Capítulo 30: Lo recuerdo todo
Es la segunda vez que Ichiji está allí desde que se mudó, y la primera vez en dos años, en que está sentado en la hierba a lado de la lápida de su hermano.
El sol se asoma detrás de una nube, pero el cielo es una amplia extensión de azul cerúleo. Cierra los ojos, respirando el petricor y los claveles frescos. Estira los dedos en las hojas de las flores, están ligeramente marchitas, pero es seguro que son recientes, alguien siempre le trae flores a Sanji. Alguien nunca se olvida de él.
Ichiji se queda allí, solo frente a la piedra de mármol pálido, hay muchas cosas que quiere decirle, pero no sabe por dónde empezar.
Antes de emitir cualquier palabra, una mirada penetrante en su espalda lo hace voltear, mira a un hombre que conoce demasiado bien. El hombre es vacilante, sus movimientos al avanzar son cautelosos y lentos. Está cubierto casi por completo por las sombras de los árboles.
Han pasado diez años de la última vez que estuvieron en el mismo lugar, pero Ace D. Portgas se ve diferente.
Ichiji casi tiene ganas de arreglar su pelo, de limpiarse la tierra en los zapatos o de ocultar sus ojeras con las gafas negras. No puede decir que las sigue usando porque cree que se parece a Neo de Matrix. Ya no. Ahora lo hace porque le causa seguridad estar oculto.
Ace tiene el cabello peinado prodigiosamente hacia atrás, y viste un traje caro de dos piezas, Ichiji odia sentirse poca cosa estando frente a él. No es poca cosa. Su ropa tampoco es barata, tal vez no se volvió un abogado como su padre quería, pero se matriculó en una universidad de elite y es profesor en una escuela prestigiosa. ¡Su compañero de trabajo no es otro más que uno de los catedráticos más brillantes y distinguidos del ramo académico! ¡El mismísimo Katakuri Charlotte! ¿Acaso todo lo que tiene no es producto de la reivindicación? ¿No esta viviendo su segunda oportunidad, mas brillante que nunca?
Entonces, ¿por qué se siente así? La respuesta es simple: Ace sabe, con solo mirarlo, que todavía está manchado.
—¿Ace? — se levanta del césped y sacude sus rodillas. —¿Qué haces aquí?
Del rostro jovial de Ace no queda mucho, es un hombre muy guapo, sí, pero sus ojos se han afilado, parece que se han endurecido. Ichiji mantiene una distancia respetuosa con él, es claro que Ace ya no es el mismo niño que lanzaba una pelota de beisbol en broma o impresionaba a las personas con una sonrisa de hoyuelos. En cambio, se mantiene rígido y erguido, todo en él es sombrío, serio, y sutilmente amenazador.
—Vivo aquí hace años. —Ace entierra las manos en sus bolsillos y lo mira de forma cuidadosa, como si fuera una maldita ilusión y no su persona más malditamente especial en todo el mundo.
Cómo si no fuera más aquel chico que se fue al infierno con él. ¿Recordará ese calor? Lo consumió todo.
—Ha sido mucho tiempo. Ni siquiera imaginé que te volvería a ver. —son una línea de tiempo, de sucesos. —No se que decir...
—Han sido años— Ace responde secamente—Pero te ves exactamente igual que a los dieciséis. Mi pequeño vampiro, encadenado a la condenación...
Ichiji siente que el aire se sale de sus pulmones. Eso no fue un halago.
Polvoriento, polvoriento. Me haré cenizas bajo la luz.
Hace mucho tiempo abandonó las fantasías infantiles de un reencuentro amistoso con Ace. La última ilusión se hizo añicos esa tarde en que lo subieron a la fuerza al auto de su padre, la ventana estaba salpicada de insectos, el tablero estaba cubierto de polvo, y él estaba temblando, pero seguía lo suficiente consciente para discernir la silueta del pecoso contra las luces brillantes de la casa, luchando por hablar con Sanji, antes de ser tragado por la carretera. Una mirada de fracción de segundo, y todo desapareció.
—Tú sí que has cambiado. —contesta Ichiji con diplomacia, aunque su voz no tiemble, su barbilla sí lo hace. Observa a Ace como si estuviera viendo a un extraño.
—El mundo siguió girando, ¿no? —comenta Ace con una especie de amargura.
Fuera de su órbita, destinado a impactar y arder, pero giró, Ace no se equivoca.
Ichiji repasa el ramo de orquídeas de un intenso color morado que sostiene en su mano derecha.
—A mi hermano le gustarían. No mucho el hecho de que estén cortadas, pero le encantaban las orquídeas. Son flores fascinantes. Pueden parecer muertas y luego, de forma completamente inesperada, vuelven a la vida y florecen de nuevo.
Cuando tenía nueve años, conoció a Ace Portgas. Mirándolo ahora con la mandíbula apretada y las líneas tensas en la frente, es difícil creer que sea el mismo chico que entrelazaba sus manos y se colaba en su habitación. Él era ligero en aquel entonces, despreocupado y salvaje. Hay ciertas cosas que jamás podrán olvidar y que definen lo que son el día de hoy. Las cosas previsibles, cómo las promesas, el primer beso, las fotografías secretas, las noches estrelladas y los paseos en el bosque siempre destacan, pero también están las otras:
Cómo la primera vez que caminaron descalzos en la playa, las quemaduras de verano, el estrés y la irritación cuando le enseño a conducir en su auto, reír tan fuerte que te duele el estómago, ser infinitos.
Esa tarde, los ojos de Ace son negros y no hay ninguna sonrisa. Ichiji tiene que obligar a su cuerpo a estar tranquilo y silencioso. Ace observa las flores que sostiene en sus manos, apretándolas tan fuerte que los pétalos se desprenden y flotan entre ellos.
—Si, sé que son sus favoritas, por eso las traje.
No se dicen más palabras, pero ambos lo recuerdan todo.
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Clean [KataIchi] [AceSan-Pasado] [KataSan-Pasado] [AceIchi-Pasado]
FanfictionHistoria en la que Katakuri ve al fantasma de su prometido muerto impartiendo la clase de literatura, o historia en la que Ichiji conoce al prometido de su gemelo muerto, siendo el profesor de arquitectura. "Dos profesores torturados se conocen en l...