Choque de miradas

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El dueño del club es conocido de Lionel, así que lo llamó y le pidió aquella petición de Israel. Luego de tener buenas noticias, agradece y cuelga la llamada. —¡Lo tengo!
—perfecto. Quiero que te vayas
—¿¡Qué!?— Lionel lo mira con desdén
—puedes tomar la siguiente vip, necesito estar solo
—bebé ya llegue— Raquel ingresa junto a sus amigas
—me quedaré con Raquel y tú, llévate a esas locas— ordena y toma asiento en el gran sillón de cuero
—quiero bailar contigo— Raquel se sienta en las piernas de Arthur sin pedir permiso y eso es algo que a él le molesta, sin embargo, no le reprende porque quiere jugarle sucio a Valentina
—nos quedaremos solos y quiero que te portes bien— le ordena subiendo aquel corto vestido de Raquel para luego, apretar su trasero haciéndola jadear
—¡Me vuelves loca! Quiero que me hagas tuya, en este momento— ella muerde su labio inferior y luego pasa saliva

Observa detenidamente como Arthur saca el preservativo de su billetera y lo coloca sobre la mesa. —estoy ansiosa por sentirte — la chica se empieza a quitar las bragas para que nada estorbe —por favor, házlo ya bebé— le hace pucheros y él la empieza a tocar levemente

—Buenas...— Valentina se sonroja al ver la escena e inmediatamente se da la vuelta. Siente una vergüenza enorme, y su corazón está tan acelerado como nunca

Israel sonríe a sus adentros y la observa detenidamente queriendo ver más que aquel traje de trabajo. —¡Ven aquí!— ordenó con frialdad y ella tragó grueso
—señor... Disculpe, no quiero acercarme, ¿Podría decirme que sea ordenar?
—te he dado una orden— Arthur y su comportamiento arrogante

Valentina retoma aire y sostiene con fuerza el bolígrafo y la libreta para tomar el pedido. Sin más, se gira y se dirige hacia el cruel chico. —¿Qué desea señor?— le sostiene la mirada, mientras que Raquel besa el cuello de Arthur, queriendo más de él
—la mejor botella de la casa. ¿Quieres algo Raquel?
—sí, te quiero a ti— atrapa los labios de Arthur sin el más mínimo descaro. Primera vez que Valentina ve en vivo y directo una fuerte escena sexual. Por poco y ella se lo come con aquel beso
—¿Algo más señor?— pregunta Valentina apuntando en la libreta, pero no le responde porque está dedicado a aquel beso. Cosa que la hizo fruncir el entrecejo y salir del lugar

Cuando Arthur se percata de que ella se ha ido su furia aumentó como un fuego ardiente en su interior y no lo comprende. Se aleja de Raquel y se coloca de pie dejándola acalorada. —¿Hice algo malo?— pregunta acomodando su vestido
—quiero que te vayas, déjame solo
—¡Espera! No puedes hacerme esto. Estábamos en el mejor momento, dime ¿Qué hice mal?
—vete, te buscaré al rato y cuidado con acostarte con otro al salir de aquí, sabes que usada no me gustas— saca otro cigarro y ella rodea los ojos, detesta el desprecio de Israel aunque no se atreve a protestar para no hacerlo enojar más
—Está bien. Esperaré por ti. Voy con mis amigas— se termina de acomodar y luego se acerca a Arthur. —te dejaré mis bragas bebé— la guiña el ojo y sale del lugar a punto de estallar por el rechazo de Arthur

Israel Villarreal mira por la gran ventana de cristal, en cómo los chicos y chicas bailan, otros haciendo idioteces y otros haciendo cosas prohibidas.

—señor— Valentina está en toda la puerta con el pedido de Israel
—¡Adelante!— lleva el cigarro a sus labios y le da una larga jalada sin dejar de mirarla. Contempla como ella coloca la fina botella de licor sobre el centro de mesa —¡Quiero un trago!— le ordenó luego de soltar el humo y acercándose a ella

Aquella presencia de Arthur le hizo sentir ciertos nervios porque puede sentir esa pesada mirada sobre ella. —sí señor— se dispone a servirle, y al ver el preservativo parpadea varias veces por la impresión, o quizás el hecho de que ella nunca a intimidado con un chico. Luego de hacerlo, retoma su compostura
—¿Algo más?
—te quedas aquí. Eres mi camarera hasta que se me antoje
—señor, con todo respeto eso lo sé
—si tanto lo sabes ¿Cuál es tu afán de irte? Acaso no sabes quién soy yo

Valentina arquea una ceja, gesto que encendió a Arthur de cólera. Ella lo hizo porque no es la primera vez que un chico le dice tales palabras y solo por querer aprovecharse de ella.

—no lo sé señor ¿Se le ofrece algo más?— le sonríe hipócritamente
—¡Está niña quiere jugar conmigo!— espetó Isreal mentalmente —siéntate, aquí debes permanecer

Valentina no tuvo opción más que obedecer, tampoco se quiere dar el lujo de perder su trabajo. Aunque está molesta, también nerviosa. No lo puede negar, Arthur es guapísimo, demasiado guapo, el chico más guapo que han visto sus ojos, pero también inalcanzable.

—otro trago— ordena Arthur colocando el vaso de cristal sobre la mesa y no deja de mirarla. Le atraen las facciones de Valentina, incluso sus ojos, no había visto ese color grisáceo tan atractivo
—aquí tiene señor— se lo entrega

Arthur bebió un sorbo y luego le dijo —toma asiento
—eso no será posible, es en contra de las reglas del club y mi jefe se pondría molesto
—El que manda aquí soy yo. Ni siquiera tu jefe tiene el poder que yo poseo, así que toma asiento

Valentina lo hace, muy educada, aunque ya está incómoda con la situación. Sin embargo, Arthur no deja de mirarla para poderla analizar, así que para empeorar la incomodidad de Valentía se sienta frente a ella con sus piernas abiertas muy varonil. —otro trago— ordena colocando en vaso sobre la mesa

La contempla sin ni siquiera parpadear y Valentina se apresura a servir, al entregárselo, mira hacia la gran ventana. —¿Tienes novio?— le pregunta y eso fue suficiente para que ella lo miró estupefacta
—¿Disculpe...?
—solo responde— la mira fríamente y Valentina siente sus manos sudar
—¡Mire señor, no tengo por qué hablarle de mi vida privada!  Lo mejor es que me vaya, si cree que me voy a acostar con usted está muy equivocado— se coloca de pie y Arthur se enfada colocándose también de pie  agarrándola del brazo

Valentina Ashley mira el agarre de Israel y luego sube su mirada lentamente hacia aquellos labios rosados y carnosos del hombre que la está mirando como un depredador. Al subir su mirada, se encuentra con la de Arthur y aquel choque de miradas los hace sentir una sensación inexplicable.
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