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Capítulo 11: Red pegajosa

Capítulo 11: Red pegajosa 

Katakuri da dos golpecitos a la pared blanca, en la imagen que genera el proyector.

Con una voz grave y profunda, introduce con sus alumnos a Andrea Vesalio de Bruselas con "Los Siete Libros del Edificio del Cuerpo Humano".

—Vesalio desarrolla su trabajo a partir de una perspectiva única, ve al cuerpo humano no solo como un conjunto de órganos y tejidos, sino como una estructura compleja, comparable a un edificio. Cada arteria y vena, cada nervio y ligamento, se convierten en los pilares de una construcción.

El proyector cambia a una nueva diapositiva, revelando la figura del hombre de Vitruvio. La tenue luz de la habitación resalta los detalles de la imagen: — Los huesos, cartílagos, tendones, músculos y la piel, son metafóricamente equiparados con columnas y arquitrabes.

Pasando a la siguiente diapositiva, Katakuri relaciona las obras de Vesalio con las creaciones arquitectónicas del Renacimiento. —Al igual que Vesalio desentrañó los misterios del cuerpo humano, los arquitectos renacentistas como Bramante y Miguel Ángel se sumergieron en el estudio de la forma y la proporción para crear obras maestras como la Basílica de San Pedro...

Un bullicio apenas contenido irrumpe en la sala, la mirada de Katakuri se desvía hacia los asientos traseros, en donde Perona, su alumna, lucha por reprimir una risa al contemplar el escenario que se desarrolla afuera de su ventana.

Suficiente.

—Tú. —sus ojos rojos se posan en ella. La espalda de la chica se agita con un escalofrío y su risa se muere en su garganta. —¿Qué te parece tan gracioso?

Perona blasfema en su mente, debatiéndose en si mirar directamente al inmenso hombre apoyado en el atril o hacerse pequeñita en su silla. Teme haber desperdiciado una gran oportunidad por un impulso. La clase del señor Charlotte tiene una alta demanda de inscripciones. La luminosidad intelectual del hombre solo puede comprarse con su recientemente endurecido carácter. Ella ha corrido con suerte de encontrar un lugar libre en sus listas.

—Lo siento de verdad, me distraje... Escuché la voz de Usopp en el pasillo, me asomé y parecía estar en medio de una situación con el profesor Vinsmoke y...

Vinsmoke.

Katakuri se olvida de la niña y sus balbuceos al escuchar el apellido. Fija su mirada en el mismo punto que ella observaba anteriormente. Aunque su rostro permanece impasible, sus uñas se clavan en su carne con fuerza, reconociendo al verdadero culpable de la situación.

Allí está su propio Dorian Gray de cabellos rojos: Impecable por fuera, pero pudriéndose por dentro.

—La clase termino, pueden irse. —anuncia, cortante.

Perona cierra los ojos. Los peores escenarios invaden su mente. Presiente que el corte abrupto de la lección ha sido por ella.

—Perona. —Katakuri se quita los lentes con calma metódica y los deja en su escritorio. —Especialmente para ti, quiero que mañana me entregues un estudio comparativo sobre la interacción entre las teorías anatómicas y los principios arquitectónicos en la construcción de la Basílica de San Pedro. Si no tienes ninguna pregunta, puedes irte también.

Entonces, Katakuri decide que está cansado de mirar a Ichiji de lejos como si él fuera una mosca atrapada en una red pegajosa.

Hay algo que quiere dejar muy en claro: Él es la araña, no la mosca.