Capítulo 20

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CARISSA

- ¿Qué son estas cartas? ¿Por qué me has ocultado esto?

Sostuve los sobres con mis manos temblorosas.

Es evidente que no le gusto mi cuestionamiento porque de inmediato su expresión cambio.

-¿Qué es esto? –dije cuando no hablo de inmediato. -¿Por qué las escondías?

Su mirada sigue clavada en mí, sin embargo, no mueve los labios, haciendo que apretara los puños.

-Hablaremos después, ahora volvamos a la cama. –dijo con calma después de un largo momento de silencio.

-No hasta que me entregues las cartas que me ha enviado mi madre. –Mi voz temblaba mientras señalaba lo que sostenía entre mis manos.

Rodeo mi cintura con sus manos y me pego a él, sus movimientos me tomaron desprevenida y terminé dejando caer los sobres al suelo.

-¿Estás adolorida? –pregunto mientras acaricia la parte alta de mi espalda.

-No intentes cambiar el tema –Me enojo. –Dime donde están las cartas y ¿Por qué las ocultas?

Trate de zafarme de su agarre, pero su fuerza es incomparable a mi lado.

-Ya te dije que hablaremos después de dormir un poco más. –Su voz reflejaba calma, pero lo conozco muy bien y sé que es todo lo contrario.

-No, hasta que estén en mis manos lo que me pertenece. –Levante la barbilla.

Me soltó y me alejé un poco, entonces, Trato de tomar mi mano, pero me zafo de su agarre.

Suelta un profundo suspiro antes de hablar.

-Esas cartas no son para ti. –dijo en voz baja. -Ni una sola, todas estaban dirigidas hacia mí, ni una sola era para ti, por eso no dije nada, no te he ocultado nada, pero tampoco te diría que tu madre se comunica conmigo y no contigo, no quería herirte.

Fue como un balde de agua fría, sus palabras, a pesar de que lo dijo en voz baja, fueron un golpe directo.

-Oh. –fue lo único que logre decir.

Busque un lugar en donde sentarme porque mis piernas se habían convertido en gelatina.

Me sentí avergonzada.

Conozco a mi madre muy bien, no sé qué me llevo a pensar que deseaba saber sobre mí.

-Volvamos a la cama, necesitas reposar. –Extendió su mano para que la tomara, pero no lo hice.

-No estoy enferma. –Exclame.

No estaba molesta con él, pero no podía controlar mi manera de hablar en estos momentos.

Mi cuerpo estaba resentido por lo que había pasado hace unas pocas horas, pero era mi corazón el que necesitaba descansar.

-Sabes a qué me refiero.

Esta vez no espero a que tomara su mano, él lo hizo sin preguntar.

-¿Pregunto por mí? –Esperaba escuchar algo que me hiciera sentir mejor.

El silencio de Xander fue la respuesta que esperaba, quise reír, pero me contuve.

Resoplo mientras me jala para levantarme, debería dejar de fantasear, sé cuál es la realidad, madre solo adora a Emma, no Rosé o a mí, siempre ha sido Emma, la dejo casarse con quien ella eligió y al final la abandono.

Si tuviera la misma suerte que Emma me reprocharía sin dudarlo, pero con ella es diferente, por ella siente lo que no siente por mí.

Caminamos por el pasillo, su mano descansa en la parte baja de mi espalda, inclino mi cabeza hacia su hombro y él rodea mi cintura con su mano.

Señorita DaftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora