EPÍLOGO

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CARISSA

Me encuentro de pie junto a la hermosa cuna en la habitación de mi hijo con lágrimas de felicidad.

No tengo la fuerza para apartarme de él mientras duerme plácidamente.

Desde hace una hora, no había dejado de observar y agradecer por el maravilloso regalo que la vida me ha dado.

El ser más perfecto que podría existir.

El sol de la tarde se filtra suavemente a través de las cortinas, iluminando el rostro sereno de mi pequeño Nicholas.

Sonrió cuando su ceño se frunce y no puedo evitar acariciar su pequeño rostro.

Lo detallo con esmero mientras recuerdo como pensaba constantemente hace algún tiempo que ser madre no se encontraba en mi destino, sin embargo, la vida me sorprendió de la manera más hermosa posible.

Levanto la vista de mi hijo cuando escucho las voces de algunas personas en el jardín.

Hoy es una fecha especial, mi hijo cumple un año y todo está listo para la celebración.

Me alejo de la cuna con cuidado para no ocasionar algún ruido molesto. Doy algunos pasos hasta llegar a la ventana y observo a todos caminar hacia todos lados para terminar con los preparativos a tiempo.

Ladeo la cabeza al observar el enorme pastel y me cuestiono si fue demasiado.

Los invitados llegarán pronto y debo salir de aquí, pero no puedo hacerlo sola, la persona más importante debe acompañarme y debe hacerlo con buen humor.

Espero a que despierte por su cuenta o llorará lo que resto del día.

Cuando sus ojos se abren suelto un suspiro de satisfacción.

Me inclino suavemente sobre la cuna y acaricio su mejilla.

-Feliz cumpleaños. –Susurro mientras termina de despertar.

Mientras espero pacientemente a que abra los ojos en su totalidad, me permito un momento de paz y alegría.

Hoy es su cumpleaños, pero él es el mejor regalo que jamás podría haber imaginado.

La vida está llena de sorpresas maravillosas.

Recordé cada momento especial del último año, las primeras sonrisas que nos regaló, sus primeros pasos, las noches en vela y los incontables días llenos de risas.

Cada recuerdo se convirtió en un tesoro, un recordatorio de cuanto había cambiado mi vida desde la llegada de mi hijo.

De repente, un suave murmullo me saco de mis pensamientos, señal de que está listo.

Con ternura lo levanto mientras explora con sus enormes ojos todo alrededor.

Lo llevo al cambiador para vestirlo con un conjunto que hiciera evidente que la celebración es suya.

-Hoy es un día muy especial, todos nuestros amigos y familiares están aquí para celebrar.

Nicholas ahora completamente despierto y lleno de energía balbuceaba alegremente moviendo sus pequeñas manos y pies como si pudiera entender mis palabras.

Termino de arreglarlo y satisfecha con el resultado, lo levanto en brazos y me dirijo hacia la puerta.

Bajo las escaleras con cuidado, sosteniéndolo firmemente.

La nueva casa es espaciosa y elegante, el lugar perfecto para un niño.

Al final de las escaleras me encuentro con Rosé, quien está vestida con un hermoso vestido azul.

Señorita DaftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora