Soy el benefactor

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—¿Estás demente Arthur?— Lionel mira a Valentina —la chica no está nada mal, pero no es el tipo de mujer con la que sueles acostarte
—solo haz lo que te digo. Creo que ya he estado lo suficiente en este lugar— se coloca de pie y Lionel está sorprendido.
—¿Y si ella no quiere?
—tan sólo dile quién soy. Con eso es suficiente, toda mujer cae rendida ante mí— empieza a caminar para salir del lugar dejando a Lionel con la palabra en la boca

Arthur es perseguido por los paparazzis, sin embargo, sus escoltas lo protegen siendo muy profesionales.

—puta madre, Arthur. Siempre me pones en aprietos— Lionel se dirige al camerino de las patinadoras para esperar a Valentina

La cual continúa con su baile artístico, es el único lugar donde se siente libre, dónde puede sentir que es ella misma sin pensar en su miserable vida.

Al terminar su baile, está muy agitada, y espera la puntuación de los jueces mientras Mariela está orando mentalmente a Dios para que Valentina pase a la segunda fase.

La puntuación de Valentina es de 4-4-5. El número cuatro es, falta, a diferencia del 5 que está dando una aprobación.

Lamentablemente el vestuario que usa no es el indicado y a pesar de que su baile fue maravilloso, no fue perfecto y no porque no se haya esmerado, si no porque sus patines están desgastados y eso no le favoreció. Valentina sonríe ampliamente para que nadie pueda verla triste. Al salir de la pista de patinaje, Mariela se acerca a ella y la abraza.
—lo hiciste bien— con su mano derecha acaricia la espalda desnuda de Valentina
—por favor Mariela, seamos sinceras, estuvo mal...— retiene sus lágrimas
—tienes otra oportunidad, cariño, no te puedes rendir, ese número 5 es una oportunidad y no nos vamos a rendir ¿Entendido?— Valentina Ashley se dirige junto a Mariela a su casillero
—¡Hey, espera!— Lionel llega agitado tomando a Valentina del brazo, la cual se soltó inmediatamente de su agarre y lo mira con desdén
—¿Quién te creés para agarrarme así?— pregunta Valentina sorprendiendo a Lionel por su fuerte carácter
—Lo lamento. Me presento, soy Lionel Anderson.
—creo haberte visto en algún lugar— interviene Mariela
—soy empresario, señora. Señorita, me puede dar 5 minutos de su tiempo por favor— Lionel habla educadamente, por lo tanto, Valentina mira a Mariela, la cual asienta con la cabeza. Pensando que posiblemente Lionel quiera patrocinar a Valentina
—te espero en tu casillero, cariño. No tardes, tienes la siguiente presentación. Un placer joven, soy Mariel.— se presenta y se retira

—bien, te escucho— Valentina mira fijamente a Lionel a los ojos, cosa que lo tiene a él hipnotizado con ese hermoso color de ojos
—sé que esto suena extraño, pero un hombre muy importante desea hablar contigo a solas
—¿Y quién es el hombre? ¿Por qué quiere hablar conmigo?— la intriga aumenta en Valentina
—Arthur Israel Villarreal. El joven empresario de tecnología
—lo siento, pero no sé quién es ese hombre y la verdad tengo que irme, se me hace tarde— empieza a caminar sin perder el equilibrio
—¡Carajo!— espetó mentalmente y la vuelve a alcanzar —¡Imposible que no sepas quién es Arthur!
—le estoy diciendo que no lo sé, por favor, necesito irme
—escucha... Veo que tus patines están en mal estado— clava su mirada en ellos
—no pido caridad. Ahora sí no tiene nada más que decirme, me voy
—¡Espera!— Lionel no se quiere rendir —por favor, tan solo acepta la cita con mi jefe, tendrás muchos beneficios, como un buen patrocinador, tendrás los mejores patines. Esperaré a que termines y yo personalmente te llevaré con el señor Villarreal

Valentina ni siquiera le responde, sus ánimos están por el suelo como para aceptar verse con un extraño. Ella continúa su camino para llegar  a su casillero.

—¿Y está chica qué? ¿Acaso no ve televisión, no lee periódicos? ¿¡Cómo carajos no va a saber quién es Arthur? Jaass, ese miserable me va a matar si no llevo a esa chiquilla a su apartamento
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Israel, se ha dado un buen baño y ahora viste formal, muy relajado, está listo en espera de su presa, está ansioso de que aquella flexibilidad la pueda manejar a su antojo. Ahora está bebiendo un trago de whisky mientras fuma un costoso cigarrillo

—¡Sé está tardando!— dijo algo irritado fijando su mirada en la puerta principal

El tiempo que dado ha pasado y eso le ha causado un cólera que está que mata y come del muerto, cuando él timbre suena calmando su estrés. Al abrir la puerta se percata de que es su mejor amigo. —¿Toda la puta vida?— regresa al sillón y toma asiento. Pero algo le enfada mucho y es que la chica no está  —dile que pase, no muerdo
—Arthur te tengo malas noticias, esa chiquilla no es fácil
—dame una verdadera explicación, por qué dudo que ella sea una fiera como para que no la hayas traído ante mí— fulmina con la mirada a Lionel
—le dije quién eras, incluso le hice propuestas y después la espere como un idiota a qué terminará su bailecito ¿Y qué paso? Prácticamente huyó de mí como si le fuera a hacer daño
—¡Imposible! Es inaceptable Lionel que ella no haya aceptado
—lo sé, quizás es una chica de casa y no está al tanto de la farándula porque ni idea de quién eres tú

Israel aprieta con fuerza el vaso de whisky, el cual ya está vacío porque bebió a fondo el licor. —dime una cosa, ¿Cómo se llama?
—Valentina y creo que es pobre
—Lo sé, me di cuenta desde que la vi, pero ¿Por qué carajos va a desaprovechar esa oportunidad?— frunce el ceño —¿Cómo le fue en la competencia?
—mal, aunque pasó a la segunda ronda, lastimosamente la sacaron, y eso que lo hizo bien, pero creo que fue por sus patines
—soy el benefactor de esa competencia, necesito que hagas una llamada y otra cosa, quiero a esa mujer en mi cama a mí nadie me dice que no
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Por otro lado, Valentina llega a su casa muy decepcionada por no lograr su objetivo y para su mala suerte, su madrastra la espera en la sala de estar. —¿Quién te creés para desobedecer mis órdenes?— pregunta Tamara muy disgustada
—por favor, no me grites madre, no es el momento
—¡Cállate!— se acerca a Valentina y la abofetea —¡Sé que  has perdido! Eres una inútil perdedora, pierdes tu tiempo junto a esa Mariela. Espero que esto te sirva de lección para que no quieras volver a participar en esas competencias donde tú eres la  fracasada. ¡Acepta casarte con él joven Gonzalo y solo así tendré la vida que me merezco, deberías agradecer que yo trabajo para darte un plato de comida, eres solo una mantenida, te casas con Gonzalo y punto
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LINEA DELGADA HACIA EL AMOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora