𝟕

1.2K 79 172
                                    

02/03/2022 - Granada, España.

ENZO

El frío entraba por mis pies, dándome un escalofrío que recorría todo mi cuerpo. Me encogí sentado en la nieve al lado de Fran. Escondí la mano izquierda en aquella manta tan calentita que nos habían dado segundos después de haber grabado la escena del alud. Con mi mano derecha, llevé la taza de chocolate caliente, que también nos habían dado, a mis labios, dándole un sorbo y quemándome la lengua.

—¡Auch! ¡Como quema!

—Esta recién hecho, ¿qué esperabas? Tómatelo poco a poco. — contestó Fran, con un tono seco.

—Me estoy muriendo de frío.

—Pues sopla.

—Alguien se despertó muy borde hoy. — bromeé.

El rubio sonrió levemente y soltó aire por la boca a modo de risa floja. Sopló su chocolate caliente y esperó unos segundos antes de volver a soplar, para luego, llevárselo a la boca, bebiendo.

—¿Ves? Así.

—Vale, maestro. — dije con sarcasmo, el cual, él entendió y se rió.

—Hoy es el cumple de Niara. — mencionó, cambiando de tema.

—¿Quién es Niara? — pregunté desconcertado.

—Mi gatita. — sonreí por la ternura con la que lo había pronunciado, él continuó hablando. —Hace poco que la tengo, y hoy cumple un añito, es muy pequeña. Quiero volver ya a casa para poder verla.

Mis oídos dejaron de recibir lo que Fran estaba diciendo. Me desconecté totalmente de la conversación cuando mis ojos visualizaron al pequeño chico castaño, que horas atrás había tenido un pequeño accidente conmigo.

Sonreí cuando le vi sentado y encogido, enrollado con la manta mientras se comía un sándwich. Llevaba la comida a su boca, hinchando los cachetes al masticar. Miraba al frente fijamente, como si estuviera en otro universo. Me parecía gracioso y en cierto modo, un poco adorable.

—Enzo... ¡Enzo! ¿Me estás escuchando? — la voz de Fran me hizo salir del fondo de mis pensamientos, volviendo a centrar toda mi atención en él.

—¿Qué?

Fran, curioso por lo que estaba pasando por mi cabeza, giró sobre su eje mirando a dónde yo dirigí mi mirada segundos atrás. A Matías. Luego, se volteó de nuevo.

—Lo sabía.

—¿El qué? — pregunté confundido. En parte, no sabía a lo que se refería.

Fran hizo un pequeño gesto con la cabeza, señalando al menor que estaba detrás de nosotros, dando a entender que hablaba de él.

—¿Te gusta? — dijo directamente.

Su pregunta me pilló por sorpresa. No me gustaba, obviamente, pero no podía negar la pequeña atracción que sentía hacia su físico. Opté por volver a tema de su gata, ignorando el rumbo por el que estaba yendo la conversación.

—¿Qué me estabas diciendo de Niara?

—Enzo... — me llamó, serio. —No evites el tema de Matías.

Como arte de magia, el nombrado giró la cabeza, mirando hacia nosotros. Una extraña sensación invadió mi cuerpo al ver el movimiento del moreno.

¿Habría escuchado que dijimos su nombre?

Su mirada se chocó con la mía, quedándose quieta. Frunció un poco el ceño, dando lugar a una expresión de preocupación. Tragó saliva y bajó la mirada, para después, girarse de nuevo, dándole otro mordisco a su sándwich, evitando hacer contacto visual.

𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈Ó𝐍 𝟏𝟎𝟑 - 𝐆𝐞𝐧𝐞𝐳𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora