demasiado lujoso, no devuelven el dinero!

—Pero, ¿por qué te enfadas conmigo? ¡Yo no tengo nada que ver!

—¡Podrías haberme dicho la hora a la que volvías! — espetó.

𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈Ó𝐍 𝟏𝟎𝟑 - 𝐆𝐞𝐧𝐞𝐳𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora