15

51 3 0
                                    

Ella:

Y ahí me encontraba, en su puerta, y temblando de frío y nervios. Me quedé ahí parada por lo menos un minuto entero, pensando si tocar o salir corriendo. Me reí ante la situación, pero afronté el miedo y apreté el timbre. Una chicharra sonó, y a los pocos segundos, la puerta se abrió dejándome ver a un señor de ojos oscuros y una visera. Pedro se ve que no esperaba mi repentina visita ya que pareció tildarse un momento y luego me saludó amablemente.

–Silva, no sabía que venías...– me saludó llamándome por mi apellido y sonreí avergonzada.– ¿Pasa algo?

–Emm– tosí un poco para aclarar la voz– ¿Esta Mateo?

–Ahh... Si, si acá está, lo llamo, vení pasá.– Entré lentamente y vi un grupo de personas sentadas en la sala del living. Pedro se acercó a la escalera y pegó un grito no tan fuerte. –Mateo bajá, te vinieron a ver.

Emilio volvió la vista a mí como cómo para comprobar que todavía seguía ahí, y sonrió amablemente.

–¿Interrumpo algo?–pregunté preocupada por la gente que se encontraba charlando.

–No, no, está bien.– Se produjo un silencio que fue cortado por los pasos de Mateo al bajar la escalera. Se ve que él tampoco me esperaba porque al verme hizo casi la misma expresión que su padre. Sonreí tímidamente y sacudí la mano.

–Hola– dijo cuándo llegó a mi lado y me dio un beso informal en el cachete.– Justo te estaba por escribir... mejor que caíste vos.

–Bueno, yo los dejo– habló el papá.– Que bueno que se hayan hecho amigos ustedes dos– le guiñó el ojo a su hijo y volvió con los demás. No despegué la vista de él mientras lo recorría. Tenía puesto un buzo negro y unos shorts de Boca. Llevaba unas chanclas con medias y me di cuenta que se veía demasiado bien así vestido, aunque fuese de entrecasa.

–Que facha la tuya– hablé en modo de saludo e indicando su vestimenta.

–Viste, soy un tipo canchero... ¿Vamos arriba?– Asentí y lo seguí por las escaleras hasta su habitación. Su cama estaba desecha y supuse que debía haber estado tirado ahí todo el día.

–Perdón que no te avisara que venía, tuve un día... muy loco– dije mientras me apoyaba contra la puerta de su dormitorio causando que se cerrara.

–Supongo que esta bueno tener un día así para tu cumple– reí por el hecho de que sus palabras parecían tan inocentes. Sin embargo no era el día que esperaba tener.

–Depende de la locura– repuse y Mateo me echó un vistazo. Solté un suspiro y miré el techo. –¿Me hacés un favor? Por mi cumpleaños...–Mateo vaciló un momento y asintió.– ¿Podemos irnos de escapada en el auto y manejar con la música al palo sin que nadie nos joda?– De verdad necesitaba eso. Siempre lo veía en las películas o los libros, y sentí la gran necesidad de hacerlo. Mateo esbozó una amplia sonrisa dejando una hilera de dientes perfectos.

–Me parece un planazo.– Casi que salté de alegría pero me contuve. Mateo tomó unos pantalones de tela y se los colocó junto con unas zapatillas, abrió la puerta y me acompañó hasta abajo con una mano sobre mi espalda. Me gustaba tanto ese gesto que hacía. Me hacía sentir protegida.

Sin anunciar nada, tomó las llaves de la camioneta y salimos al garaje para subirnos a esta y perdernos en la oscuridad de la noche.

–A ver qué tenés por acá– El me dio su celu con Spotify abierto y empecé a ver que tenía.– Barderos, No Te Va A Gustar... Grandes éxitos de Rodrigo, Los Wachiturros, Snoop Dog, Los... Cafres, Coldplay... ¿Karina?–reí y Mateo escondió la cara– Está bien, no te juzgo... Calamaro... Pink Floyd... Soda Estéreo...Nicki Jam–La mayoría eran Argentinos, sonreí cuándo casi a lo último encontré unas de Nirvana.–Este me gusta– afirmé y él se mordió los labios.

Vuelo Atrasado|| TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora