Capítulo 45: El diablo y sus consejos

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Capítulo 45: El diablo y sus consejos 

Es otra noche de insomnio la que lo castiga. No está alcoholizado, pero no ha dormido lo suficiente otra vez, y se ha negado a tomar alguna píldora para dormir. Ahora que está consciente, sabe que debió obligarse a despertar de lo que sería una pesadilla cuándo vio al diablo con una camisa blanca victoriana al pie de sus escaleras.

Los ojos de Katakuri están dilatados, vacíos. Suspira, su mente intenta nadar, pero ni siquiera eso puede. Parpadea, y está en su sala de estar, solo reacciona cuando la ceniza del cigarrillo le quema la piel. Parpadea de nuevo, y está en el baño, lavándose la cara con agua fría y escuchando a alguien quejarse desde las paredes: "Maldición, maldición, maldición" una y otra vez.

Katakuri abre los ojos, la luz del baño no está encendida, pero por la ventana entra una tenue iluminación amarillenta. Al ver su reflejo en el espejo se da cuenta de que está solo y que la persona murmurando "Maldición, maldición, maldición" ha sido él todo el tiempo.

No sabe por qué, pero después del sueño, ha intentado pensar en la sensación de los dedos cálidos de Sanji en sus brazos, en la forma en que se estiraba y cómo se acurrucaba a su lado entre las sábanas. Los recuerdos son la cruz de plata que usa para defenderse de Ichi.

Sus ojos arden, le duele el pecho, su visión se disuelve y todo lo que lo rodea son colores que se fusionan y un sueño sobre Ichiji del que acaba de despertar.

El amor es perpetuo. El amor viste a su prometido de diablo para tentarlo, y funciona. El amor lo tiene tan jodido.

—Oh... Kat...

En el sueño, la voz del diablo sonaba lejana. Sin aliento. Ingrávida. Ni siquiera parecía real.

Katakuri no soporta levantar los párpados, en su lugar, los aprieta y los agarra con las manos tan fuerte que le duelen los nudillos, pero los gemidos del diablo difícilmente se pueden olvidar. Sus susurros: —¿Cómo vamos a salvarnos de esto cuando te enamores de mí?

Katakuri se congeló dentro de él después de que dijo eso. Forzó sus ojos a abrirse y encontró a Ichiji ahí, debajo suyo. Desnudo. Brillando. Hermoso. Con los ojos medio cerrados y vidriosos, moviendo las caderas y haciéndolo sentir que estaba a punto de correrse.

—¿Qué dices?... —Dios, en todos los sueños que tiene acerca de él, siempre parece un idiota a su merced.

Y el corazón de Katakuri se partió como un trueno cuándo Ichiji le repitió la pregunta, más frustrado que antes, pero al menos despertó.

Esta jodido.

Tiene que llamarlo.

Tiene que buscarlo.

Desearía que la noche del estacionamiento también hubiera sido una pesadilla.

II.

Katakuri tiene esa molesta pulsión por saber qué tan graves han sido sus actos. Ronda la manzana como un vagabundo que ha memorizado cada grieta en la calle de su hogar. Observa la tienda de libros usados y el bar, fuma cigarrillos hasta que siente que se le pudren los pulmones y choca y rebota su talón ansioso, acechando en la calle como un hombre sin rumbo.

Ha conducido hasta los límites de la ciudad. No durmió. No comió. Solo se detuvo a poner gasolina cuando fue absolutamente necesario. Probablemente violó cada restricción de velocidad en el proceso, pero no dejó que esas cosas triviales le importaran. Ahora ha regresado a su propio y nuevo círculo del infierno, escrito exclusivamente para él por Dante.

Cuando ve la puerta de la librería abrirse, sus ansias crecen. Necesita encontrarse con Ichiji. Piensa que lo verá salir por esa puerta con su singular caminar europeo, aferrando algún libro nuevo al pecho.

Clean [KataIchi] [AceSan-Pasado] [KataSan-Pasado] [AceIchi-Pasado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora