Capítulo 33

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Al día siguiente Violeta obligó a Chiara a asistir a clases, la morena se negó totalmente en dejar a la pelirroja sola pero al final no tuvo más opción que ir pues la motrileña no tenía pensado cambiar de opinión.

Ahora Violeta estaba sobre la camilla, totalmente aburrida y sin ni siquiera un móvil o un libro cerca para entretenerse y la televisión de la habitación era de pago así que no tenía nada que hacer más que observar las paredes.

Cuando Marina entró a la habitación y la encontró sola se quedó extrañada.

—¡Buenos días Violeta! ¡Más alegría que es Jueves, ya queda un día menos para el Viernes! —La pelirroja sonrió ante el comentario de la mujer.

—Tampoco me importa mucho el día que sea, mañana seguiré encerrada aquí. —Marina negó con la cabeza entre risas.

—Eres muy negativa Violeta.

—Cuando deje de dolerme toda la espalda y todas las costillas dejaré de ser negativa. —Marina frunció el ceño.—¿Qué pasa?

—No nos habías dicho que te dolía la espalda, te dijimos que nos dijeras todo Violeta. —Violeta agachó la cabeza. —Venía a decirte que te dejaba salir a dar una vuelta conmigo por el hospital, pero si te duele la espalda necesitas más reposo. Podrías tener una hernia de disco, el dolor puede durarte de días a semanas. —La granadina bufó. —Y también venía a cambiarte el yeso de esa pierna, lo vamos a inmovilizar más. —Violeta se cruzó de brazos.—No lo hicimos antes porque tenían que curarse esos puntos pero ahora ya te lo puedo poner.

Y tras esto se puso manos a la obra, comenzó a quitar el antiguo yeso y cuando terminó reviso la pierna de la chica, tenía moretones por la rotura y el esguince de tobillo y ni siquiera necesito mover un poco el pie para que la chica soltará un grito agudo.

Marina comenzó a poner el yeso nuevo a una altura más alta de la rodilla y con una pequeña inclinación en esta articulación.

—¿Ya? —Preguntó Violeta aburrida.

—Sí, ya. —Aseguró mirando el yeso y viendo que estaba perfecto. —Me queda curarte y ponerte hielo en los moretones y te dejo tranquila, hay alguien que quiere verte ahí fuera. La he visto cuando he ido a por las vendas.

—¿Alguien?—Pues hoy no esperaba ninguna visita.

—Sí, alguien quiere verte cariño.

Tras esto, Violeta no volvió a hablar y la doctora comenzó a curar con muchísima delicadeza y paciencia cada de las heridas que decoraban el cuerpo de la menor.
Luego con mucho esfuerzo por parte de Marina y dolor por parte de la pelirroja la tumbó de lado para así curar la espalda y poner hielo en ella.

Después de unos cincuenta minutos la mujer termino su labor y volvió a dejar a la motrileña en una postura cómoda, el sueño la trataba de vencer pero ella no se dejaba.

Marina se despidió con un tierno beso en la frente, al fin y al cabo le había cogido cariño a aquella niña tan destruida.

—Violeta...—Habló la mujer al ver a la pelirroja un poco perdida entre sus pensamientos. —Va a estar todo bien, piensa en positivo ¿Vale?— La pelirroja asintió insegura.

Quedó en la habitación sola, no por mucho tiempo pues la visita había llegado.
Una mujer con pelo corto y castaño, con gafas de pasta roja, ojos marrones y bien vestida entró por la puerta. Así es, Noemí Galera, la directora de su instituto entró por la puerta y fue directamente a abrazar a la pequeña dejando besos en su frente.

—Por dios Violeta, he venido en cuanto me he enterado cariño. —La pelirroja se mantenía en silencio.—¿Estás mejor? —La chica asintió y Noemí volvió a dejarle otro beso antes de alejarse un poco. —Denna me ha contado más o menos lo que ha pasado, solo lo se yo. Al principio estaba negada a contarme pero en cuanto le hable un poco se derrumbó.

A Escondidas / KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora