Capítulo 21

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(contenido sensible)

Violeta caminaba a su casa con un paso lento con una de sus manos en el bolsillo y la otra con las llaves de casa en la mano, había decidido que tenía que pasar como mínimo unos días en su casa sino sería muy obvio que andaba quedándose a dormir que casa de alguien y no quería meter en problemas ni a Kiki ni a Denna.

A medida que se acercaba a su casa las calles iban cambiando y así mostrando unas calles más peligrosas que las anteriores, no era un barrio tan chungo como otros pero no le quitaba lo peligroso.

A llegar a la puerta de su casa metió la llave en la herradura y suspiro antes de abrir la puerta. Cuando la abrió ninguna pestilencia a alcohol o cigarrillos la invadió, es más, todo estaba en silencio. No había nadie, Violeta sonrió ante aquel suceso, probablemente no llegarían hasta tarde.
Subió a su habitación a cambiarse de ropa y ponerse un chándal cómodo, dobló cuidadosamente la ropa de Chiara y la dejo sobre su mesita de noche para devolvérsela aunque antes de dejarla ahí la acercó a su nariz e inhaló aquella fragancia que usaba Chiara.

Salió de la habitación con un libro entre sus manos y se sentó en el salón de la casa, disfrutando del ansiado silencio abrió su libro y comenzó a leer, en aquella casa era difícil tener un momento tranquilo de paz alejado de la violencia o las peleas y Violeta desde muy pequeña comenzó a apreciarlo como si fuera oro.

En exterior comenzó a llover fuertemente, tenía pinta de que sería un día frío y lluvioso y por la noche no cambiaría.

Acompañada por la relajante melodía de las gotas Violeta continuó su libro. La pelirroja era la típica persona que prefería pasar una tarde de Viernes viendo películas, escuchando música o leyendo un buen libro antes que salir de fiesta, pues Violeta no solía beber o fumar, no le gustaba heder igual que su padre ni tampoco le gustaba ver a gente ebria rozándose entre ellos o liandose en la esquina de la discoteca, por no nombrar el escandaloso y molesto ruido de la música tan alta ya que le abrumaba.

***

Las  horas pasaban y ya era de noche, nadie había llegado y ella ya había cenado, decidió ver un rato la tele y dentro de una media hora si ira a dormir.

A fuera seguía lloviendo a mares y un relámpago iluminó la noche.

Unas llaves entrando en la cerradura asustaron a Violeta, cuando la puerta se abrió pudo ver la silueta de dos personas besándose y una de ellas no era su madre.

— ¿Papá...? ¿Y mamá...? — Preguntó algo asustada

La mujer la cual antes besaba apasionadamente a su madre se alejó poco a poco del hombre.

— ¿Cómo qué estás casado? — La mujer preguntó enfadada.

El hombre fulminó a Violeta con la mirada, la pelirroja sabía que cuando esa mujer saliese por la puerta algo malo le esperaba.

— No es lo que parece...

— ¡No me pienso acostar con un hombre casado!

La mujer ya salía de la casa y dio un portazo, Violeta a hurtadillas intentaba subir las escaleras hasta su cuarto pero no fue posible.

La mano del hombre la agarró fuertemente de la muñeca haciendo a Violeta gemir de dolor y taparse la boca con su otra mano, sus ojos lagrimeaban y su cara reflejaba terror.

—¿¡Ahora quién me quita el puto calentón!? ¿¡ Eh Violeta!? ¿¡Quién!? — Le gritaba mientras le arrancaba con fuerza el chándal y le dejaba en un conjunto de brasier y brasileñas blanco con flores bordadas. — ¡A tu madre le da igual lo que haga! ¿¡ Quién te crees para interrumpirme!? — Le gritó mientras le desabrochaba el sujetador.

A Escondidas / KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora