Capítulo 3: Charlie Brown

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Capítulo 3: Charlie Brown


—No tienes por qué estar tan inquieto, hijo. Nada malo va a suceder. —Sora mira a Sanji de reojo, su voz rebosa de una alegría esperanzadora. —¿Metiste las galletas de avena en tu lonchera?

El niño rubio asiente, siguiendo los pasos de su madre por el estacionamiento. Sus hermanos avanzan adelante, pretendiendo no conocer a Sora porque Ichiji dijo que los niños de tercer grado ya no toman la mano de su madre en el primer día de escuela.

— ¿Traes tu estuche de pinturas a la escuela? —Ichiji murmura sin dejar de mirar hacia adelante.

—Sí. —Sanji responde, apretando el estuche azul entre sus manos.

—¿Por qué no lo dejaste en casa? ¡Es demasiado tonto! —continúa caminando, sus ojos ocultos tras sus enormes gafas de sol (que son de su madre, pero Reiju le dijo que se veía genial y él no sabe que le mintió), por lo que se siente como Neo de Matrix.

—Invitaré a algunos niños a pintar conmigo.

—Pésima estrategia. —el pelirrojo vuelve a refutar después de escuchar a Yonji preguntarle a Niji qué tiene de malo llevar las pinturas. —Parecerás un bebé.

—No actúes como un idiota —Reiju lo pellizca.

—¡Ouch! Vuelve a pellizcarme o a llamarme idiota y le diré a papá que Sanji trajo el estuche a clases —contesta, sonriendo, pero la sonrisa desaparece de su rostro cuando Sora lo regaña con su tono autoritario de madre. No quiere ser avergonzado en su primer día de clases, pero tampoco quiere que su hermano sea un tonto.

Sanji suspira y sigue a su madre mientras cruzan las puertas de la escuela primaria. La escuela parece enorme, imposible y amenazante, pero su madre dice que les vendrá bien tener una educación fuera de casa. Ella solía ser maestra, a veces da clases particulares a algunos niños del vecindario; el dinero extra siempre viene bien en casa.

Sanji siente que sus piernas tiemblan como gelatina. Sora le prometió que todo saldrá bien, pero Sanji no está tan seguro. ¿Qué pasa si los otros niños no le agradan? ¿Y si no hace amigos? ¿Y si piensan que es un bebé?

—Reiju —su madre se detiene y sus hermanos se acercan a ellos. —Niños, esperen aquí y obedezcan a su hermana. Iré a entregar su documentación.

—Sí —Reiju responde, quitándose los auriculares. Se sienta en el césped cerca de la entrada principal, cepillando su falda de mariposa y sus licras. Parece tan despreocupada y segura. Por eso, Sanji se sienta a su lado, tratando de proyectar la misma imagen. Pero ella parece tan natural y él no, esa es la diferencia.

Quince minutos después, los sonidos se vuelven más fuertes. Pueden ver a través de la valla metálica a más niños acompañados por sus padres o amigos. Sin poder controlar sus piernas, Sanji se dirige hacia ellos con curiosidad y nerviosismo.

—¿Realmente crees qué no harás amigos, Sanji? —Reiju le da un codazo amistoso, y él traga saliva aferrándose con fuerza a las tiras de su mochila de Charlie Brown. —¡Los niños matarán por juntarse contigo!

Cierra los ojos y se sumerge en el ruido: risas y emoción.

—¡Tú! ¡El de la mochila de Charlie Brown! ¡Quítate del camino o te atropellaré!

Sanji se aparta como un rayo justo cuando un ciclista imprudente pasa cerca de sus pies. Su estuche de pinturas cae de sus manos y los pinceles terminan esparcidos por el césped, provocando risas estruendosas en Ichiji, Niji y Yonji.

El ciclista demente resulta ser un niño de cabello negro, con la cara repleta de pecas, que huele a papas fritas y a tiempo de juego. Sus Converse están sucios y tiene banditas en los codos y las rodillas, pero es genial. Es el niño más genial que Sanji ha visto en sus nueve años de vida. Sus hermanos fingen que no lo están viendo, pero es obvio que también piensan que ese nuevo niño es genial.

—Oh no, le dije que no trajera el estuche aquí, ahora todos los demás se van a burlar de él... de nosotros. —Ichiji suena avergonzado.

—Mira el desastre que hicimos. —el pecoso chasquea la lengua.

—¿Hicimos? Eres tú el que casi me atropella.

El niño se agacha recogiendo las brochas, una por una. Sanji espera una burla, ya que los niños geniales ya no llevan pinceles ni cuadernos en blanco con ellos.

Ichiji le da un pisotón a Niji para que le muestre que tienen una patineta de skate. Y eso hace Niji, pero el pecoso está más concentrado en los pinceles llamativos de colores.

Ichiji parpadea, quiere hablar con el chico genial. Siente que podría ser su amigo. Su único amigo.

—¡Ace! Discúlpate con el pequeño. —una mujer de largos tirabuzones rosas camina hacia ellos, es hermosa, muy bonita, y también tiene una cara color aceituna repleta en pecas.

—Perdón por casi matarte—Ace le sonríe con amabilidad, entregándole los pinceles. — ¿Quieres que te muestre la escuela? Puedo compartir contigo estos, como disculpa. —busca en sus bolsillos un paquete de Jolly Rancher de piña. Es muy temprano para los caramelos, pero Sanji está tentado.

—Tengo que esperar a mi madre, me va a dar mi número de clase. —busca a Sora, pero ella no está por ningún lado.

—Ve con él, no te preocupes, yo le avisaré. — Reiju acaricia su cabeza, después se dirige a Ace. —¿Podrías traerlo de regreso antes del toque de la campana? Quiero acompañarlos a sus salones.

—¡Por supuesto! —Ace le responde con una enorme sonrisa torcida. También le pregunta a su madre si podrá regresar la bicicleta a casa por él. Ella dice que sí, así que toma la mano de Sanji y lo encamina. —Tienes que venir conmigo, te presentaré a Zoro, a Luffy, a Sabo... —Está lleno de energía.

—¿Por qué no llevas a estos pequeños contigo?... —La madre de Ace niega con la cabeza, sus ojos siguen a su hijo alejándose con su nuevo amigo. Se sienta junto a Reiju y suspira con pesar. —Lo siento, Ace debería haber incluido a tus otros hermanos, así todos podrían haber sido amigos.

—Supongo que será en otra ocasión. —Reiju sonríe con tristeza, consciente de que ha sido una buena decisión no involucrarlos.

Así es como Ichiji siente que Sanji le ha robado un amigo, incluso si Ace ni siquiera lo ha mirado.

Clean [KataIchi] [AceSan-Pasado] [KataSan-Pasado] [AceIchi-Pasado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora