Capítulo 52: Via Condemnatorum
Mi madre siempre supo que quería ser madre. De niña, como muchas otras niñas, soñaba con una casa blanca, un esposo presente y un par de mocosos regordetes correteando por los jardines. Tenía claro lo que deseaba, pero la realidad nunca se ajustó a su plan ideal. Cuando descubrió que estaba embarazada de Reiju, dicen que su primera reacción fue romper en llanto. Años después mi hermana la cuestiono y mi madre dijo que fueron lágrimas de felicidad, pero en el fondo supongo que su miedo provenía de la herencia que su primogénita llevaría en su ADN.
Ichiji observa el cielo rosa despejándose. Se limpia la comisura de los ojos y recoge un limón del suelo. Es tan pequeño, tan redondo y tan frágil. Al presionar la fruta con su palma, siente el núcleo podrido en su interior, esa sensación es incómoda, sutil, pero creciente.
Nunca he expresado en voz alta lo agradecido que estoy por haber nacido hombre y no tener que cargar con la capacidad de germinar algo en mi vientre. Mi despertar sexual fue temprano y mis decisiones, descuidadas. He pasado la mitad de mi vida tomando caminos equivocados, y la otra mitad arrepintiéndome. No soy una buena persona; ni siquiera soy decente. Mis dilemas morales son diferentes a los de la mayoría. Y llevo la nostalgia de mi madre, el egoísmo de mi padre, junto con la ignorancia de ambos.
No puedo ni imaginar cómo habría sido mi vida si hubiera nacido mujer.
Entonces, pienso en Ace. Cuando éramos adolescentes, rodeados de la música de The Psychedelic Furs, con la sal del mar en los labios y la arena pegada a las rodillas, sé que le habría dado todo. Habría dejado que él pusiera ese germen en mi vientre de forma caprichosa, aunque eso significara que terminaríamos como nuestros padres: Estancados y amargados en un pueblo sin salida, odiándonos en secreto. Con Ace simplemente sentía que todo lo que necesitaba estaba allí, al alcance de la mano, incluso si no tuviera nada. Pero me dejó, lo perdí. Perdí la oportunidad de entender lo que realmente significaba estar con él, de saber si la vida que imaginábamos juntos hubiera sido tan plena como creímos. Al final, el amor no bastó para salvarnos y no bastara ahora que él se acerca a mí, como el niño que se preocupa y odia la idea de que otro juegue con su oso de felpa favorito, incluso si lo dejo abandonado en una estantería a llenarse de polvo y telarañas.
A veces me pregunto si lo que siento por él no es solo nostalgia, sino una incapacidad para dejarlo ir, como si, al hacerlo, me estuviera traicionando a mí mismo, a esa parte de mí que, en otro tiempo, pensó que podría ser diferente. Mi mejor amigo, mi hermano, mi primer amante, mi infancia, mi secreto.
Luego, mi mente se traslada a Katakuri, y me sorprende lo rápido que lo evocó. No lo conozco con los mismos años que conozco a Ace, pero, aun así, siento que hemos vivido centenares de vidas que de alguna manera nos conectan. Me asusta esa impulsividad que siento cuando estoy cerca de él. Esa necesidad de dejarlo todo, de ofrecerle todo lo que soy. La presencia de Katakuri me arrastra hacia algo que no puedo comprender, pero que, sin embargo, me consume por dentro. Es como un fuego que se prende lentamente, sin que yo lo quiera, hasta que ya está fuera de mi control. Podría arruinar su vida entrelazándola con la mía, si quisiera... o si pudiera hacerlo de una manera distinta a la que ya lo hago, que bastaría con un pequeño "Nosotros".
A veces, la idea de Katakuri me atormenta. Hay algo en él que me desafía, que me obliga a mirarme de una forma en que nunca me he visto. Me aterra pensar que él podría ser el único capaz de ver todas mis grietas, y, aun así, seguir mirándome como si no estuviera roto, solo en pausa, esperando más de mí de lo que otros, o yo mismo, esperé. Lo que me asusta de Katakuri no es solo lo que podría hacerme, sino lo que despierta en mí. Me siento a la vez atraído y rechazado por su calma, por esa certeza que emana de él. Quizá lo peor no sea lo que él podría hacer, sino lo que yo podría convertirme al estar cerca de él: Somos irremediables. Somos controvertidos. Estábamos escritos.
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Clean [KataIchi] [AceSan-Pasado] [KataSan-Pasado] [AceIchi-Pasado]
FanfictionHistoria en la que Katakuri ve al fantasma de su prometido muerto impartiendo la clase de literatura, o historia en la que Ichiji conoce al prometido de su gemelo muerto, siendo el profesor de arquitectura. "Dos profesores torturados se conocen en l...