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Ella:

Eran las nueve de la noche y tenía que tomar un vuelo a Buenos Aires y este se atrasó. Tendría que haber salido hace dos horas. Mi madre estaba insoportable con que me cuide con esto y aquello. Entendía que era algo importante y que mi madre creía que era un viaje arriesgado para que vaya sola, pero tenía a todo el equipo de teatro. Abril no iba a poder ir así que era yo y yo.

Lamentablemente el pasaje no se pagaba solo y con lo caro que eran los precios en Argentina solo se me permitía ir a mí, además Gabriela tenía que ocuparse del problema que estaba teniendo con el restaurante. Me asustaba pero era una nueva experiencia.

Veinte minutos más tarde anuncian que ya se podía ir abordando el avión y dejar las valijas. En eso Gabriela me tomó del brazo y me abrazó muy fuerte, más de lo normal.

—Cuídate ¿sí? por favor, no sabes lo que me cuesta dejarte hacer esto.

—Ma, va a estar todo bien, no te preocupes—le sonreí, medio avergonzada, ya que un grupo de chicos se quedó mirando la linda escena.

—Me llamas todas las noches, ya sé que te jode, pero es para saber si seguís viva.

—¡Ay mamá!

—Puede pasar—.Una voz comenzó a hablar diciendo que ya podíamos comenzar a abordar el avión—Bueno, ya es la hora.

—Sí, te quiero ma.

—Yo también te quiero Colito—dijo nerviosa y la abracé.

—No me llames Colito—Le regalé unas sonrisa a medias y me alejé de ella mirándola por sobre mi hombro.

Finalmente, hice el papeleo, que se duplicaba de tiempo por ser menor de edad, y por fin dejé la valija y subí al avión.

Busqué el asiento que estaba designado, y al llegar a él, vi a un hombre en el asiento de al lado,  mirando por la ventanilla. En mi mente estaba la idea de sentarme con alguien que conociera.

Ya estaba incómoda, una de las cosas por las cuales no le caía bien a la gente era porque mi espacio personal era reducido y odiaba que se metieran en él, lo cual me volvía bastante insoportable. Esperaba un asiento más tranquilo.

Me saqué la mochila, agarré un paquete de chicles y los auriculares, y la levanté para guardarla en el maletero del avión, pero no llegaba. Me costó tanto guardarla ahí arriba, que no me di cuenta del ridículo que estaba haciendo, además de que no dejaba pasar a la gente.

—Perdón—dije, y me corrí a un costado. Cuando ya pasó la última persona volví a mi nuevamente intento fallido. Me rendí y la puse bajo mi asiento.

—Dame que te ayudo—escuché una voz que venía del asiento de la otra fila.

Otra vez él, y otra vez con su estúpida voz intensa. Tomó mi mochila y la dejó en el maletero.

—Gracias—dije, pero el chico ya estaba en su lugar hablando con Pedro Palacios. En ese momento caí en la cuenta de que se trataba de su hijo, claro! si Pedro tenía un hijo rapero o algo así, que se hacía llamar... Trueno?. Tenía cara de Agustín quizás ... Agustín Palacios ... Mmm no, no quedaba, quizá Dante. Dante era un buen nombre.

Iba a quedar cómo Trueno.

Aunque también podía googlearlo, pero le sacaría lo misterioso.

Dejé pasar ese momento y me hundí en la música que emanaba de mis auriculares.

El vuelo era dos o tres horas así que tenía tiempo para hacer prácticamente ... nada.

Una hora después, pasó la azafata ofreciendo comida, no tenía hambre así que la rechacé y me quedé mirando hacia la otra fila de asientos, donde se encontraba el hijo de Palacios, me di cuenta que me estaba mirando nuevamente, pero corrió la vista cuando me fijé en él. Ya me estaba acostumbrando a sus miradas repentinas aunque no lo había visto desde el día de la cena.

Vuelo Atrasado|| TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora