Esa misma tarde Gabriela tuvo que salir hacia el restaurante y no tenía ni la menor idea de que hora iba a volver. Nos las teníamos que arreglar los dos solos como de costumbre, pero esa noche sabía que iba a ser tensa. Gonzalo no había salido de su habitación a pesar de que lo llamara una y otra vez. No había caso.
Le dejé unos fideos con crema en el microondas para cuándo se dignara a salir y me senté en el sillón para hacer prácticamente nada. Unos golpes en la puerta me sacaron de mi monotonía.
–¿Dónde estabas?–fue lo primero que me dijo Bautista la cruzar por el umbral de la puerta.
–Acá en casa.– la cerré y volví a al comedor para esta vez sentarme en la silla con las manos sobre la mesa. Tenía las muñecas demasiado esqueléticas y las terminé tapando con el buzo.
–¿Acá en casa? Te estuve llamando todo el día.– habló con tono autoritario y rodeé los ojos.
–No estaba con el teléfono a mano, no debe tener ni batería. Ya estoy acá, ¿Pasó algo?
–No nada... –Bautista se acercó y colocó sus manos sobre mis hombros con algo de presión. Si su idea era hacerme masajes, no me vendrían nada mal. Me relajé y cerré los ojos.
Movía los dedos en forma circular sobre mis omóplatos, y me vino a la mente todo lo que había pensado sobre nosotros. Me sentí mal, porque estaba con él pensando en otra persona, y no de manera amorosa ni sexual, sino que, quería probar cosas nuevas. Estaba aburrida de esto.
–Bau– hablé con un hilo de voz.– ¿Qué vas a hacer ahora?–pregunté, quería comprobar que no tuviera nada importante para que lo que le iba a soltar no le afectara.
–No sé, mañana tengo un parcial, tendría que estar estudiando, pero alguien– subió la voz cuándo pronunció esa palabra– no me contestaba los mensajes entonces no me podía concentrar.
–Bueno perdón– dije revoleando los ojos.
–Si desapruebo es tu culpa ¿eh?– Y ahí estaba de nuevo. En ese momento mi mente quedó en blanco y todas las cosas que le tenía por decir se esfumaron y llegó la bronca. Odiaba tener que soportar sus culpas hacia los demás cuándo algo no le salía bien.
–¿Mi culpa? vos sos el que está pendiente de mí todo el tiempo.–contraataqué dándome vuelta en el respaldo de la silla para mirar a sus ojos.
–Sí, porque soy el único que se preocupa por nuestra relación.
–Y ese es el problema Bau, estás tan pendiente de nosotros, que después las cosas que te salen mal por no dedicarle suficiente atención te afectan que terminas culpando a otro, ¿Y a quién le tiras la culpa? claro, a mí, porque según vos, estoy dando vueltas en tu cabeza todo el tiempo.
–Porque me preocupo por vos.
–¡Ay pero Bauti!–a esta altura ya había elevado la voz– No tenés de qué preocuparte, no soy de cristal, no me voy a romper si no estás conmigo por un rato, Bautista.
–También vos te pensas que sos el centro del universo, que necesito cuidar de vos, no Colo, a lo que voy es que yo te necesito y nunca estás.
–¿Vos te estás escuchando? La mayor parte de mi vida estuve para vos, ¿No te acordás de eso? Y al contrario, vos casi nunca lo hacés, y ¿Sabés que es lo peor de todo? Que no me molesta, porque a diferencia de vos, yo no te necesito todo el tiempo para vivir.– Dicho esto retrocedí unos pasos. Había sido cruel, muy cruel. Noté la mirada rota de Bautista y en cómo se dirigía a la puerta. –Pará Bau, no lo quise decir así...
–Pero lo dijiste ¿No? Uno trata de ser amable y termina así...
–Pará, perdón...
Con un portazo se fue. Me odiaba, ¿cómo podía haberlo tratado así?, a él que era tan frágil... Se había ofendido y tardaría en que me vuelva a dirigir la palabra. Y así pasaba, una y otra vez.
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Vuelo Atrasado|| TRUENO
Teen FictionColo es una chica intrépida, que un día se topa con Mateo, un amigo con el cuál terminan conectados más de lo que creen, dónde él la ayuda a afrontar un suceso que va a cambiar por completo la vida de Colo. Juntos transcurren un año arduo y difícil...