Contrapuntos del Corazón (Sodo x Swiss- ghost band)

XXXV

El amanecer se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con una luz suave y dorada. Swiss abrió los ojos lentamente, parpadeando ante la repentina claridad. Sentía el cuerpo relajado y una extraña mezcla de satisfacción y ansiedad. Al girar la cabeza, vio a Sodo, acurrucado en sus brazos, dormido, su respiración tranquila y su expresión en paz. Este momento de calma era un pequeño respiro en medio del torbellino que se avecinaba.

Con cuidado de no despertar a Sodo, Swiss se levantó de la cama y se dirigió al baño. Necesitaba despejar su mente y organizar sus pensamientos. Se lavó la cara, observando las sombras bajo sus ojos en el espejo. La noche había sido un escape necesario, pero el amanecer traía consigo un nuevo conjunto de temores y peligros. La misión de la que no podía deshacerse, la amenaza constante de su padre, y la frágil seguridad de su madre pesaban en su mente. Mientras se vestía, repasaba mentalmente los detalles del plan: hoy era el día en que tendrían que enfrentarse a la amenaza que había atormentado su vida durante tanto tiempo.

Poco después, mientras Sodo se despertaba, escuchó el sonido de pasos suaves detrás de él. Swiss se acercó, todavía medio adormilado, y le dio un abrazo desde atrás, apoyando la frente en su espalda y recostándose relajado en la cama.

—¿Estás bien? —Preguntó Swiss con voz ronca por el sueño.

Sodo asintió, girándose para mirarlo a los ojos.

—Sí... ¿Tú? —Cuestionó.

—Solo estoy pensando en lo que tenemos que hacer hoy... No podemos bajar la guardia.

Sodo asintió una vez más y, después de un momento, le dio un beso en la mejilla antes de comenzar a vestirse también. Ambos se dirigieron al cuarto donde ya estaban Ifirt y Aether, preparándose para el día. El ambiente en el lugar era una mezcla de tensión y complicidad, cada uno consciente de lo que estaba en juego, pero unidos en un propósito común.

—Buenos días —dijo Ifirt, levantando su taza de café en saludo—. Hoy tenemos mucho que hacer. Estuve revisando las cámaras anoche y parece que hay actividad en la casa del viejo. Tenemos que estar preparados.

Aether asintió, mostrando una serie de anotaciones y esquemas que había estado preparando. La estrategia para atrapar al padre de Swiss y proteger a su madre estaba en marcha, pero requería precisión y coordinación.

—Tenemos que movernos rápido y con cuidado —explicó Aether, señalando un mapa detallado de la zona—. Cualquier mínimo error podría ser fatal para todos.

Swiss asintió, su mirada endureciéndose mientras observaba el plan. Cada detalle, cada movimiento tenía que ser perfecto y preciso. Ifirt, con entusiasmo, añadió:

—Conseguí hackear el sistema de seguridad en la mansión, tenemos acceso completo al panel de control y cámaras... Además... les conseguí esto. —Dijo antes de tomar un bolso pesado, apoyarlo en la mesa y abrirlo; dentro había dos escopetas, tres revólveres y un par de pistolas. El olor a pólvora se extendió por el ambiente, produciendo escalofríos en los presentes.

La mañana pasó en un torbellino de preparativos. Swiss, Sodo, Ifirt y Aether repasaron el plan una y otra vez, asegurándose de que cada uno conociera su papel a la perfección. La tensión era palpable, pero también lo era la determinación.

Finalmente, llegó el momento de actuar. Salieron de la casa en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. La ciudad estaba tranquila, pero ellos sabían que las sombras acechaban, esperando el momento de atacar.

Llegaron a la casa de su objetivo, utilizando las cámaras que habían instalado para monitorear cada rincón del lugar. Todo parecía en calma, pero era una calma engañosa que ocultaba el peligro inminente. Copia, desde su guarida en la ciudad, estaba manipulando las grabaciones, mostrando en las pantallas de la guardia de la mansión imágenes antiguas, lo que les permitía moverse sin ser detectados.