9

59 3 0
                                    



Ella:

–Hola Colo ¿Pasa algo?– del otro lado se lo escuchaba tranquilo pero con un eco extraño. – ¿Dónde estás?

–Eeeestoy en lo de Tino.

– ¿Quién es Tino?

–No sé– reí– ¿Me sacás de acá?–pregunté y me arrepentí, él debía estar en su casa o capaz lo había despertado si eran... Me fijé la hora, las cuatro menos cuarto de la mañana. –Si podés...–agregué.

– ¿Che cuánto tomaste? Bueno, dónde estás, estoy con el auto.

–Ehhh– miré al quiosquero y le pegué un silbido– ¿Che como es la dirección de acá?– El chico se encogió de hombros y resoplé. Salí afuera con Mateo aún en el teléfono. El aire me pegó fuerte, era frío.– Estoy en barrio sur.

–Pero la dirección Colo. ¿Cómo es?

–Es que no sé, no hay... Estoy al lado de un árbol. –Volví a reír yo sola por el comentario estúpido. – ¿Vos dónde estás?

–Yo en frente del restaurante de tu vieja.

–¿Y qué hacés ahí? Bueno no importa, la casa queda a unas dos cuadras de ahí– grité demasiado alto– Estoy en la puerta, me vas a ver.

A los diez minutos, la camioneta gris apareció en la cuadra del frente y corrí hacia ella tambaleándome.

–Hola– dije entrando al auto. En el asiento de al lado se presentó un Mateo peinado y muy fachero.– ¿Y Mateo?–pregunté mirando a todos lados y este me empujó el hombro riendo.

–Tenía que hacer unas cosas–dijo con tono misterioso– ¿Cuánto tomaste?

–Uy, ¿se me nota?– pregunté arrastrando las palabras... o eso creía.

–Un poco– dijo sarcástico– ¿A dónde la llevo señorita?

–A lo de Bautista, queda al lado de mi casa. -era el único lugar dónde podía ir y que mi vieja no se enterara que salí.

–Que quede claro que esto lo hago porque me caes bien, no soy tu Taxi– dijo cuando arrancó el auto.

– ¿Te caigo bien solamente?– Arrugué el entrecejo y traté de abrocharme el cinturón pero la borrachera no me dejaba atinarle al broche.

–Mmm bueno, sí, no sé. –Mateo se acercó, me sacó el cinturón de las manos y lo encastró de una sin dejar de mirar al frente.

La posición de sus brazos, sus manos sobre el volante, y lo bien que le quedaba esa chomba negra me llevó a pensar que aquel chico realmente era atractivo. Sin pensar que iba a decir, mi boca habló sola:

–Okey, emm, y vos Mateo... ¿Tenés novia?– La pregunta salió de repente y cuando quise callarme, ya era demasiado tarde, de todas formas a Mateo no pareció importarle.

–No, ¿por qué?

–Por nada.– Seguido de eso me apoye en su hombro, nuevamente controlada por mi mente que no era mi mente. Mateo ni se inmutó. –No quiero ir a lo de Bauti.

–¿Y a dónde querés ir?–Sus ojos se posaron en mí.

–A dónde quieras ir vos.

–Te podría secuestrar con ese argumento.–reí por milésima vez en la noche, a pesar de que si hubiese estado sobria el chiste me hubiese parecido muy malo.

–Vos no me vas a secuestrar.–me crucé de brazos.

–¿Y cómo estás tan segura de eso?

–Mmm, ya lo hubieses hecho en Buenos Aires, dónde sería más difícil encontrarme, además, tu estilo no pega, y sos muy conocido como para hacer eso.

Vuelo Atrasado|| TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora