Capítulo 35

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El reloj marca las 6:30 de la madrugada, Chiara sigue despierta y Violeta está dormida en postura lateral en la cama, está despeinada y los mechones rebeldes recubren su pálido rostro.
Probablemente aún sigues algo sedada y por eso no se ha movido a penas en lo que lleva de noche, la pelinegra con mucha delicadeza aparta los mechones anaranjados de su cara y deja un pequeño beso en su frente.

Si querían llegar a tiempo a todo lo que tenían que hacer debían despertarse temprano y aunque no les apeteciera debían hacerlo.
Chiara comenzó a besar cada rincón de la cara de su novia y acariciarle el pelo pero nada, la motrileña estaba muy metida en su sueño.

—Amor... It's time to wake up. — Y asi se tiró diez minutos hasta que la pelirroja comenzó a remolonear en la cama y a meter la cabeza bajo la almohada y a refunfuñar. —Violeta amor, tenemos que hacer muchas cosas tiene que levantarte ya.

La pelirroja salió de la cueva y empezó a frotarse el ojo, seguidamente se acurrucó en la morena pasando sus brazos por la cintura de la inglesa pues estaba sentada apoyada en el cabecero de la cama.

—Estoy cansada Kiki... —Protestó con una voz ronca.

—Lo se amor, aún seguirás algo sedada pero hay que levantarse. — Contestó mientras agacha su cabeza para dejar besos y caricias en la coronilla de la pelirroja.

—Chiara... ¿Cómo supiste lo del Valium...? —Preguntó mientras sacaba la cabeza  del cómodo pecho de la menorquina que ya era como un lugar seguro.

—Los vi ayer mientras limpiaba tu cuarto.

—Umm... ¿Vistes los...? Ya sabes...—Chiara no comprendía porque le daba vergüenza decir que tenía antidepresivos en el cajón.

—¿Los antidepresivos?—La motrileña asintió tímidamente. —Sí, los vi. —Confirmó agarrándole el mentón y haciéndola mirar su rostro pues la chica ya había desviado la mirada. —Violeta, no te tienes que avergonzar conmigo por nada. Es normal cariño, has sufrido mucho y nadie te va a juzgar. —Tras decir esto, dejó un pico sobre sus labios y la granaína sonrió con amargura.

—Las empecé a tomar dos años después de que mi yaya falleciera. —Murmuró tras volverse a acostar en la morena. — Al principio me hice la dura, no lloraba y decía que no importaba pero todo se desmoronó cuando mis padres se enteraron de que había besado a una chica. —Cogió una gran bocanada de aire y luego lo soltó. —Ahí empezaron los golpes, solo tenía 13 años pero mi vida ya estaba patas arriba, dejaba de comer y  lo que comía lo vomitaba por fruto del estrés, perdí muchísimo peso. Me pasaba día y noche llorando y apenas dormía. —Chiara se dedicaba a acariciar la espalda de la pelirroja. — La madre de mi mejor amiga me vio tan tan mal que decidió llevarme a un psicólogo a escondidas de mis padres. Ella no sabía que pasaba pero si estaba preocupada por mí. —A este punto Violeta ya soltaba algunas lágrimas. — Cuando fui, el psicólogo dijo que estaba atravesando una depresión, me recetó las pastillas y las pague con el poco dinero que tenía ahorrado. Le comenté que muchas veces me daban ataques de pánico y me recetó los Valiums. —Violeta sorbió la nariz y se seco algunas lágrimas. —Pude ir a un par de sesiones más con él, la madre de mi amiga lo pagaba y yo le pedía devolverle el dinero pero estaba negada, sin embargo, cuando mi padre se enteró de donde estaba yendo me pegó la peor paliza hasta la fecha, aunque no peores que las de ahora. Me dijo que eso era para los locos y que yo no necesitaba empastillarme de nada. También me dijo que si había contado algo de la situación en la que estaban me iba matar a golpes para que tuviera razones de verdad para decir que me pegaban en casa. —Violeta se abrazó aún más a la inglesa. —Me prohibió tener contacto con aquella mujer.

—¿Por eso no quieres ir al psicólogo no? ¿Porque crees que te estarían llamando loca?—La granaína asintió tímidamente y se limpió las lágrimas para luego sentarse en la cama como si nada.

A Escondidas / KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora