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La gente me miraban como si estuviese loca, otros me miraban con lástima. Otros simplemente no me prestaban atención cuándo les contaba mis escasos recuerdos.

Sabía de Gonzalo, no lo había mencionado, porque todavía dolía.

Ellos no me creían cuando les decía que era imposible que haya estado en coma cuando había pasado todo un año superando la muerte de mi hermano, y junto a alguien más...que no lograba recordar.

Luego de un tiempo los recuerdos comenzaron a ser como sueños, esos de los cuales te vas olvidando poco a poco...

Unas semanas después logré levantarme de la cama. Además de que no podía por la debilidad de mi cuerpo, me rehusaba a hacerlo. Me sentía perdida en el tiempo. Había estado un año dormida, imaginando como hubiese sido mi vida, y eso, eso me hacía desear no haber despertado nunca. Era tan deprimente saber que me quedé varada en la vida. Tantas cosas que pude haber hecho y todo por un estúpido vuelo atrasado.

Días después me animé a ir a caminar por el hospital. Me costaba pero de a poco fui acordándome cómo poner un pie adelante del otro. Caminé unos metros, pasaba la vista por las distintas habitaciones, había gente vieja en la mayoría. Sabía que estaba en mi ciudad, pero no la recordaba, no era más que un recuerdo borroso, quizás una ilusión.

Di la vuelta completa y antes de llegar a mi habitación, en la de al lado, pude ver a un chico que miraba el piso algo desorientado, tenía un tatuaje en el cuello que me parecía familiar. Estaba sentado en el borde de la camilla y tenía las manos en la cara mientras negaba sin cesar. Un señor, parado a su lado, sostenía su mano sobre su hombro. El chico se la apartó y levantó la mirada. Le gritó algo, no pude escuchar, pero estaba llorando, era como un llanto lleno de ira. Gritaba y gritaba pero las palabras no lograban formar coherencia. De un momento a otro apartó la mirada de su padre y se posó en mí. Y en ese momento pude ver aquellos ojos oscuros. Me aparté asustada y rápidamente me fui a mi habitación.

Me metí y cerré la puerta como si hubiese visto un fantasma.

Sus ojos...

[...]

–Así que dos años...–suspiré.

Gonzalo se había marchado hace más de dos años. Por alguna razón en medio de mi vida/sueño volví a revivir ese momento, todo lo que había soñado ya lo había vivido por eso esas sensaciones de Deja Vu, solo que había algo diferente en todo ese replay.

"Gracias por esta segunda oportunidad de verte" recordé.

–¿Cómo fue ese año?– pregunté sin ganas.

–Fue duro, ¿No te acordás?– negué frustrada– Cuando Gonza se enfermó, vos te volviste otra persona. Te rehusabas a verlo, no entendíamos, te alejaste y casi que desapareciste. Luego, pasó todo y ahí fue cuándo decaíste. Dejaste de comer, de reír, de vivir. Te encerrabas en tu habitación todo el día. Llorabas hasta cuando dormías y te gritabas una y otra vez que desearías volver el tiempo atrás para al menos despedirlo– a esta altura Gabriela estaba llorando, y yo en cualquier momento lo iba a hacer también.

Y ahí me di cuenta. Toda esta historia que había revivido se basaba en remendar lo que tanto deseaba hacer. Comencé a llorar, pero de alegría. Había podido despedirme.

Los recuerdos reales se me mezclaban con los falsos, pero ya no me importaba con cual me quedaría.

Había podido despedirme.

[...]

Luego de arduos meses de rehabilitación, finalmente pude salir.

Varias veces me había topado con aquellos ojos que tenía grabados en la mente, y me miraban con la misma emoción que yo.

Vuelo Atrasado|| TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora