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LUZ, CÁMARA Y ACCIÓN .

Ella:

En Mar del Plata un 31 de julio de 2019:

Siempre dudé de que sería de mi vida, estaba segura de que la estaba desperdiciando tratando a mi salud de esa manera, pero no podía evitarlo, era una necesidad, era más fuerte de que yo. No me sentía cómoda, nunca lo hacía, no me sentía feliz conmigo misma.

Intenté una vez más, me metí los dedos hasta el fondo de la garganta y largué todo. Era cómo descargar un gran peso dentro de mi cuerpo, solo que ese peso me ayudaría a mantenerme viva, y yo, ciegamente, lo echaba todo por el inodoro. Tiré de la cadena y vi cómo toda la comida regurgitada daba vueltas mezclándose por el agua hasta irse por el hoyo. Odiaba hacer eso, pero si me obligaban a comer no me quedaba otra opción, no podía permitirlo, ni yo sabía el por qué.

Salí del baño no sin antes echarme una mirada en el espejo a mi persona. Mi ropa no lo dejaba ver, pero mi cuerpo algo esquelético se ocultaba detrás de esas telas. Me sentí bien por un milisegundo, no me gustó lo que veía, pero me agradaba en cierto modo.

Me dirigí a mi habitación para terminar unas tareas atrasadas cuando un mensaje en el Whatsapp me sacó de mi concentración: Abril, una amiga mía me había escrito para pedirme si yo podía pasar el sábado por el teatro Auditórium para organizar y ayudar con la escenografía de una obra que se iba a dar en ese lugar al día siguiente. No lo dudé, acepté rápidamente afirmando que ahí me presentaría a la hora acordada y me desconecté para volver a mi tarea de Matemática. Cómo la odiaba, nunca logré entender nada y me resultaba aburrida, pero me calmaba con la idea de que este era mi anteúltimo año en el colegio y por fin terminaría todo el año siguiente.

Me salteé la hora de la cena, recibí un reproche de mi madre pero sin darle importancia me fui a dormir, o al menos intentarlo. Sin éxito, y luego de dar mil vueltas en la cama, salí de mi habitación por la ventana que daba a la salida de la casa. Mi madre no me dejaba andar sola por la noche, y por lo cual no tendría por qué retarme de nuevo, ya que no iba a andar sola, iba a estar con Bautista, mi novio. Fui hasta la casa de al lado, donde vivía él y di unos golpescitos suaves con la mano en la ventana de su habitación. Observé la puerta de su casa, escarlata, siempre me pregunté por qué era de ese color. A los pocos segundos se asomó un chico con cara de pocos amigos.

—Me estaba por dormir— dijo Bautista cuándo salió por la puerta de su casa haciendo un ruido como si fueran las tres de la tarde.

—Nunca te dormís tan temprano— le recordé—Quiero ir a caminar un rato, acompañame.— Comencé a caminar sin rumbo, últimamente las cosas no estaba yendo bien con la familia. Mamá le estaba pasando algo grave con el restaurante pero no me quería contar para no alterarme, sin embargo, alterada era lo último que estaba, sinceramente su restaurante me importaba poco, no paraba de hablar de otra cosa desde que lo heredó por parte de su padre, que descanse en paz, y ya se estaba mandando cagadas. Daba risa en cierto modo, la conocía, y sé que se las arreglaría, era una mujer fuerte.

Llegamos a la rambla que daba a la costa de la cuidad. Amaba el paisaje que tenía este lugar, podía ser un lugar de día y otro totalmente de noche. El frío nos abrazó y maldecí por no haberme traído otra campera más a pesar de tener ya una de abrigo. Bautista ni se inmutó, y siguió su camino hasta la playa.

Nos sentamos en los barandales de piedra que hay antes de bajar a la arena y contemplamos la luna que yacía sobre el mar. Estaba silencioso, a fines de Julio, la gente no salía mucho en estos tiempos, sobre todo por la baja temperatura.

— ¿Qué tenés pensado para mañana?—preguntó Bautista luego de un largo silencio.

—Tengo que ir al cine para ayudar en una obra—una sonrisa se dibujó en mi cara, y sentí emoción, amaba más que a nada asistir a las obras de teatro y ser parte de ellas, al menos detrás de escena. Bautista no me respondió, sacó su mano del bolsillo y la pasó por mi espalda para acercarme más a él. Me dejé llevar.—¿Vos que vas a hacer mañana?

Vuelo Atrasado|| TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora