22 de Octubre de 2014.
Amanecí aliviada.
Podía sentir como todo el peso que se guardaba en mi mente era más ligero, ya no molestaba, y todo el odio que me tenía a mí misma, hoy era cambiado por una confusa satisfacción. Y todo se debía a él.
Estaba acostada en su pecho desnudo, en la parte trasera del auto. La luz entraba por la ventana, apreté los ojos para acostumbrarme a esta y bostecé. Me incorporé lentamente y hundí la nariz en la remera de Mateo que yo llevaba puesta. El seguía durmiendo pacíficamente. Acomodé un rulo que le caía por la frente. Se veía tan hermoso.
Me acomodé el pelo en una colita, me pasé a los asientos de adelante y me fijé en la hora, era temprano. Mateo despertó quejándose de que volviese a su lado, y felizmente le hice caso.
–Hola linda.– saludó con una risa burlona sabiendo cuánto odiaba ese tipo de apodos.
–Hola rancio– respondí con la misma sonrisa. Mateo soltó una risita y me acercó a sus labios.
–Mm, no me lavé los dientes– dije separándome– Tengo mal gusto en la boca.
–No me importa– me volvió a juntar y nuestras bocas se impactaron en un dulce beso. –¿La pasaste bien?– preguntó con un poco de nerviosismo en sus ojos y palabras.
–La pasé muy bien Matu– pasé mi dedo por el filo de sus labios– Hace mucho que no la pasaba así– dije para halagarlo. De verdad había estado bueno. Mateo me miró extrañado y preguntó:
–¿Buena...Mucho? Hace cuanto cogía la chabona jajaja, ¿A que edad...?– bajé la vista y reí aireada.
–A los trece.
–¿Trece?– repitió incrédulo– Eras una nena.
–Una nena con las hormonas por el aire, y en ese momento muy linda– presumí bromeando.
–Ahora no sos una nena, pero estás más que linda– volvió a sonreír y me calló con un beso antes de que pudiera quejarme.
–No digas eso...lo de que soy linda.
–No me vengas con giladas– se quejó– flaca, sos hermosa... mi pibita hermosa– rodé los ojos sonriendo– Dale ponete seria, porque yo te lo digo muy en serio, si vos no querés aceptarlo está bien, pero yo te considero la chabona más diosa que conocí. Ahora te me callás– beso.
–Okeey. – recosté la cabeza en su pecho de nuevo mientras las caricias en mi espalda me erizaban la piel.
–¿Vamos a desayunar?– preguntó y lo miré indecisa pero terminé asintiendo con dificultad.
Nos levantamos con dificultad, le devolví la remera a Mateo, yo me coloqué mi ropa y antes de arrancar, él habló.
–Gina...– me sorprendió llamándome por mi nombre. Agarraba con fuerza el volante y lo miré preocupada.
–¿Qué?– la voz sonó temblorosa, estaba tan acostumbrada a que las cosas buenas se arruinen rápidamente que ya estaba preparando el llanto.
–¿Querés... salir conmigo? O sea, no salir de ir a pasear, corte, eso también, digo ser mi...– comencé a reír, no sabía si por su forma de hablar o porque me había tomado desprevenida.—Flaca quiero que seas mi wacha... mi mujer—Me hacía la desentendida— Mi novia tarada.
–Perdón– me callé y lo miré con una sonrisa– ¿En serio me lo decís? ¿Estás seguro de querés salir conmigo? Tengo que pensarlo bien... terminé una relación hace poco y nada...— lo miré fijo, si me ponía a pensar, a mi no me interesaba estar soltera, yo quería estar con él.— va, eso me chupa un huevo en realidad, pero ¿que te pueden decir si te ven conmigo? ya estas siendo muy reconocido...
–Yo quiero que me vean con vos. Lo intentamos y vemos si funciona, y aunque seamos un desastre juntos, igual quiero estar con vos.
Sin contestar, sonreí y me subí nuevamente a su regazo para besarlo con todo el amor que nunca había creído tener.
No hacía falta responder con palabras, cuándo entre nosotros dos, hablar no era necesario para saber lo que pensaba el otro.
–¿Sabés que creo?– dije nariz con nariz.
–¿Qué creés Gina?– sonrió.
–Que nuestra mirada es la fuerza más linda de todas.
...
6 de Noviembre de 2019
–¿Entonces terminamos las clases el 28?– preguntó Gonzalo mientras leía acostado en la camilla los últimos apuntes que le habían alcanzado desde el colegio– Falta todavía ¿Ya rendiste los finales?
–No todos, me quedan cuatro materias más– susurré para no despertar a Mateo que dormía en mi regazo.
–Ahh, claro.– Gonzalo desparramó las hojas con frustración. Seguía esperando su trasplante, no iba a llegar rápido, y la enfermedad estaba creciendo a una velocidad alterante. Bajó la vista hacia mis piernas y sonrió burlonamente– ¿Así que ya es oficial?
–¿Qué cosa?– fue una pregunta estúpida, tenía la cabeza en otro lado. Mi hermano señaló a Mateo y comprendí– Ah, si– vacilé– ya somos novios– a esta última palabra le agregué una emoción sarcástica.
–Me alegra que estén juntos– levanté la cabeza y lo miré con un destello de felicidad, en este tiempo a Gonzalo pocas cosas le alegraban.
–¿En serio? ¿No es muy rápido que nos hayamos puesto ya de novios?
–No, no hay un manual que diga cuanto tiempo hay q esperar, además, él te hace bien. Te veo feliz... –reprimí las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos y sonreí– ¿Estás comiendo?
–Sí, lo estoy intentando...– Mateo se removió en el lugar y con un bostezo despertó. Se incorporó lentamente mientras se rascaba los ojos con el dorso de sus manos. –Hola– Mateo me miró con los parpados caídos y formó una pequeña sonrisa en forma de saludo.
–¿Qué hora es?– preguntó con la voz algo ronca.
–Las seis y cuarto.
–Okey, en media hora me tengo que ir, necesito terminar de estudiar para mañana...
–Miralo al chico– comentó Gonzalo– ¿Por qué no hacés como él y te ponés a estudiar un rato enana?
–Cerrá el culo– negué cruzándome de brazos y sacando la lengua cómicamente.
–Nunca entendí por qué le decís "enana" a Colo si es bastante alta.– habló Mateo.
–Porque cuándo la Colo era nena era re enana, todos pensábamos que se iba a quedar chiquita, pero no, a los doce pegó el estirón. De todas formas el apodo quedó igual.– contó mi hermano, y Mateo me miró con ternura.
–Hola chicos– saludó Lucía entrando por la puerta de la habitación, se dirigió a mi hermano y le dejó un beso en los labios.
–Hola bebé– saludó él y ella le respondió con otro apodo cursi.
Mateo y yo nos miramos y enseguida les comenzamos a hacer burla a lo que ellos nos respondieron con un almohadazo.
–Ustedes porque son dos secos sin sentimientos– exclamó Lucía.
–Prefiero eso a ser dos melosos– respondí con aire de superioridad. Mateo y Gonzalo se miraron extrañados contendiendo la risa, y al final terminamos riendo todos...
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Vuelo Atrasado|| TRUENO
Teen FictionColo es una chica intrépida, que un día se topa con Mateo, un amigo con el cuál terminan conectados más de lo que creen, dónde él la ayuda a afrontar un suceso que va a cambiar por completo la vida de Colo. Juntos transcurren un año arduo y difícil...