Ella:
Llegué a casa más feliz de lo que creí que iba a estar hoy. Me acompañó hasta la puerta de mi casa y sentí como algo se movió dentro de mí al verlo caminar hacia la camioneta y marcharse en ella. Entré y vi a mi vieja sentada en la mesa con la mirada perdida. Cuándo me vio corrió a abrazarme y felicitándome por mi cumpleaños. Me extrañé cuándo su abrazo duró más de lo normal, por lo general era una mujer bastante seca. La miré a sus ojos, y ella comenzó a llorar.
–Ey ¿Qué pasa?– ella negó con las lágrimas inundando su cara y mi corazón dio un vuelco. Odiaba verla llorar.– Ma, no llores porfa. ¿Qué pasa?
Gabriela volvió a la mesa dónde encontré un sobre con papeles desparramados por la mesa. Me senté a su lado y agarré los papeles.
–Pará, no los leas hoy... Porfa...
–Bueno– acepté sospechosamente– Voy a saludar a Gonza.
–Él... él no está en casa–dijo entre sollozos.
–¿Dónde está?– Gabriela miró la pared y se cubrió la boca para volver a llorar– ¡Mamá dónde está!–grité. Como seguía sin contestar, le arrebaté los papeles de las manos y comencé a leer.
Ya el hecho de que sea un registro del hospital me tenía muy preocupada. Seguí leyendo y el corazón me comenzó a palpitar rápido.
Paciente: Gonzalo Martín Silva.
Síntomas: dolores de pecho.
Tos seca.
Sibilancia.
Dificultades para respirar...
El paciente presenta estos síntomas hace más de dos meses.
Estudios hechos anteriormente: 4
Resultado de laboratorio: Valor: Alerta.
Examen de sangre – marcador tumoral...
El paciente padece carcinoma de célula grande avanzado
Cáncer pulmonar
Causa: cáncer hereditario.
Leía torpemente y con la vista nublada. Volvía a releer una y otra vez para fijarme que no fuese cierto. La conciencia me empezó a doler, el alma también. No podía ser cierto, no con él. Dejé los papeles nuevamente en la mesa y luego miré a mi madre que ya era más llanto que persona.
–¿Esto era por...lo que peleaban?–pregunté angustiada, con la voz rocosa por el llanto que se aproximaba a salir en cualquier momento. Gabriela asintió y la ira me carcomió por dentro. Me sentía defraudada y desilusionada.
–Hoy Gonza se ahogó y corrimos al hospital...Está internado... y supongo que ahí se va a quedar.
Traté de calmarme pero no podía. Quería gritar, romper, patear cualquier cosa. Todo estaba tan bien... que cierto era aquello de que lo bueno dura poco. Quería... Necesitaba verlo, saber que aún estaba, que no me faltaba.
–¿Podemos ir...?– Gabriela asintió y nos subimos al auto, era un Citi Golf blanco, bastante viejo pero en buen estado. Gabriela arrancó y se dirigió al hospital que nos quedaba casi en la otra punta de la ciudad. Los edificios y las casas pasaban rápido, la gente seguía su rumbo como si nada pasara. A pesar de que las calles estuvieran vacías las sentía llenas a diferencia del vacío que sentía por dentro.
–¿Por qué lo dejaste solo en el hospital?
–No quería que cuándo llegaras encuentres todos los papeles vos sola, no sabía que eras capaz de hacer.
Yo tampoco sabía que era capaz de hacer, pero podía ser de todo.
Todo iba a estar bien, me decía a mí misma, sin embargo, muy en el fondo sabía cómo iba a terminar esto y tenía que dejar de pensar. Arrugué el entrecejo al sentir otro Deja Vu. Me estaban pasando muy seguido, cómo si todo esto ya lo hubiese vivido. Y entonces, ¿porque mi mente elegía estos momentos para revivirlos?
Llegamos al hospital y entré velozmente hasta que mi madre me frenó. Se acercó a la recepción para hablar con la chica que se encontraba atendiendo.
A los pocos minutos nos encontrábamos en la puerta de la habitación de Gonzalo. No me animaba a entrar porque sabía que me iba a derrumbar. Sin embargo tenía que mantenerme fuerte.
Atravesé el umbral y ahí estaba mi hermano, durmiendo pero conectado a una especie de respirador, se veía tan indefenso y tuve ganas de abrazarlo para recordarle que siempre iba a estar a su lado. Él era un guerrero, siempre me cuidó, y sabía que ahora era mi turno.
Me acerqué con paso lento y le acaricié la frente sudada. A pesar de verlo así, no podía evitar reprimir un sentimiento de desilusión. ¿Por qué me lo había ocultado por tanto tiempo? Se suponía que siempre nos contábamos todo. Recordé las palabras de Mateo pero no eran suficientes. Quizás si me hubiese enterado antes ahora todo era distinto.
–Feliz cumple Gonza– susurré y me aparté de él para volver la vista a mi madre que nos miraba desde el marco de la puerta. –¿Es muy grave?–pregunté preocupada.
–No sé– bajó la cabeza con un suspiro y descruzó los brazos para acercarse a mí– Lo único que quiero es que no te preocupes tanto, quizás todo sale bien– trató de sonreír pero sus labios terminaron curvándose hacia abajo y me abrazó.– Todo va a estar bien–dijo en mi oído y apreté el abrazo para reprimir el llanto en su pecho.
–No quiero que le pase nada ma– lloré con la voz ahogada.
–Yo tampoco Colito... Yo tampoco.–su mano pasaba suavemente por mi cabellera y suspiré.
Miré hacia arriba y pensé si en rezar, hace mucho que no lo hacía, ¿Esta vez realmente valía la pena?
Me arrodillé al borde de la camilla donde descansaba mi hermano, junté las manos y rogué. Rogué por él, rogué para que no sufriera él ni Gabriela. Rogué para que todo se calmara y que no pasara a mayores y sobre todo rogué para que mi hermano siguiera a mi lado.
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Vuelo Atrasado|| TRUENO
Teen FictionColo es una chica intrépida, que un día se topa con Mateo, un amigo con el cuál terminan conectados más de lo que creen, dónde él la ayuda a afrontar un suceso que va a cambiar por completo la vida de Colo. Juntos transcurren un año arduo y difícil...